A QUE lleguen “lo antes posible” a un acuerdo para poner fin a la severa crisis que golpea a su país instó ayer el papa Francisco a gobierno y oposición de Venezuela.
“Una vez más quisiera expresar mi cercanía al amado pueblo venezolano, particularmente extenuado por la prolongada crisis”, manifestó el Pontífice, después de la oración del Ángelus, en la plaza de San Pedro.
Y agregó: “Pidamos al Señor que inspire e ilumine a las partes en causa, para que puedan llegar lo antes posible a un acuerdo que ponga fin al sufrimiento de la gente por el bien del país y de toda la región”.
Delegados del presidente Nicolás Maduro y del opositor Juan Guaidó, reconocido como mandatario encargado por medio centenar de países, emprendieron en mayo conversaciones bajo la mediación de Noruega para intentar resolver su pugna de poder.
Una nueva cita tuvo lugar esta semana en Barbados, sin perspectiva por ahora de una nueva elección presidencial, principal objetivo de la oposición.
Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, sufre la peor crisis económica, social y política de su historia reciente. Más de 3,3 millones de venezolanos han abandonado su país por la crisis desde 2016, según la ONU.
OEA pide más presión
Ya el viernes pasado el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, había dicho que la presión de Estados Unidos sobre el gobierno de Nicolás Maduro es “fundamental” para el éxito del diálogo para resolver la crisis en Venezuela y pidió incrementarla.
El diálogo entre gobierno y oposición depende de la campaña de “sanciones” y “amenazas creíbles” de Estados Unidos para forzar un cambio de régimen en Caracas, dijo Almagro, junto al representante especial de Estados Unidos para la crisis venezolana, Eliott Abrams.
“Más que lo que se negocie sobre la mesa propiamente de negociación, si sale algo de allí va a ser por los factores externos, como la presión de sanciones y otras amenazas creíbles que realiza la administración de Estados Unidos”, señaló.
Rotundo opositor a Maduro, cuyo gobierno considera ilegítimo y “criminal”, Almagro enfatizó que “cuando empieza un proceso de diálogo no puede reducirse la presión ni interna ni externa sobre la dictadura”.
“Hay que aumentarla, porque los resultados van a depender de que se aumente esa presión”, dijo.
El secretario general de la OEA dijo que el "proceso Oslo-Barbados" requiere "esencialmente" de la presión de Washington sobre los elementos que "oprimen al pueblo venezolano", en particular "el factor cubano".
"Mientras 15.000-22.000 cubanos estén en Venezuela es impensable el retorno a la democracia en el país. Podrá haber un lavado de cara semi-institucional, pero no un retorno a la democracia", aseguró en alusión al apoyo del gobierno de Cuba a Maduro, que La Habana niega que tenga implicaciones político-militares.
Abrams no hizo comentarios sobre la batería de sanciones financieras que Estados Unidos ha impuesto en los últimos dos años a decenas de allegados a Maduro y entidades venezolanas, así como al sector petrolero, clave para la economía del país sudamericano.
"Estados Unidos quiere un retorno pacífico a la democracia en Venezuela, por lo que no hace falta decir que esperamos que las negociaciones tengan éxito", afirmó el diplomático, destacando que el líder opositor Juan Guaidó, a quien Washington reconoce como presidente interino, participa en el diálogo "para terminar con el régimen".
En la misma rueda de prensa, sin embargo, el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Carlos Holmes Trujillo, aseguró que Washington "seguirá con la presión hasta que Venezuela pueda celebrar elecciones libres".