Papa describe los “escenarios de esta tercera guerra mundial” | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Domingo, 25 de Diciembre de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

EXISTEN hoy "las mismas pasiones negativas", como "el apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía y la mentira" que impidieron al rey Herodes acoger el nacimiento de Jesús, se lamentó el papa Francisco durante su tradicional mensaje de Navidad, en el que amén de condenar los “crudos vientos de guerra” que continúan soplando sobre la humanidad, instó a disiparlos prontamente.

Ante más de 150.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro y las inmediaciones de Vía de la Conciliación, el Pontífice reiteró su llamado a “acallar las armas” en Ucrania, golpeada por una “guerra insensata” y aseguró que en este momento el mundo "está viviendo una grave carestía de paz" lo que hace pensar en una "tercera guerra mundial".

"En efecto, debemos constatar con dolor que, al mismo tiempo que se nos da el Príncipe de la paz, crudos vientos de guerra continúan soplando sobre la humanidad", dijo primero dese la logia central de la basílica vaticana y lo repitió en la lectura de su mensaje desde el balcón que preside la majestuosa plaza de San Pedro, donde sobresalieron decenas de banderas ucranianas.

"Que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra", declaró el papa argentino, al tiempo que enfatizó que este conflicto fue “impulsado por decisiones humanas reprobables”.

Pidió que "el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata. Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo".

Centrado en la guerra en Ucrania destacó que la misma sigue incidiendo en "la escasez de trigo y los precios del combustible".

De hecho, reiteró que cada día "se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas…La guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación, dejando poblaciones enteras con riesgo de carestía, especialmente en Afganistán y en los países del Cuerno de África".



El vicario de Cristo recordó que “toda guerra provoca hambre y usa la comida misma como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo", por ello indicó que “en este día, aprendiendo del Príncipe de la paz, comprometámonos todos -en primer lugar, los que tienen responsabilidades políticas-, para que la comida no sea más que un instrumento de paz".

 

Preocupante escenario

Antes de impartir su tradicional bendición del "Urbi et Orbi" –a todo el mundo-, el papa pasó revista a los conflictos que sacuden el planeta, algo que suele hacer, citando diez países afectados por la violencia o las tensiones, que describió como "escenarios de esta tercera guerra mundial".

Entre ellos, Afganistán, el conflicto palestino-israelí, Yemen, Siria, Birmania, Líbano, azotado por una grave crisis económica y social, y Haití, donde más de 1.400 personas murieron violentamente este año, según la ONU.

Por primera vez, el papa citó Irán, afectado por una ola de protestas sin precedentes desde la Revolución Islámica de 1979, que han derivado en más de 14.000 detenciones desde mediados de septiembre, según la ONU, y 469 manifestantes muertos, según la oenegé Irán Human Rights, radicada en Oslo.

"Pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos. Imploremos al Señor para que allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos", pidió Francisco.

Recordó, también, a "las comunidades cristianas que viven en todo el Oriente Próximo, para que en cada uno de esos países se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos".

De igual forma oró por el Líbano, "para que finalmente pueda recuperarse, con el apoyo de la comunidad internacional y con la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad".

Igualmente, invocó la paz para otras partes del mundo como la región del Sahel, "donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia". Asimismo, reclamó "una tregua duradera en Yemen y hacia la reconciliación en Myanmar y en Irán, para que cese todo derramamiento de sangre".

Por otro lado, el Papa ha pedido que las autoridades políticas y todas las personas de buena voluntad pongan sus esfuerzos en pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países. En concreto, ha mencionado Haití "que está sufriendo desde hace mucho tiempo".

Finalmente, el Pontífice ha invitado a los fieles a reconocer el "semblante inocente de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz " y ha instado a no olvidarse de los "migrantes y refugiados" ni de los presos a los que ha dicho que solo se les mira "por sus errores y no como seres humanos".

"Conexión"

Unas 7.000 personas asistieron el sábado por la noche a la misa de Nochebuena presidida por el papa en la basílica de San Pedro, según el Vaticano.

El papa, que se desplaza en silla de ruedas debido a sus dolores de rodilla, rezó por los "niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia" y lamentó que "los hombres (...) hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos".

Ante este "consumismo", el pontífice invitó a tomar "distancia de aquel escenario mundano" y redescubrir el sentido de la Navidad, a través de una Iglesia caritativa al servicio de los pobres.

"Es muy inspirador estar aquí con toda esta gente, estamos felices y emocionados de ver al papa, aunque estemos fuera, y de sentir esta conexión entre nosotros", dijo Victoria Machado, de 19 años, que vino de México con su familia.

Como ella, unas 4.000 personas que no consiguieron boletos siguieron la celebración a través de pantallas gigantes instaladas en el exterior.

‘Renació’ Belén

Entre tanto, al otro lado del mar Mediterráneo, a más de dos mil kilómetros de distancia, la Basílica de la Natividad retomó sus tradiciones y actividades habituales después de tres años de pandemia.

Árbol de Navidad gigante, globos de colores en las calles y selfies en la Basílica de la Natividad fueron la constante en esta ciudad, cuna de Cristo, según la tradición cristiana y que volvió a recibir a miles de peregrinos y turistas.

Ahora sin las restricciones sanitarias por la pandemia de covid-19, la ciudad tiene un aire muy religioso, pero también festivo.

"La Navidad es la fiesta de la ciudad, hemos tomado mucho tiempo y hecho mucho esfuerzo para prepararla", dijo la alcaldesa del municipio, Hanna Hanania. "Queríamos tener participación internacional y organizamos canciones y espectáculos para niños con cantantes de Francia, Sudáfrica y Malta", añadió.

Las calles, comercios y edificios de piedra de esta localidad palestina, donde conviven cristianos y musulmanes, atraen a muchos turistas como James Wittenberger, un estadounidense de 70 años proveniente de Michigan con sus cuatro hijos, que califica el lugar como “maravilloso”, al igual que el joven John Haves, oriundo de Vancouver, quien resalta el “hecho de que es un lugar santo, el lugar del nacimiento de Cristo, es un lugar importante, especialmente en Navidad".

Propietario de un taller de alfarería y cerámica, Michael Al-Sirani está encantado de ver a los turistas regresar después de dos navidades difíciles que obligaron a los hoteles locales a cerrar sus puertas. "Estamos empezando a sentir que las cosas están mejorando después del coronavirus. Además, los turistas volvieron a dormir en la ciudad", dijo.

Una observación confirmada por la Autoridad Palestina asentada en Cisjordania. "Desde principios de este año, pero más precisamente desde marzo, empezamos a recibir turistas y peregrinos del mundo entero. El número ha seguido aumentando hasta un total de 700.000 procedentes de todo el mundo", explica Rola Maayah, ministra palestina de turismo.