El último tramo del gobierno de Santos se está viendo salpicado por una serie de atentados, desplazamiento de población, asesinatos de integrantes de la Fuerza Pública, debido al accionar del Eln y de las Bacrim -particularmente el Clan del Golfo-
_______________________________
A los crímenes de uniformados que han cometido en los últimos días el Eln y el Clan del Golfo, se agregan los desplazamientos. Expertos dividen opiniones frente a lo que está pasando, entre que es una situación puntual y que no hay una desmejora como tal, frente a los que dicen que el tema se salió de la manos
El último tramo del gobierno de Juan Manuel Santos, este año, se está viendo salpicado por una serie de atentados terroristas, desplazamiento de población, asesinatos de integrantes de la Fuerza Pública, debido al accionar de la guerrilla del Eln y de las Bacrim -particularmente el Clan del Golfo- organizaciones que también han osado realizar paros armados. Estos hechos se contraponen a los resultados que contra el crimen y la seguridad se han entregado desde la Casa de Nariño. ¿Qué está pasando con la seguridad en el país?, es la pregunta que muchos se hacen
La administración Santos ha tenido que trabajar a fondo, como también los gobiernos que le precedieron, para mejorar los indicadores de seguridad en todo el territorio nacional, afectada en las áreas rurales por la presencia de las guerrillas y las bandas criminales dedicadas al narcotráfico y la extorsión. En tanto que en las ciudades, para frenar el fenómeno de la delincuencia común organizada que tiene entre sus objetivos el robo a las residencias, vehículos, atraco callejero y robo de celulares.
La negociación que adelantó el Gobierno con las Farc en La Habana y el subsecuente acuerdo de paz, produjeron un alivio inicial en la seguridad del país por la desaparición de esta organización del mapa de la criminalidad activa, pues la gran mayoría de sus integrantes se desmovilizaron y entregaron más de siete mil armas de todo calibre.
Entonces en poblaciones martirizadas por la violencia de las Farc, como Corinto y Toribío en Cauca, el temor por tomas y ataques a la estación de policía pasó al olvido; en tanto que en el Hospital Militar de Bogotá, permanecían vacías las camas que casi siempre no daban abasto para atender uniformados heridos.
Sin embargo, la realidad hoy es otra porque las zonas que abandonaron las Farc hoy están en disputa entre el Eln y las Bacrim, lo que ha dejado muertos, heridos en Tumaco y el Chocó, como lo ha alertado la Defensoría del Pueblo y ONGs defensoras de los derechos humanos.
La semana pasada fueron desplazadas por el Clan del Golfo 1.400 personas en Caucasia y Cáceres, y ayer ocurrió algo parecido en Ituango, producto del mismo actor armado.
También el Eln ha desarrollado una feroz escalada terrorista desde el pasado 9 de enero, cuando finalizó un cese el fuego bilateral y todo estaba listo para iniciar el 5º ciclo en las negociaciones de paz en Quito. A finales de enero pasado activó una bomba contra una estación de Policía en Barranquilla, que cobró la vida de seis uniformados. Posteriormente ha asesinado a cuentagotas, a varios policías en regiones como Arauca.
En tanto que el pasado martes, el Eln asesinó a cinco soldados en una emboscada en Norte de Santander. Paradójicamente había anunciado que haría un cese el fuego bilateral por tres días para no afectar las elecciones parlamentarias del 11 de este mes.
En tanto que ayer, un policía muerto y otros tres heridos dejó un ataque en el Urabá antioqueño, atribuido por las autoridades al Clan del Golfo, la principal Bacrim en el país
El Urabá es el centro de operaciones del Clan del Golfo, liderado por Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el hombre más buscado del país y por quien EU ofrece una recompensa de cinco millones de dólares.
Qué está pasando
El exviceministro de Defensa, Rafael Guarín, dijo a EL NUEVO SIGLO que la situación hoy de la seguridad en el país “es el resultado del deterioro progresivo que ha tenido la política de seguridad en los últimos años”.
Dijo, es “el resultado de la combinación de varias cosas: la primera un discurso justificativo y comprensivo del delito por parte del Gobierno nacional; segundo un desmantelamiento de la política contra los cultivos ilícitos, al punto de que los informes que se van a presentar este año, van a indicar que hemos sobrepasado las 200 mil hectáreas de coca. Eso implica un fortalecimiento para los grupos criminales que siguen delinquiendo como el Eln y el Clan del Golfo”.
En tercer lugar, señaló, “un fracaso absoluto del Gobierno en lo que tiene que ver con llegar a los territorios de donde salieron estructuras de guerrilla de Farc y que tienen relación con circuitos de economía ilegal, circuitos que motivan la presencia y la expansión de bandas del narcotráfico y del Eln”.
Finalmente, Guarín atribuyó el deterioro de la seguridad al “fracaso de la política de reincorporación de miembros de las Farc. En octubre del año pasado, Jean Arnault, jefe de la Misión de Naciones Unidas, señaló en una conferencia en Acore que 1.100 individuos ya conformaban las disidencias de las Farc en el Bloque Oriental. El haber fracasado en la reincorporación por no haber tenido un plan y recursos apropiados para que estas personas no se reintegraran a la actividad delincuencial y a la violencia se refleja en el crecimiento de bandas criminales y en el crecimiento del Eln”.
Por su parte Ariel Ávila, coordinador de la Fundación Paz y Reconciliación, dijo a este Diario sobre el crítico momento de la seguridad en el país que “eso depende de los indicadores: antes de la negociación de paz con las Farc, ellos hacían 200 acciones mensuales armadas; ya no hay eso, hay unas disidencias que están haciendo más o menos 25 acciones mensuales. Y el Eln está entre 40 a 70 acciones. Entonces como de 300 que teníamos entre el Eln y Farc en 2012, pues ahora tenemos 70. ¿Qué es lo que pasa? Que son acciones tipo comando con una espectacularidad muy grande”.
El analista destacó que “la tasa de homicidio ha bajado, el desplazamiento ha bajado, el secuestro ha bajado. Considero que hay una notoria mejoría”. ¿Dónde están las dificultades? Que hay algunas subregiones del país que tienen una situación particularmente compleja; por ejemplo, el Pacífico en general, muy complejo”.
Si bien Ávila considera que no se ha producido un deterioro generalizado en la seguridad, dijo que el Estado no fue capaz de planear en esta materia para la etapa del posconflicto y “obviamente se deterioró la seguridad de muchas zonas del país, pero es una situación de falta de planeación y de entender lo que significaba el posconflicto. No significa que el Estado haya bajado la guardia o que esté perdiendo el control territorial”.