¿Por qué no suben los embalses de Chingaza pese a las lluvias de Bogotá? | El Nuevo Siglo
Las lluvias que caen sobre Bogotá no tienen relación con las precipitaciones que alimentan el sistema Chingaza. Foto: Montaje ENS/ Alcaldía de Bogotá
Miércoles, 5 de Marzo de 2025
Redacción Web

La pregunta que ronda entre los ciudadanos: si llueve en Bogotá ¿por qué los embalses del sistema Chingaza no recuperan sus niveles? Natasha Avendaño, gerente general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, le explicó a EL NUEVO SIGLO las razones detrás de esta aparente contradicción y despejó inquietudes sobre el estado actual de los reservorios de agua.

Las lluvias que caen sobre Bogotá no tienen relación con las precipitaciones que alimentan el sistema Chingaza. Este complejo de embalses, ubicado a 40-50 km de la ciudad en la cuenca de la Orinoquía, opera bajo un régimen de lluvias completamente distinto al de la región andina. Mientras los bogotanos ven aguaceros en sus localidades, zonas como Chusa, clave para el abastecimiento, atraviesan su temporada seca anual, que históricamente se extiende de diciembre a marzo.

“Desde hace 60 años, nuestras mediciones muestran que estos meses son los de menor afluencia hídrica en Chingaza”, precisó Avendaño.

Aunque los niveles actuales superan la “curva guía” (el mínimo operativo para garantizar el servicio), aún están lejos de los promedios históricos ideales. Por esta razón, las restricciones de consumo seguirán vigentes. La buena noticia viene del IDEAM: entre marzo y abril se pronostican lluvias por encima del promedio en Chingaza, lo que marcaría el inicio del año hidrológico, período de recuperación que va hasta noviembre. 

Natasha Avedaño
Gerente general de la Empresa Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Natasha Avendaño. Foto: ENS

La excepción de los embalses del sur

Mientras Chingaza lucha por recuperarse, dos pequeños reservorios en Usme (Chisacá y Regadera) desafían la tendencia. Estos embalses, que alimentan la planta de tratamiento El Dorado, dependen de las lluvias locales y no del sistema Chingaza. Su reducida capacidad, de 6 millones de metros cúbicos el primero y 3.4 millones el segundo, explica por qué se llenan rápidamente con los aguaceros bogotanos. Según datos del 4 de marzo de 2025, Chisacá está al 72.88% (4.40 millones de m³) y Regadera al 90.84% (3.08 millones de m³).

Avendaño descarta riesgos de desbordamiento: “Controlamos los niveles mediante válvulas y coordinación con autoridades ambientales. Aunque Regadera llegó al 107% en febrero, se manejó sin contratiempos”. 

La gerente insiste en no bajar la guardia. Aunque el fenómeno de El Niño pierde fuerza, modelos internacionales sugieren que su influencia climática podría extenderse hasta junio. Además, recuperar los embalses requiere más que lluvias puntuales: se necesitan meses de precipitaciones sostenidas. 

La ciudad enfrenta una lección de geografía aplicada, entender que su destino hídrico no depende de lo que ocurra sobre sus techos, sino de lo que pase en esas llanuras verdes a 50 km de distancia, donde la lluvia sigue siendo esquiva.