El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump quien no ha felicitado a al demócrata Joe Biden, ni lo ha invitado a tomar el té en la Oficina Oval como es costumbre, tiene previsto partir en la mañana de este martes hacia su residencia en Mar-a-Lago en el estado de la Florida, convirtiéndose en el primer presidente en no asistir a la juramentación de su sucesor desde Andrew Johnson en 1869.
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Trump quien anunció que no estaría en la ceremonia dos días después de que manifestantes hubieran ingresado a las instalaciones del capitolio para evitar la proclamación de Biden, se convertirá de esa manera en el cuarto presidente en la historia, después de John Adams, John Quincy Adams y Andrew Johnson, que no acude a la investidura de su sucesor.
No cabe duda de que la incertidumbre sobre la confiabilidad de los resultados de las elecciones que dieron como ganador a Biden, es la razón principal de la ausencia del mandatario republicano y de la falta de reconocimiento de millones de estadounidenses que dudan de su legitimidad para asumir el poder en momentos de una enrome crisis económica, sanitaria y de peligrosa polarización.
Sin embargo y pese a que Trump no cumplió con las tradicionales costumbres entre presidente saliente y entrante, este martes en un mensaje de despedida a la Nación pidió “rezar” por el éxito del gobierno que llega.
"Esta semana se inaugura una nueva presidencia y recemos por su éxito para que Estados Unidos siga siendo un lugar seguro y próspero", dijo el mandatario republicano.
Anteriores ausencias
Muchos cambios de gobierno se llevaron a cabo en el pasado en una atmósfera febril y en algunos casos dramática.
En 1801, el segundo presidente de Estados Unidos, John Adams, despreció a su sucesor, Thomas Jefferson, y abandonó la Casa Blanca al amanecer después de calificar a su exvicepresidente de "mezquino, hijo de mala vida de una india mestiza".
Adams buscó un segundo mandato, pero tuvo que enfrentar a Jefferson con la opinión pública en contra debido a la defensa de las Leyes sobre Extranjería y Sedición de 1798, que restringieron las actividades de los ciudadanos extranjeros y limitaron la libertad de expresión y de prensa.
La estrecha elección fue definida por la Cámara de Representantes lo que terminó de distanciar a la antigua fórmula.
La resultante transferencia pacífica del poder de Adams a Jefferson fue denominada irónicamente la “Revolución de 1800”. Tras pronunciar un discurso conciliador en la toma de posesión, Jefferson comenzó la ahora venerable tradición de marchar desde el Capitolio a la Casa Blanca. Y tendría dos mandatos en el cargo.
El hijo de Adams, John Quincy, ganó en 1824 una apretada elección frente Andrew Jackson, quien denunció fraude. Cuatro años después, Jackson tuvo su revancha tras una campaña aún más polémica y al igual que su padre, Adams Jr. abandonó la Casa Blanca la noche previa a la investidura.
John Quincy Adams siguió los pasos de su padre de muchas maneras. Como secretario de estado del presidente saliente, James Monroe, buscó obtener la presidencia por derecho propio en 1824. Pero enfrentó múltiples rivales, en especial Andrew Jackson y Henry Clay.
Finalmente, Andrew Johnson (1869) asumió la presidencia después del asesinato del presidente Abraham Lincoln en 1865 y fue el último en ‘boicotear’ en 1869 a su sucesor Ulysses Grant, quien desairó su ofrecimiento de compartir el carruaje hasta el Capitolio.
A pesar de la abultada victoria electoral de Grant, Johnson se negó obstinadamente a asistir a la toma de posesión el 4 de marzo. Por el contrario, permaneció en la Casa Blanca.
Grant fue reelegido fácilmente en 1872 para un segundo mandato. Con la excepción de los dos mandatos de Grover Cleveland en el cargo, los republicanos dominaron la Casa Blanca hasta 1913.
Posesión de Biden
A sus 78 años, Biden asumirá este miércoles como el presidente número 46 de los Estados Unidos (EU) ante el líder del Tribunal Supremo, John Roberts. Su posesión no sólo es inédita por ser el mandatario de mayor edad en ocupar el cargo, sino porque su antecesor no estará presente y por un sinnúmero de situaciones que hacen el evento particularmente llamativo.
Como es sabido las pasadas elecciones han sido unas de las más reñidas y polarizadas de la historia y Biden recibirá un país inmerso en una profunda polarización política, una crisis económica sin precedentes y una preocupante situación sanitaria por cuenta de la pandemia del nuevo coronavirus que no de tregua en el país del norte.
Según un reciente informe interno del FBI, citado por medios estadounidenses, un "grupo armado identificado" podría "asaltar" edificios gubernamentales en los 50 estados durante el acto e incluso intentar sabotear la investidura del nuevo presidente, razón por la cual la Guardia Nacional ha desplegado más de 21.000 soldados en la ciudad de Washington, ciudad que se encuentra bajo un fuerte dispositivo de vigilancia, con el fin de evitar que hechos como el ocurrido el 6 de enero pasado cuando un grupo de manifestantes se tomó las instalaciones del Capitolio cometa actos similares.
"Estamos preocupados por los riesgos de violencia durante las numerosas manifestaciones previstas en… Washington y frente a los edificios gubernamentales en los estados", que podrían atraer a individuos armados, explicó la semana pasada el director del FBI, Christopher Wray, quien, durante una reunión con el vicepresidente saliente, Mike Pence, mencionó "una cantidad importante de discusiones inquietantes en internet".
Polarización
La tensa situación de seguridad que rodea la investidura de este 20 enero es una prueba de la polarización que vive el país y si a esto se suma a las medidas de protección para evitar la expansión del covid-19, no es extraño que haya quien incluso especule sobre la posibilidad de que la ceremonia se realice en interiores y a puerta cerrada. Aunque no sería la primera vez que el acto se hace de esta manera, como se recordará Ronald Reagan tuvo que comenzar uno de sus dos mandatos bajo techo por las inclemencias meteorológicas, no deja de ser enormemente llamativo por las circunstancias particulares de esta ocasión.
A pesar de que tras los disturbios en el Congreso miles de personas dicen listos para tender la mano "al otro bando" político y cerrar las divisiones, las medidas de este miércoles reflejan cierto pesimismo a ese respecto. Pese a lo anterior organizaciones como Braver Angels, con el objetivo de superar las divisiones, organizó una asamblea para "unir a Estados Unidos" para evitar una "guerra civil".
Sin embargo, persisten las dudas sobre cuánto pueden lograr tales esfuerzos cuando se enfrentan dos extremos en un marco sociopolítico muy tenso, el cual es alimentado por la hostilidad que se destila en las redes sociales. A este respecto un 56% espera que las divisiones persistan durante el nuevo gobierno y solamente un 31% cree que Biden será capaz de "unir al país", según una encuesta de Quinnipiac y considerando que la diferencia entre los dos candidatos en la elección presidencial fue de tan sólo el 4,4% de los votos.
Shirley Anne Warshaw, una profesora de Ciencia Política en el Gettysburg College, dijo que la polarización política en Estados Unidos supone un desafío completamente distinto tras los cuatro años de presidencia de Donald Trump. "Va a ser muy difícil para el presidente Biden el atraer a esas personas a la arena política", dijo, "a la normalidad de creer que el gobierno trabaja para ellos".
Por su parte David Farber, un profesor de Historia en la Universidad de Kansas, indicó tras la irrupción al Congreso, Biden también enfrenta una crisis de "legitimidad política".