CON SU implacable y exitosa guerra contra la criminalidad, el salvadoreño Nayib Bukele se convirtió en uno de los presidentes más populares del mundo, enraizó su proyecto político de partido único con un "sistema plenamente democrático y aseguró una arrolladora reelección. Así ajustó cinco años en el poder, pero ¿le será suficiente para alargar la ‘luna de miel’ con sus gobernados en el quinquenio que arrancará este sábado?
Autodefinido como un ‘dictador cool’, este publicista sin grado y que ingresó a la política en 2012 de la mano del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) -otrora guerrilla- decidió a finales de 2018, tras ser expulsado de ese partido izquierdista, lanzar una campaña presidencial por las redes sociales, donde con su estilo, lenguaje, así como su promesa de acabar con el mayor problema nacional, a saber, el violento accionar de las pandillas, fue respaldado contundentemente por los salvadoreños, poniendo fin al tradicional bipartidismo que se alternó el poder tras la guerra civil.
Y aunque no se considera de izquierda ni de derecha, su gestión lo enmarcan en esta última tendencia. Además, se identifica con las políticas y propuestas de dos centro-derechistas claves en la geopolítica mundial como lo son el expresidente republicano norteamericano Donald Trump y el mandatario argentino, Javier Milei, con quienes se reunió en la conferencia conservadora de febrero realizada en Estados Unidos.
Su modelo de seguridad con que desmanteló las pandillas, los recursos con los que logró viabilizar su reelección, la drástica reducción del Congreso y las alcaldías, su proyecto para reformar la Constitución, la eliminación de la ‘ideología de género’ en libros escolares son, entre otros, las decisiones de arraigo derechista que ha tomado el novel mandatario salvadoreño.
Con una inédita popularidad (85%) y tildado como “todopoderoso” por una oposición minimizada que denuncia que el mandatario está en vía de convertirse en dictador, este sábado inicia la era de Bukele II. Sin “hoja de ruta”, ya que nunca presentó plan de gobierno, los salvadoreños esperan que afronte los pendientes y que atañan directamente a su inmediato futuro. Estos son:
1. Encender la economía. Es la tarea más urgente y sobre la que tienen puestos los ojos tanto dentro como fuera del país. Acabado el compás de espera de cinco años para que recuperara la seguridad, los salvadoreños esperan gestión en temas específicos: empleo, lucha contra la pobreza, mejoras en salud y educación, al igual que el acceso a vivienda. Las remesas han sido por décadas el motor de la economía, resentida sin duda por la nula inversión, consecuencia precisamente del accionar de las organizaciones criminales. Hoy, con el “país más seguro del hemisferio occidental”, como lo presenta Bukele, deberá centrar su segundo mandato en los temas anteriormente mencionados, porque la abultada deuda internacional y el desarrollo del país demandan tanto proyectos productivos como capital foráneo, el que seguirá esquivo mientras no haya seguridad jurídica y reglas claras.
2. ‘Guerra’ a la pobreza. El año pasado cerró con un 24 % de la población en condición de pobreza (la mitad de ella extrema), un 70% de sus trabajadores en la informalidad, a deuda que supera los USD 30 mil millones (con primeros vencimientos de pago en 2027) y un alto nivel de migración (por falta de oportunidades laborales). Aunque todo ello es el coletazo de la guerra civil de los años 80 y se agravó con el endeudamiento posterior para reconstruir el país, enfrentar estos problemas más espera. Si Bukele II no implementa acciones para generar puestos de trabajo formal y estable, frena el aumento en el costo de vida (la canasta básica de alimentos subió un 305 en los últimos tres años mientras que el salario mínimo sólo un 20%), reactiva tanto el campo como la industria y atrae inversión extranjera (es la más baja de Latinoamérica), especialmente para sus dos anunciados proyectos, como son el turismo y la tecnología, la ‘luna de miel’ que ha mantenido durante cinco años llegará a su fin.
3. Salud fiscal. Esta es otra de las grandes preocupaciones ya que la deuda pública se sitúa en torno al 80% del PIB y el país es incapaz de vender bonos en el extranjero para obtener efectivo o atraer grandes inversiones, señala el economista independiente salvadoreño César Villalona. Por ello, agrega, el gobierno pide prestado a organismos internacionales, a su propio banco central y al fondo nacional de pensiones, lo que ha disparado el déficit. Para intentar tapar ese profundo hueco, negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de unos USD 1.300 millones de dólares, pero según este experto, Bukele intenta esquivar las condiciones que incluyen recortar el gasto público, los subsidios y subir los impuestos al consumo "porque tiene un costo político". El presidente salvadoreño debe, a su vez, ganar la confianza de los inversionistas, pero ello solo es posible con estabilidad e indicadores claros. El PIB al cierre del año pasado fue 3,5%, pero según previsiones del FMI cerraría este por debajo del 2%. De allí que el desafío inmediato e impostergable para el renovado gobierno impulsar el crecimiento económico.
4. Reversar el bitcoin. Confianza inversionista, estabilidad monetaria, impulso al consumo y garantía crediticia están directamente afectados por la declaratoria del bitcoin como moneda de curso legal. Analistas consideran que su impacto económico real ha sido nulo y el FMI, con el que se apresta el gobierno salvadoreño a negociar, exige su derogación. Vale recordar que, en 2001, el país sustituyó el colón por el dólar estadounidense como su moneda oficial; y hace tres años, el presidente Bukele convirtió a El Salvador en el primero del mundo en aceptar negociaciones con esta criptomoneda. Sin embargo, no ha tenido mayor aceptación y, ejemplo de ello, de los más de 8 mil millones de dólares que ingresaron por remesas, solo el 1% lo hizo a través de alguna billetera digital, según informó el Banco Central de la Reserva. Algo similar ocurrió con las exportaciones y las inversiones extranjeras directas.
5. Justicia transparente y garantista. La "guerra" a las pandillas que, en 2022, declaró Bukele tras una escalada de 87 homicidios en un fin de semana ha sido un éxito y el balance que exhibe es de más de 80 mil delincuentes tras las rejas en una mega-cárcel de alta seguridad, el 90% del país libre de criminalidad y una drástica reducción de homicidios (de 106 por cada 100.000 habitantes en 2015 a 2,4 el año pasado) así como de todas las actividades ilegales con que se financiaban: extorsión, tráfico de armas y microtráfico. Hay un remanente de esos pandilleros según el presidente salvadoreño que reiteró acabará, pese a los cuestionamientos que organizaciones de derechos humanos le han hecho por considerar que entre los privados de libertad hay miles de inocentes. Esa cruzada fue posible a la declaratoria de un régimen de excepción instaurado en marzo del 2022 y que sigue vigente. De allí que sus desafíos en este aspecto son varios, pero destacan: preservar la seguridad alcanzada, generar un marco legal para que, superado ese régimen no vuelva a activarse el crimen organizado y la delincuencia, al igual que garantizar un debido a proceso a los hoy encarcelados.
6. No sólo ‘Nuevas Ideas’. Con el control del Congreso ya que su partido Nuevas Ideas tiene 54 de los 60 escaños, de casi todas las instituciones del Estado y un contundente sí a su reelección (85%), Bukele asegura el sistema de “partido único en una democracia", pero corre el riesgo de convertirse en un ‘dictador’ ya no ‘cool’ como en broma se define para criticar a quienes lo tildan de autoritarista, sino en uno verdadero, como otros que hay en la región. Con el proyecto para reformar la Constitución ad portas de convertirse en ley (falta solo un visto bueno del Congreso) puede implementar la reelección indefinida y limitar el derecho a la oposición, esa que como expresó el analista Eugenio Chicas, hoy “respira pero está en coma”. Sin embargo, todo dependerá de cómo enfrente los tan grandes como múltiples desafíos que traen implícitos este segundo tiempo. Sin desconocer que la seguridad es importante, los problemas de este país, uno de los más pequeños del mundo, van mucho más allá. Solo un crecimiento económico sostenido permitirá bajar los niveles de pobreza, crear empleos, formalizar los ya existentes y atraer inversores. Esa debe ser la prioridad de Bukele II, el "Philosopher king" (rey filósofo), como se conoce en las redes sociales.