A. Latina desperdicia oportunidades en posible década perdida | El Nuevo Siglo
Foto: Archivo ENS
Domingo, 14 de Mayo de 2023
Pablo Uribe Ruan

En el “Financial Times”, Michael Stott, editor para América Latina, tituló recientemente un interesante artículo sobre la región: “América Latina le gana al mundo en desperdiciar oportunidades” (en inglés, original).

Acostumbrados a denominaciones como “década pérdida” o “crecimiento mediocre”, el título de Stott lleva a preguntarnos qué hay detrás de tantas oportunidades desaprovechadas.

Repliegue

Estamos, paradójicamente, en una zona que ha sido “bendecida por la mano de Dios”. Desde la frontera del Río Bravo de México hasta Tierra del Fuego en Argentina, hay alimentos y somos unos de los mayores productores del mundo. También tenemos energías renovables. Lo mejor es que están son baratas y se producen fácilmente.

Lejos, además, han quedado –salvo triste excepciones– las dictaduras. La mayoría de los países gozan de democracias, imperfectas pero democracias, y hay ciudades que se presentan como casos de éxito en la reducción de la violencia (Medellín, São Paulo o San Salvador).

Sin embargo, como dice Stott, en cuanto a desarrollo económico, “nuestros presidentes parecen tener otras prioridades”.

“Muchos países de la región están atravesando una fase de repliegue sobre sí mismos y corren el riesgo de desaprovechar las oportunidades que ofrece el cambiante contexto mundial”, lo confirma Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, en charla con Stott.

Los presidentes de la región han vuelto a traer viejas discusiones sobre el modelo de desarrollo, en las que priman los aranceles y el estatismo. Los opositores, no tan lejos, confían ciegamente en el laissez faire, con una visión ortodoxa de las virtudes del libre mercado.

Tampoco son descartables los avances. Con un aumento importante de la clase media y millones de personas que han salido de la pobreza, la región ha dado pasos importantes en construir un modelo de mercado con asistencialismo. Sin embargo, los números dan cuenta de que otras regiones con condiciones parecidas han tenido tasas de crecimiento más favorables.

Un ejemplo de ello es Asia del Este, la región que desde hace décadas se mira como modelo de desarrollo. Sólo en 2022 esta región creció 5,8 %, mientras América Latina llegó al 3,9 %.

Parte importante de este fenómeno es el momento de inserción en los mercados internacionales. Asia del Este entró a las redes de comercio internacional antes que América Latina, que permaneció estancada en un proteccionismo heredado de la política industrial de sustitución de importaciones, que benefició a los monopolios y bloqueó la escasa vocación exportadora.



Pero no sólo esto

Aunque la explicación anterior es parte del fenómeno, Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía de la Universidad de Oxford, dice que el regular crecimiento de América Latina se debe también a un conjunto de diversos factores, como la excesiva fe en el impacto de las reformas económicas, la adopción de una definición extremadamente ortodoxa de la estabilidad macroeconómica y, sobre todo, la debilidad del sector exportador.

Falta de modelo

Ya lo decía en 2007 el exeditor para América Latina de “The Economist”, Michael Reid: “América Latina necesita una combinación de estabilidad macroeconómica, una economía abierta y amigable a la inversión y una política social robusta”.

Uruguay y Chile tienen economías abiertas, estabilidad económica y, con gobiernos alternándose el poder, han logrado una política social más expansiva. Colombia, México y Brasil también han avanzado en crear un modelo mixto, no en los niveles de los primeros. De todos modos, los índices de productividad y crecimiento no son del nivel de Asia del Este.

Detrás de esta condición existen razones menos conocidas. Una de ellas es que el modelo exportador en América Latina no ha sido capaz de crear ventajas comparativas más dinámicas en el contexto global contemporáneo y, como resultado, sus tasas de crecimiento son inferiores.

En general, se ha quedado en un modelo agroexportador y escasamente ha producido bienes de alta ventaja competitiva. “Exporta bienes primarios y personas. El modelo de desarrollo actual adopta la lógica de la integración en los mercados internacionales de forma completa y extiende el viejo modelo agroexportador”, explican los académicos Esteban Pérez y Matías Vernego.

No sólo la falta de ventajas comparativas explica la baja tasa de crecimiento. También los políticos y los líderes industriales han tenido pocos planes a largo plazo que acompañen una política de Estado que busque la vocación exportadora. Para ponerlo de otra manera: la izquierda ha tenido una idea de desarrollo, la derecha otra, y así han pasado las décadas.

Nuevamente, este año se confirma tal tendencia. Con la crisis de 2020, la mediana recuperación de 2021 y el leve crecimiento de 2022 (3,9 %), América Latina transita por el camino de una “década pérdida”, aquel término que en su momento Luis Alberto Moreno acuñó en 2013 durante la crisis del petróleo.

Para evitar una nueva “década pérdida”, sus líderes tampoco hacen mucho. En vez de pensar en productos que tengan una ventaja competitiva, enfocan sus esfuerzos en ampliar refinerías y construir bases navales. Este es el caso del Brasil de Luiz Inácio Lula, un país con un potencial enorme para comerciar libremente en los mercados internacionales con productos de calidad.

Un poco más abajo, en Chile, Gabriel Boric ha prometido estatizar la producción de un recurso mineral estratégico, el litio, y por tanto ha desincentivado la inversión extranjera interesada en poner capital en territorio chileno.

Más llamativo es el caso de México. Bendecido por su ubicación estratégica para comerciar con Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador ha optado por suprimir la agencia de promoción de inversiones, ataca las empresas de energía renovable y ha frenado la obra del aeropuerto más grande de la región. Y bueno, Argentina ha fijado control de precios aunado a unos aranceles por las nubes.

Inaceptable desperdiciar oportunidades en medio de una nueva y posible década pérdida.