Con la entendible y notable excepción de Argentina, las tendencias más actualizadas muestran números favorables en las balanzas comerciales de los países del Mercado Común del Sur (Mercosur). Es decir que especialmente Brasil, seguido de Uruguay y Paraguay tienen resultados positivos en sus intercambios mundiales, con las exportaciones superando los montos de importación.
En el caso de Argentina es notorio cómo, aún con la contracción de los niveles de importaciones -dada la crisis recurrente y ahora renovada del país- las exportaciones no salgan más a flote. Esto estaría demostrando, entre otras cosas, la significativa dependencia productiva del país respecto a importación de bienes intermedios de procesos económicos.
Siempre en Argentina, como se había anticipado, los ajustes con motosierra del mandatario Javier Milei han asegurado el alza de los niveles de pobreza en el país -llegando a cerca del 52% de la población- con una caída del índice de dinámica económica en abril de este año 2024, de un -8.4. Esto de las caídas estaba más que asegurado. Veremos si el pronóstico se cumple en cuanto al levante de los niveles productivos, siguiendo el modelo de “J” que enuncia la Escuela Austríaca de Economía. Algo similar al modelo cuando ocurre devaluación de moneda y repunte de exportaciones.
En todo caso, en función agregada, esto es, con las cifras totales del grupo Mercosur, las cuentas resultan positivas en la balanza de pagos. Se reporta que para 2023, las exportaciones alcanzaron un valor de 481,000 millones de US$ (dólares estadounidenses) en tanto las importaciones llegaron a 447,000 millones US$. Se trata de incrementos de 18% y 37% respectivamente, respecto a los niveles del año anterior.
De nuevo aquí se pone en evidencia lo que sería una amenaza para la balanza comercial y en general la cuenta corriente de la balanza de pagos: véase cómo la velocidad de aumento de las importaciones supera a la tasa de crecimiento de las exportaciones.
En todo esto, los principales productos de exportación del grupo son soja, carne, leche y productos derivados, cereales, además de vehículos. A esto debe agregarse la venta de aviones, especialmente aeronaves pequeñas y medianas, un nicho de mercado en el cual Brasil presenta niveles muy competitivos.
Otro rasgo que es digno de ser destacado es el correspondiente a los destinos de exportación, los que están dominados por China, la Unión Europea, Asia Oriental y América del Sur. China es importante por la tasa de crecimiento que está teniendo en las relaciones comerciales y de inversiones productivas con países de Suramérica. Su presencia va superando a la de Estados Unidos.
Además de los factores geográficos están los componentes geopolíticos. Especialmente en la administración de Donald Trump, 2017-2021, se impuso el relativo mayor aislacionismo de Estados Unidos, lo que fue copado por China en el ámbito mundial en general y en el espacio latinoamericano en particular.
Este fenómeno de los nexos comerciales también se relaciona con la evidencia de la teoría “gravitacional del comercio”. Es decir que las relaciones comerciales internacionales son mayores entre los países en la medida que hay mayor diferencia de tamaño de las economías –una pequeña y un mercado grande- y la distancia es relativamente reducida.
De allí, por ejemplo, la dependencia de Uruguay y Paraguay, respecto a los mercados de Brasil y de Argentina. De manera similar en cuanto a evidencias de esta teoría gravitacional del comercio, se tiene la dependencia de las economías de Centroamérica, México y el Caribe, del gran mercado de Estados Unidos.
Los principales desafíos que se pueden vislumbrar de los países de Mercosur, en cuanto al comercio internacional convergen en los siguientes factores.
Uno, revisar la situación de los aranceles. No se trata de crear competencias desleales, lo que se busca es promover y fortalecer el ámbito comercial. Lo que se desea es facilitar el desempeño a los empresarios. En esto, Mercosur tiene quizá mayor flexibilidad quizá, al no contar con tanto preso de burocracias, como si puede ser el caso de otros tratados de integración en Latinoamérica.
Dos, un reto común a los países emergentes, en especial a los latinoamericanos: infraestructura física y preparación mayor del talento y del capital humano. Las vías de acceso, puertos, aeropuertos, acceso a banda ancha tienen todavía amplios márgenes de mejora en la región. Sin ello no es posible desarrollar circuitos competitivos.
Tres, es de revisar el marco de las regulaciones. No es de abrir sin sentido estratégico los mercados de manera indiscriminada. Se trata de establecer procesos, implementar políticas secuenciales tales como la “infant industry” y de compartir costos. En ello es de considerar la vulnerabilidad productiva.
Las oportunidades para Mercosur siguen presentes: mayor competitividad, más crecimiento económico y fortalecimiento de la integración regional.
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P.S. Sin duda el inicio fue el ataque terrorista del 7 de octubre contra Israel. Pero se trata de respuestas proporcionadas. Es la consideración humana. ¿Hasta cuándo la tragedia en Gaza y los rehenes? ¿Hasta cuándo la solución estructural de los dos Estados? ¿Se olvidaron los acuerdos entre el Primer Ministro de Israel Isaac Rabin y la autoridad palestina el 13 de septiembre de 1993 -17 artículos y 4 anexos- todo eso que le costó la vida a Rabin, está perdido?
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario.
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