¿Cómo son hoy las visitas virtuales en la Cárcel Distrital? | El Nuevo Siglo
Foto archivo
Domingo, 12 de Abril de 2020
Redacción Bogotá

Todo estaba listo: los teclados y audífonos estaban desinfectados, Julián Rodríguez estaba sentado frente al computador a un click de contestar la llamada de su familia, al lado de un guardia del cuerpo de custodia y vigilancia de la Cárcel Distrital, quien vela porque se cumplan los protocolos de seguridad incluso contra el Coronavirus.  

“¿Aló, mamá?” Preguntó un recluso casi dudando de si era real lo que estaba sucediendo. Poco después apareció en la pantalla el rostro de una mujer, su mamá, quien aparentemente estaba conectada desde su celular: -“¡Mamita, cómo está de hermosa!, no se imagina cuánto la he extrañado, me han hecho mucha falta usted, todos”.  Muy emocionado, riendo de alegría y quizás incredulidad de estar viviendo ese momento, Julián mandó saludos y besos a la cámara. Así son hoy las visitas virtuales en la Cárcel Distrital de Bogotá.

Fue una conversación que duraría alrededor de 40 minutos. Detrás de Julián, otras 10 personas privadas de la libertad esperaban ansiosas e impacientes su turno y, después de ellos, dos grupos más tendrían la oportunidad de hablar con sus seres queridos, de preguntarles como están afrontando la cuarentena quienes, aunque libres, también están encerrados en sus casas.

En este segundo grupo se encontraba David Quintero, un hombre privado de la libertad hace tres años largos. Es un hombre alto, poco expresivo, serio y callado. Sin embargo, una vez escucho que el encargado gritó su nombre y le asignó un computador, aquella inexpresividad se perdió. En cuanto tomo asiento se pudo ver una sonrisa en su rostro, una sonrisa que duraría casi una hora. En principio no mencionó palabra alguna, solo rio y efusivamente saludó a la pantalla. 

Tiempo después, aún entre risas, se podía escuchar a David saludando uno a uno a los miembros de su familia, una reunión que hacía más de 3 meses no tenía, quizás para él fue fugaz, pero inmensamente valiosa. Al finalizar su visita Julián comentó: “no tengo ni palabras para describir, es mucho lo que siento en este momento”.

En las pantallas de los computadores de la Cárcel Distrital se pueden ver madres, padres, abuelos, hijos, novias, novios y amigos. Entre sonrisas, lágrimas y en ocasiones, carcajadas. Los privados de la libertad platican de su día a día, preguntan cómo va la vida de sus familiares afuera o envían saludos a sus conocidos.