Una foto colgada en el despacho de Donald Tusk muestra un frío y tranquilo mar Báltico. Data del 31 de agosto de 1939, semana antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por parte de las divisiones nazis.
“Hoy, volvemos a estar en una época de preguerra. No exagero. Cada día es más evidente”, dice –a propósito de la foto– el primer ministro de Polonia y una de las voces más importantes en Europa, tanto por su largo paso por varias instituciones de la Unión Europea, como por su actual rol como jefe de Gobierno y aliado de Ucrania.
En entrevista con varios medios europeos, que hacen parte de la alianza LENA, Tusk advierte que Europa enfrenta un escenario de extrema inseguridad por las ambiciones de Vladimir Putin, ya no sólo de invadir Ucrania, sino de enfrentarse, si es el caso, a las fuerzas de la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN).
“Lo más preocupante ahora es que literalmente cualquier escenario es posible. No habíamos vivido una situación así desde 1945. Sé que sueno devastador, sobre todo para la generación más joven, pero tenemos que acostumbrarnos mentalmente a una nueva era”, responde cuando se le pregunta cómo ve la situación en Europa.
La lectura de Tusk sobre la guerra en Ucrania, la posición de Europa y sus grandes potencias europeas es muy ilustrativa. El presidente polaco pertenece al partido conservador-liberal que en su país se ha enfrentado a la extrema derecha, pero a nivel europeo apoya a los conservadores del Partido Popular Europeo. Su posición suele ser matizada y se ubica entre los socialdemócratas que bogan por una salida negociada de la guerra de Ucrania y Emmanuel Macron y Rishi Sunak, que defienden un rol más directo de Europa en la guerra, con militares, equipos y finanzas.
Más del lado de Macron
Uno de las figuras más insistentes en cambiar el foco en Europa ha sido el presidente francés, Emmanuel Macron. Indefinible políticamente, el reelecto jefe de gobierno ha venido insistiendo en la idea de que el continente transita en medio de un cambio que modificará los cimientos del estado de bienestar (pensiones, salud y educación) y los valores pacifistas que marcaron la segunda parte del siglo XX y el comienzo de este.
No muy lejos de esta lectura sobre Europa está Tusk, un político que en el momento en que dirigía el Consejo Europeo (hoy en cabeza de Úrsula Von Der Leyen) solía estar muy cerca de la entonces canciller alemana, Ángela Merkel, quien ingenuamente –y muchos le cobran esto hoy– confió en Vladimir Putin, cerrando varios negocios con Moscú que han puesto en juego la seguridad energética de Alemania al haber dependido del gas ruso por mucho tiempo.
Con el correr de los años, Tusk se ha vuelto un hombre pragmático o, mejor, realista. “Nuestro deber no es discutir, sino prepararnos para defendernos. Tenernos que gastar todo lo que podamos para comprar equipos y municiones para Ucrania, porque estamos viviendo el momento más crítico desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, responde el presidente polaco a LENA.
Para Tusk, la necesidad de preparar a Europa militar y psicológicamente pasa además por el mensaje claro que ha enviado Washington de que busca que Europa sea el eje de la financiación y ayuda a Ucrania, condición que este momento no está teniendo.
Uno de los mayores desafíos que tiene Europa es poner de acuerdo a 27 países que tienen diferentes intereses en juego frente a la guerra en Ucrania. El nivel de afectación que ésta ha generado en Portugal es proporcionalmente inferior al que pueden aducir Estonia o Lituania, dos pequeñas república exsoviéticas, fronterizas con Bielorrusia y Rusia, y que hoy hacen parte de la UE y la OTAN.
En vista de estas diferencias, Macron le ha propuesto a la Unión Europa la emisión de bonos por parte del banco central europeo que sirvan de vehículo para financiar esta nueva estrategia de seguridad. Pero tal propuesta no ha tenido mayor efecto que unos cuantos titulares, por ahora.
Diálogo con Moscú
No sólo la financiación del nuevo plan de seguridad ha generado discrepancias entre los europeos. La misma guerra en Ucrania y los caminos para ponerle fin, o al menos lograr un cese al fuego prolongado, también hacen que una parte de Europa tome distancia de Macron, Tusk y Sunak, insistiendo en que Moscú está cerca de sentarse en una mesa de diálogo con Kiev y otros países.
Olaf Scholz, el canciller alemán, es uno de los que opinan que los esfuerzos de Europa deben estar centrados en impulsar el diálogo entre Ucrania y Rusia, por encima de cualquier estrategia de seguridad. En una entrevista en el diario “Miirkische Allgemeine ZeiLung”, Scholz ha dicho que una serie de países conocen que “Ucrania está discutiendo a nivel de asesores de defensa cómo podría llevarse a cabo un proceso de paz”.
Como Scholz, Pedro Sánchez también ha insistido en que se baje el tono belicista en Europa. El jefe de Gobierno español les ha pedido a las autoridades europeas que se deje de hablar de guerra o preguerra en Europa, en la medida en que la “gente no quiere sentirse amenazada de esta manera, que en España esto suena abstracto”, ha contado Tusk.
Distancia de EE.UU.
Desde hace meses, incluso años, si se tiene en cuenta la posición de Donald Trump desde 2016, Europa viene conociendo la posición de Estados Unidos de disminuir ampliamente los recursos dirigidos a la OTAN para proteger a Europa de potenciales amenazas, principalmente de Rusia.
De lejos el mayor financiador de Ucrania, el Congreso de Estados Unidos discute estas semanas la viabilidad o no de aprobar un nuevo paquete de ayuda por 50.000 millones de euros para Volodímir Zelensky y su ejército. Según el Instituto Hudson, un centro de pensamientos dedicado a asuntos de seguridad, un sector amplio del Partido Republicano está en desacuerdo con conceder esta ayuda. "Hay muchos republicanos preocupados porque Estados Unidos entre en una nueva guerra eterna”, explica Luke Huffey, analista del Instituto.
Así que, como sentencia Tusk, “el mensaje fue que, tanto si Joe Biden como si Donald Trurnp ganan las próximas elecciones, es Europa la que tiene que hacer más en materia de defensa. No para conseguir autonomía militar frente a Estados Unidos, ni para crear estructuras paralelas frente a la OTAN, sino para aprovechar mejor nuestro potencial, nuestras capacidades y nuestra fuerza”.