La izquierda latinoamericana, en hibernación | El Nuevo Siglo
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Domingo, 17 de Mayo de 2020

EN Latinoamérica el coronavirus cambió radicalmente las costumbres sociales y ralentizó la economía. La política, por su parte, pareciera estar paralizada pero no es así, entró en un estado de hibernación y quienes mejor entienden este fenómeno son las corrientes de izquierda radical que, similar al virus, permanecen latentes esperando el momento oportuno para contaminar el ambiente y “pescar en rio revuelto”, tratando de obtener réditos políticos de la inevitable crisis económica que golpeará al continente. Los gobiernos democráticos de la región, sin descuidar las medidas necesarias para controlar la pandemia, deberán estar preparados para ello.

Latinoamérica venía de enfrentar, a finales de 2019, varios eventos desestabilizadores, comenzando por la ya sempiterna crisis venezolana y sus secuelas en toda la región, pasando por las revueltas callejeras en Chile, Colombia y Ecuador, y terminando con las desacertadas e ineficaces medidas económicas del gobierno de López Obrador en México y del recién posesionado kirchnerismo en la Argentina, que ya llevaban a los dos países hacia un abismo económico y social. Todos estos hechos hacían prever que el primer semestre de 2020 iba a ser muy complicado para los principales gobiernos de la región.

Todo cambió con la pandemia pues, ante la gravedad de la crisis, los movimientos opositores y especialmente las corrientes de izquierda, vieron frenadas sus intenciones. En Chile se aplazó el referendo para determinar si se modificaba o no la Constitución, lo cual le da un gran margen de maniobra a Sebastián Piñera; en Ecuador, los movimientos indígenas no volvieron a protestar; en Colombia acalló sus voces el autodenominado Comité Nacional del Paro, y en Venezuela, comprobado patrocinador de los desórdenes presentados en otros países de la región, el retroceso exponencial de una economía que ya venía en cuidados intensivos ha frenado, por el momento, sus deseos de intervencionismo en otros países de Suramérica. El régimen venezolano, enfrenta además de la terrible caída de los precios del petróleo, la decisión del gobierno norteamericano de acusar a Nicolás Maduro y a 14 de sus colaboradores por narcotráfico, ofreciendo además una recompensa de US$15 millones por el primero y de hasta 10 millones por los segundos.

Se podría decir que el Covid-19 paralizó buena parte de la agenda política latinoamericana. Al aplazamiento del referendo chileno, y al freno obligado de las protestas en Colombia, se suma la suspensión de la campaña electoral en Bolivia, el cese temporal de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Argentina, las reformas políticas en Perú o las confrontaciones entre el ejecutivo y el legislativo en El Salvador.

Cabe destacar también la importancia que adquirió el presidencialismo, pues ante la parálisis de la actividad política, fueron los representantes del poder ejecutivo de todos los países, los que asumieron el rol de dirección bajo el amparo de Estados de Excepción, con un apoyo casi general y el protagonismo de las Fuerzas Armadas, que demuestran, una vez más, la multifuncionalidad de sus labores y la importancia fundamental de las mismas ante todo tipo de catástrofes. De allí, que sectores que tradicionalmente han ido en contravía de las políticas de estos gobiernos, busquen protagonismo demeritando las acciones gubernamentales y atacando a sus autoridades con argumentos vacíos y sin fundamento alguno.

Prospectiva

Todo parece indicar que próximamente la mayoría de países latinoamericanos buscarán retomar de forma gradual, tras pasar el pico de la pandemia, la normalidad de la vida social                 y económica, y se reiniciará, así mismo, la actividad política en los principales países de la región. Sin embargo, la izquierda radical no ha descansado y desde ya prepara sus baterías para aprovecharse de la crisis económica que se viene gestando a raíz de la pandemia.  Es importante tener en cuenta que el mejor “Caldo de Cultivo” para el ascenso de la izquierda, siempre ha sido la pobreza y el desempleo, de hecho, en muchas ocasiones la han propiciado como un medio eficaz para presentarse luego como los salvadores, de allí que los gobiernos de países como Brasil, Chile, Perú y Colombia, deban estar muy atentos.

En el primero de ellos, ya Lula Da Silva ha estado promoviendo mediante falsedades, un golpe de Estado contra Bolsonaro); los comunistas chilenos y la izquierda colombiana, muy seguramente, ya estarán preparando sus pliegos de peticiones y exigencias. En el caso colombiano, volverán a utilizar el autodenominado comité nacional del paro, sin embargo, muy posiblemente no contarán con demasiado apoyo, teniendo en cuenta que la prioridad de la mayor parte de la población en general y de los trabajadores en particular, será intentar reconstruir sus propios niveles económicos. En todo caso, no hay que descartar la capacidad de convocatoria que tradicionalmente ha tenido la izquierda en nuestro país.

Por el contrario, los países con gobiernos precisamente de izquierda, ya venían de tiempo atrás en crisis económica y recesión. México tuvo, en 2019, la mayor desaceleración de su economía del último lustro; Argentina, al borde del default con devaluación e inflación descontrolada; Cuba, que a la disminución de los millones de barriles de petróleo venezolano, gratis o a muy bajo costo, suma el derrumbe de su mayor fuente de ingresos que es el turismo, y finalmente Venezuela que es sin duda el enfermo terminal de Latinoamérica.

Lógicamente, al ser estos los países que presentaban las peores cifras económicas antes de la pandemia, serán también, los que tardaran más en recuperar su economía. Sin embargo y por aquellas cosas extrañas de la política, sus gobiernos serán los más beneficiados con la epidemia. Tal y como afirma Marcelo Duclós con referencia al caso argentino: “Antes de la enfermedad que paralizó el planeta, Argentina esperaba una crisis casi inevitable. Ahora la espera igual, pero con un chivo expiatorio perfecto”. Esa misma premisa, es perfectamente aplicable al gobierno mexicano y a las dictaduras venezolana y cubana.

En otras palabras, los gobiernos de izquierda siempre acostumbrados a culpar de todos los males a los demás, ya tendrán la excusa perfecta para responsabilizar a la pandemia de sus fracasadas políticas económicas.

De hecho, en otros países, la crisis económica generada por situaciones extraordinarias, como la pandemia, puede ser utilizada por la izquierda radical para desestabilizar al Estado y tratar de imponer su ideología económica y social. De allí que sean muchas las voces que piden nacionalizar empresas y derogar sistemas de seguridad social, intentando establecer modelos propios del socialismo.

Conclusiones

Es un hecho irrefutable que la izquierda se mantiene al acecho y que tan pronto se logre superar la crisis sanitaria y sea necesario afrontar los problemas económicos, saldrá a la palestra intentando desestabilizar los gobiernos democráticos de la región, que por esta razón, deberán estar preparados para este escenario.

Como afirma Carlos Malamud, “La crisis del coronavirus va a convertirse en un test de estrés para muchos gobiernos de la región. Pondrá a prueba los liderazgos presidenciales y los aparatos del Estado”. Sin duda, quienes más pongan a prueba dichos liderazgos serán los grupos de oposición, que en el caso de Colombia, buscarán aprovechar la crisis económica para intentar hacerse con el poder. De hecho, no hay que olvidar que la campaña presidencial se iniciará el próximo año.

En el caso específico de nuestro país, también es muy probable que dirigentes de izquierda inicien campañas tendientes a imponer reformas de corte socialista como ya ha ocurrido en España. Ante ese posible contexto se considera que el gobierno debe estar muy atento y aplicar un fundamento irrebatible contra las doctrinas socialistas, y es que no son los Estados los que en últimas solventan crisis de tan extrema gravedad en los países democráticos, sino la empresa privada. De hecho, son “las empresas las que mantienen el sistema, surtiendo mercados, manteniendo un mínimo de actividad esencial en bancos, producción de alimentos, manufactura de materiales médicos y medicamentos, transportes, farmacias y comercios”./ Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos de la U. Militar Nueva Granada