Reportaje

Como en Colombia, también Ecuador está pensando en la urgente necesidad de equilibrar la protección de vidas con la reactivación de la economía.

En todo el país, como en otras latitudes, se trata de un dilema dramático; pero en ninguna parte asusta tanto como en Guayaquil, uno de los focos de la pandemia en Latinoamérica.

Solo en esta ciudad (de unos 2,7 millones de habitantes) se concentra la mitad de los casos del Ecuador. Este sábado, las últimas cifras oficiales disponibles tenían corte al 23 de abril. En ellas, el Ministerio de Salud Pública registró 11.183 contagiados (5.565, el 49,76%, en Guayaquil) y 560 fallecidos (181, 32,32%, en Guayaquil).

El rápido incremento de los casos generó pánico en muchos sectores económicos, incluyendo las funerarias, el 85% de las cuales cerraron por temor al contagio si atendían los decesos ocasionados por el coronavirus. La veintena que siguió abierta no dio abasto para atender la demanda y por eso, se hicieron virales las imágenes de cadáveres en las calles, aunque no todos eran víctimas del Covid-19.

El vicealcalde de Guayaquil, Josué Sánchez, le dijo a EL NUEVO SIGLO que “la situación es distinta a las imágenes que recorrieron el mundo”.

Reconoció, con todo, que “en esta ciudad lo que vimos al principio fue muchas personas saliendo a la calle con poco uso de la mascarilla”.

El control social no ha sido fácil. “Por Guayaquil entran y salen muchas personas. De hecho, el caso cero que llegó al país entró por aquí, pero era una persona que no vivía en esta ciudad. Simplemente aterrizó aquí y salió hacia su provincia. Eso generó un contagio y un crecimiento muy rápido”, anotó Sánchez en referencia a una mujer de 71 años que llegó de España y cuya defunción fue confirmada el 13 de marzo.

Tras el caos, señaló que la capital de la provincia de Guayas “se encuentra aún en cuarentena. Es una ciudad que está más ordenada, más organizada, que está recibiendo de mejor manera la pandemia”, enfatizando que “en la Alcaldía de Guayaquil, desde el inicio de esta pandemia, hemos habilitado e implementado un nuevo plan para llegar nosotros primero y atender a las personas de manera oportuna”.

“Esta ciudad aprobó un plan cantonal de atención temprana”, expuso el alto funcionario guayaquileño que, “es un plan que consiste en que el municipio de Guayaquil, a través de un equipo de 80 médicos, visita casa a casa, en distintos sectores de ciudad, especialmente, los que hemos mapeado como de mayor contagio o sectores de mayor necesidad económica”, en una labor “que permita brindarle una atención oportuna a los pacientes”.

“Hay personas que apenas están empezando la enfermedad y reciben el medicamento gratuito por parte del municipio de Guayaquil, que luego son acompañados y monitoreados por medio de la telemedicina, la cual también hemos habilitado y puesto a disposición en la ciudad. Si la persona requiere de terapia de oxígeno, hemos habilitado desde la Alcaldía dos centros de oxigenoterapia para que reciban hasta ocho horas de tratamiento. Y si una persona requiere más de ocho horas, será trasladado al Centro de Convenciones de la ciudad” el cual “hemos habilitado con 150 camas, con igual número de oxígeno para que reciban y permanezcan el tiempo necesario, en cuanto a cuidados intermedios se refiere”, precisó.

Normalidad distinta

Como ya se mencionó, Guayaquil busca cómo reorganizar su cotidianidad. “Estamos preparando una ordenanza para regular esa vuelta a la normalidad. Definitivamente, será distinta. Estamos trabajando para que los comercios tengan la mayor medida de seguridad y las mayores medidas sanitarias. Hace dos semanas aprobamos el uso obligatorio de la mascarilla. El no uso de la misma lleva una multa de US$80 la primera vez y de US$160 en caso de reincidencia”.

Sin embargo, al igual que cualquier lugar de América Latina, la pobreza complica la disciplina. “Es fácil exigir. Lo difícil es entender que hay personas para las que aún, la mascarilla es un costo elevado para brindarle a toda su familia. Para ellos, en convenio con una fundación que trabaja para mujeres de bajo recursos, se han adquirido cerca de dos millones y medio de mascarillas que serán repartidas de casa en casa”, sostuvo Sánchez.

El funcionario anotó que, precisamente, por las dificultades económicas en un país que ya venía en crisis, agravada por el deterioro de los precios del petróleo (lo que fue calificado como “un golpe durísimo” por el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno), es necesario preguntarse qué industria puede regresar y de qué manera.

La cuarentena “empezó el 16 de marzo”, explicó Sánchez, anotando que el Gobierno nacional ya “anunció que a partir del 4 de mayo vamos a pasar a un proceso de distanciamiento social. Es decir, paulatinamente las personas van a volver a la calle, se va acabar el toque de queda y los comercios se van a reanudar”.

Como en Colombia, se prevé que entre los primeros trabajadores en retomar actividades estarían los de la construcción.

“Definitivamente, en una construcción no pueden trabajar el mismo número de personas por metro cuadrado que trabajaban antes. Las construcciones tendrán que avanzar a un ritmo más lento, pero sobre todo, los trabajadores deben tener todos los cuidados y los insumos de bioseguridad para que no se vayan a contagiar”, declaró Sánchez.

Allá tampoco habrá, por ahora, bares ni discotecas abiertos siendo sitios “de gran aglomeración de personas, mucha cercanía, compartir vasos y eso es contraproducente. No creo que las personas quieran estar en una discoteca con mascarillas”.

La ciudad es la sede del decano de los equipos de futbol ecuatorianos, el Guayaquil Sport Club, así como de los dos equipos más populares, el Barcelona Sporting Club y el Club Sport Emelec.

Pero la pasión por el fútbol, también tendrá que esperar, porque si acaso se reanudan las competiciones sería “definitivamente sin público”, apuntó el vicealcalde Sánchez. “Es una determinación. No podemos permitir que el Estadio Monumental se llene, este tiene capacidad para 70.000 personas”, agregó.