Epitafio al gobierno de Rajoy | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Jueves, 31 de Mayo de 2018
Redacción internacional

EN UN RESTAURANTE de la mítica Puerta del Alcalá, en Madrid, Mariano Rajoy debatió por siete horas su futuro. Acompañado por  su séquito y tras salir vapuleado por sus contradictores, se sentó, después de almorzar, a evaluar dos salidas políticas: dimitir o enfrentar la moción de censura prevista para hoy. Tras siete horas, en las que iban y venían ministros y consejeros, el político gallego no tomó ninguna de las dos.

Antes, en un acalorado debate, Unidos Podemos y los partidos nacionalistas (vascos, catalanes y navarros) le habían pedido que, por la crisis en su colectividad, diera un paso al costado.

“Su soledad, señor Rajoy, constituye el epitafio de un tiempo político, el suyo, que ya se ha terminado”, le dijo Sánchez, ante un pleno cargado en aplausos. “El poder infectante de la corrupción es peor que el de las pestes”, destacó el senador de la misma región del Presidente, Galicia, Anxo Fernández.

Aceptación implícita

Inminentemente, Rajoy sería removido de su cargo. Puede ser hoy, por la tarde, cuando más de la mitad del Parlamento vote a favor de la moción de censura, presentada por el socialista Pedro Sánchez. O, quizás, en unas semanas. No obstante, antes de que esta página sea leída, puede adelantarse al paso y dimitir. Una opción legítima y democrática, señalan algunas fuentes dentro del Partido Popular (PP), según varios medios locales.

La dimisión es, de una vez por todas, aceptar la corrupción dentro de su partido. Tras la sentencia de la trama Gürtel, el PP fue acusado de tener una red cuya finalidad era repartirle onerosos contratos con el Estado a una serie de empresarios a cambio de contraprestaciones. Más de doce miembros de la colectividad fueron encausados, pero Rajoy reiteró, en numerosas oportunidades, que no conocía el esquema.

La secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, reiteró que Rajoy “no va a dimitir”; sin embargo, agregó que “si pensáramos que serviría para que el PP siga gobernando, lo haría. Pero la aritmética parlamentaria actual no lo permite”.

Cospedal ha descartado la dimisión, pero ha dejado claro, como portavoz de la derecha española, que el camino para seguir gobernando es, “por aritmética”, imposible. El problema, entonces, será cuándo empieza el nuevo gobierno.

Sistema de investiduras

Los tiempos, muchas veces, no se cumplen en España. Hace dos años, se formó gobierno tras casi dos intentos fallidos, quedando en evidencia la fragilidad, que,  en algunos casos, tiene el sistema parlamentario, algunas veces convertido en un atolladero.

Esa vez, no hay que olvidar que Mariano Rajoy buscaba ser investido por segunda vez, luego de que el Partido Popular obtuviera la mayoría de los escaños en el Parlamento. Tras un tire y afloje con Ciudadanos, colectividad que intenta liderar una nueva vocería en la derecha que llevó a una serie de acuerdos programáticos, se logró conformar gobierno.

La realidad hoy es totalmente distinta. Ante una medida extraordinaria, Rajoy puede ser removido del cargo de inmediato y Pedro Sánchez, convocante de la moción, entraría a formar gobierno, tras el visto bueno de Felipe IV, quien debe aceptar su gabinete ministerial.

Algunos han dicho que esto puede tardar sólo un fin de semana, turbulento por cierto. Lo que supone que el lunes España tendría nuevo jefe de Gobierno socialista, siete años después de que José Luis Rodríguez Zapatero dejara el poder, acorralado por la crisis económica.

Rajoy siempre ha defendido sus medidas económicas, criticadas por muchos de austeras, que llevaron al país a recuperar la senda de la producción y ubicarse como uno de los que más creció en Europa en 2017.  No obstante, sus contradictores dicen que nada justifica, por más bien que le esté yendo a su gobierno, la corrupción.

Poco, casi nada, ha dicho Rajoy al respecto. Tras asumir su primera legislatura, dijo que el caso Gürtel, que llegó a su fin luego de nueve años, era “una trama contra el PP”. Pasó el tiempo, la investigación avanzó y, por lealtad a los suyos o a sí mismo –no ha sido implicado- no ha reconocido la culpabilidad de su partido. Y, tal vez, la suya.

Habilidoso en los corrillos del Palacio de Moncloa y el Parlamento, puede que Rajoy hoy dé otra sorpresa, signando su pelea de por vida con Sánchez. Dimitir. Así, buscará que el socialista, que sería investido automáticamente por la victoria de la moción, tenga que iniciar un largo y difícil camino que culmine en elecciones anticipadas y un dispendioso proceso de investidura, como el de 2016.

España, de ser así, quedaría bloqueada por un tiempo, como la Italia de ahora, hasta peor. La dimisión, como ha dicho Cospedal, no es una opción. Entonces, el camino es darle paso al primer gobierno que, desde la transición de 1978, gobernaría tras una moción de censura exitosa. Esta figura, en tres oportunidades, no ha sido efectiva. Una de ellas fue, cuando Adolfo Suárez, uno de los artífices de la España contemporánea, se mantuvo en el cargo, por el apoyo de la mayoría de la bancada.

Sánchez, el llamado a suceder a Rajoy, enfrentaría un escenario muy complicado en el Parlamento: el PP y Ciudadanos son mayoría. Por tanto, su victoria sería temporal y, como lo dijo una analista, “pírrica”.