Las reacciones internacionales por las elecciones en Bielorrusia y las subsecuentes manifestaciones por fraude continúan. En Reino Unido, el ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, anunció que su país "no acepta los resultados" de las presidenciales y piensa "sancionar a los responsables" de la represión.
Los líderes europeos celebrarán por su parte una cumbre extraordinaria el miércoles para abordar la crisis en Bielorrusia.
Estonia instó a celebrar lo antes posible una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación del país y en Estados Unidos, el presidente Donald Trump afirmó que seguía "muy de cerca" la situación en el país.
Miles de partidarios de la oposición en Bielorrusia se congregaron nuevamente ayer en otra manifestación tras una tensa jornada para el presidente Alexandre Lukashenko, confrontado a un movimiento huelguístico que se amplía.
Al menos 5.000 personas manifestaron en Minsk, gritando "¡Vete!" al jefe de Estado en el poder desde 1994 y reelegido para un sexto mandato con el 80% de los votos en una muy cuestionada elección presidencial.
Más temprano, Lukashenko protagonizó un tenso cara a cara con obreros en huelga, el día después de una gigantesca manifestación para pedir su salida.
El lunes por la mañana, miles de manifestantes se congregaron ante la fábrica de vehículos pesados (MZKT) y la planta de tractores (MTZ) de Minsk, así como frente a la sede de la televisión gubernamental bielorrusa, ondeando banderas blancas y rojas de la oposición y lanzando consignas hostiles al poder.
La visita del presidente a la fábrica MZKT, adonde llegó en helicóptero, provocó un encontronazo con obreros que le gritaban "¡Vete!", mientras daba su discurso y respondía a sus preguntas.
"Gracias, ya he dicho todo lo que quería decir. Podéis decir 'vete'", aseguró Lukashenko en la conclusión de su discurso, visiblemente enfadado.
El presidente insistió en que no abandonaría el poder. "Nunca haré algo bajo presión", declaró. "Hasta que no me maten, no habrá elecciones", dijo desafiante.
Sin embargo, luego matizó que estaba listo a organizar nuevas elecciones pero tras la adopción de una nueva Constitución, sin dar más detalles.
La presión va en aumento desde que el presidente fue reelegido, pese a las numerosas acusaciones de fraude.
La candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, que cosechó por su parte el 10% de los sufragios, afirmó que estaba lista para "asumir (sus) responsabilidades" y gobernar, en un vídeo grabado en Lituania, donde se refugió.
Estas protestas llegan un día después de que más de 100.000 de personas se manifestaron el domingo en Minsk para exigir la salida de Lukashenko, tras 26 años en el poder.
La manifestación, considerada una de las mayores de la oposición de la historia del país, se desarrolló sin detenciones y, hecho excepcional, fue incluso presentada de manera neutra o positiva por los medios estatales.
Desde las elecciones, la exrepública soviética ha sido escenario de manifestaciones que fueron en un principio violentamente reprimidas por las autoridades, dejando dos muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.
Las autoridades bielorrusas dieron luego señales de retroceso, ordenando la liberación de más de 2.000 de las 6.700 personas arrestadas durante las protestas.
El domingo, Minsk recibió el apoyo de Moscú, un aliado histórico pese a las tensiones recurrentes entre ambos países.