Otro mes de guerra y con las negociaciones en el congelador | El Nuevo Siglo
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Martes, 24 de Mayo de 2022
Redacción internacional

LA GUERRA en Ucrania entró en el cuarto mes y lo que se avizora es más barbarie ya que los bandos enfrentados ni la comunidad internacional están buscando la salida diplomática. Por el contrario, con el Kremlin enfocado en conquistar el este del país invadido y Occidente multiplicando la entrega de armamento a Kiev, el final de conflicto parece muy lejano.

Con versiones antagónicas sobre las exigencias puestas sobre la mesa, cruce de acusaciones sobre el fracaso de la misma e inclusive sobre la fecha en que se rompieron los contactos, la negociación ruso-ucraniana está en el congelador desde hace más de un mes y no se vislumbra gestión de ninguna de las partes para reactivarla.

Tanto el presidente ucraniano Volodomir Zelenski como altos funcionarios rusos, entre ellos el jefe del equipo negociador han reiterado su “disposición” a retomar el diálogo, pero han ido más allá. Ninguna de las partes ha dado paso alguno para restablecer los contactos mientras sobre el terreno la guerra se intensifica aumentando, entre otros, el incierto pero elevado número de víctimas, el desplazamiento forzado, la destrucción de ciudades y la zozobra de millones de ucranianos dentro y allende a su país.

La comunidad internacional que reaccionó con indignación el pasado 24 de febrero cuando el presidente ruso Vladimir Putin informó del inicio de lo que bautizó como ‘ofensiva especial’ en Ucrania, hoy se moviliza para entregar ayuda a ese país, en dinero pero sobre todo en armamento, dejando de lado los esfuerzos diplomáticos, esos que meses atrás contaron con los buenos oficios de decenas de países, entre ellos algunos ‘impensables’ como Israel y Turquía.

Vale recordar que gracias a esa mediación inicial se instaló la mesa de negociación, a los ocho días de la invasión en la frontera bielorrusa, se acordaron los corredores humanitarios para evacuar civiles de zonas de combate, se realizó el encuentro de los cancilleres ruso y ucraniano en Estambul y se logró un primer borrador que estableció tanto la renuncia de Kiev a ingresar a la Otan -como públicamente lo confirmó el presidente Zelenski- y la redacción de un estatuto de neutralidad, acorde con las circunstancias geográficas y políticas de ese país lo que, de suyo, lo haría muy diferente a los modelos finlandés y sueco.

A comienzos de semana, el negociador Vladimir Medinsky afirmó que Rusia está dispuesta a dispuesta a retomar los diálogos de paz con Ucrania y culpó de la suspensión a su contraparte, el gobierno ucraniano.

"Rusia nunca ha rechazado las negociaciones…El congelamiento de las conversaciones fue completamente una decisión de Kiev", sostuvo el consejero del Kremlin y líder del equipo negociador, quien agregó que el último contacto con la contraparte se registró el 22 abril.

Por su parte el vicecanciller Andréi Rudenko aseguró que “estamos dispuestos a retomar las negociaciones. No fuimos nosotros quienes interrumpimos el proceso de negociaciones, lo pausaron nuestros socios ucranianos. En cuanto ellos expresen la disposición a volver a la mesa de negociaciones, nosotros naturalmente responderemos de modo afirmativo”, al tiempo que enfatizó que “lo importante es que haya de qué hablar".

La contraparte ucraniana tiene su versión. El asesor y jefe negociador, Mykhailo Podolyak, dijo que la mesa está "en pausa", porque Moscú se resiste a aceptar que las condiciones que se daban al inicio de la campaña militar rusa en Ucrania han cambiado sustancialmente.

Tras señalar que la negociación se estancó el pasado 29 de marzo por “los crímenes de Bucha” y la concentración de la ofensiva rusa cobre Mariúpol (la que ya controla) y el este del país.


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Para el presidente Zelenski manifestó que la guerra sólo puede terminar por medios "diplomáticos", aunque como reseñamos las negociaciones están en punto muerto.

"El final (el conflicto) será diplomático…La guerra será sangrienta, habrá combates, pero terminará definitivamente a través de la diplomacia", sostuvo a un medio de comunicación ucraniano.

El mandatario agregó que “las discusiones entre Ucrania y Rusia definitivamente tendrán lugar. No sé bajo qué formato: con intermediarios, sin ellos, en un círculo ampliado o a nivel presidencial" porque insistió “hay cosas que solo podremos lograr en la mesa de negociaciones. Queremos que todo vuelva (a ser como antes)", algo que "Rusia no quiere”.

Zelenski recordó que una condición indispensable para continuar las conversaciones era que el ejército ruso no matara a los militares ucranianos atrincherados en el vasto complejo metalúrgico de Azovstal en Mariúpol, en el sureste de Ucrania, tal cual se cumplió, ya que las tropas rusas hicieron un alto al fuego para la rendición de éstos.

Sin embargo, Kiev ni Moscú han retomado los contactos.

Negociar no da espera

Al iniciarse el cuarto mes de la guerra, que se vislumbra como una apuesta de desgaste, es imprescindible que se vuelva a la mesa de negociación porque la misma está agravando la situación económica mundial, de por sí golpeada por la pandemia de covid-19.

A la llamada crisis de los contenedores -la parálisis forzada en los puertos por las restricciones sanitarias- que desató una grave afectación en la cadena de suministros, se ha sumado la galopante inflación mundial, jalonada principalmente por los altos precios de los alimentos y los combustibles. La situación es tan preocupante que tanto el secretario de Naciones Unidas como la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtieron que la guerra amenaza con hacer caer a decenas de millones de personas en la inseguridad alimentaria.

En lo corrido del año, el precio de varios alimentos de la canasta básica ha subido entre un 25% y un 40%, mientras que en otros como el trigo y el aceite, el alza ha sido del 60%.  

Antes de la invasión, Ucrania era uno de los graneros del mundo, exportando 4,5 millones de toneladas de productos agrícolas al mes desde sus puertos, incluyendo un 12% del trigo mundial, un 15% del maíz y la mitad del aceite de girasol.  Rusia, por su parte, es uno de los principales productores de fertilizantes, representando el 15% del comercio mundial de éstos y el 20% del comercio global de gas natural, componente clave en la fabricación de los mismos.

Esa es la génesis de los elevados precios actuales de los productos básicos agrícolas que, de por sí se vieron impactados los dos años anteriores por las restricciones a la movilidad que impusieron, especialmente vía marítima, por la pandemia del covid-19.

A lo anteriormente descrito se suma otro hecho de guerra: estacionados en la cercana península de Crimea tras su anexión en 2014, los rusos no han desembarcado en las playas de Odesa como se temía, pero su bloqueo sobre el mar del Negro tras provocar la devastación económica de Ucrania amenaza con generar hambruna en otros lugares.

Los graneros y los puertos de toda Ucrania rebosan de millones de toneladas de cereal sin destino de exportación por el asedio ruso, en carreteras y puertos marítimos. Además, en el templado sur del país la cosecha de verano debe empezar a recogerse en las próximas semanas, pero no hay donde colocar ni el trigo ni los otros productos de pancoger.

De eta forma y aunque la atención esté centrada en la batalla rusa para conquistar el este de Ucrania, el bloqueo del mar Negro puede desencadenar consecuencias más graves en los precios alimentarios y la seguridad alimentaria porque vale destacar que las rutas alternativas, por carretera o ferrocarril, amén de que son incapaces de absorber el alto volumen de comercio están bajo el fuego cruzado, en su mayoría.

Así las cosas, la comunidad internacional debería retomar la ofensiva diplomática para que Moscú y Kiev retomen el diálogo porque con el pasar de los días, las consecuencias de la guerra se agravan y se extienden.