“Una Semana Santa con más corazones abiertos” | El Nuevo Siglo
Foto Diana Rubiano/ ENS
Domingo, 12 de Abril de 2020
Redacción Nacional

LOS TEMPLOS estuvieron cerrados pero los corazones de los creyentes más abiertos que nunca durante las celebraciones de esta inédita Semana Santa por la pandemia de Covid-19 que vive el mundo.

Esa es la conclusión a que llega la Iglesia Católica al señalar que nunca, como antes, los feligreses siguieron las celebraciones de Semana Santa por televisión o los medios virtuales que para tal fin se dispusieron por el confinamiento que vive el mundo por la pandemia.

En estos momentos, la humanidad ha vuelto a lo esencial y a dirigir su mirada hacia Dios, orando para superar prontamente esta crisis y dando un nuevo sentido a la vida. Ese fue el planteamiento que hizo a EL NUEVO SIGLO, el obispo de Buga, monseñor Roberto Ortiz.

EL NUEVO SIGLO.- Fue una celebración de Semana Santa impensable, con los templos cerrados. ¿Cómo cree que lo vivió la feligresía?

MONSEÑOR ROBERTO ORTIZ.  Fue una forma rarísima de vivirla, pero a la vez emocionante y llena de significado, porque nunca tanta gente había participado viendo y escuchando las celebraciones, las lecturas y las explicaciones por los medios de comunicación y los virtuales.

Y lo que sucedió en Buga fue muy bonito porque siempre el Señor de los Milagros está en su camarín, esperando a la gente con Los brazos abiertos, pero esta vez la gente estaba esperando al Milagroso en sus hogares, con los brazos abiertos. Y ese gesto de haber bajado del camarín, queríamos significar eso, que Él quiere llegar a todos los hogares y decirles ‘estoy a tu lado en medio de tus problemas, de tus necesidades, de tus angustias. No estás sólo, aquí estoy’ 

ENS.- ¿Se puede decir que hubo más recogimiento de los colombianos? 

MRO.- Claro porque nadie podía salir a la playa, ni a la piscina, ni a nada. Entonces la gente en casa tuvo la oportunidad de orar, y personas que de pronto querían pegarse un ratico al televisor o a una emisora lo hicieron.

 ENS.- ¿Cree que hubo mayor acercamiento a Dios? 

MRO.- Pienso que sí, pienso que este encierro nos ha revitalizado y nos ha permitido volver a lo esencial, a descubrir que el ser humano sin la dimensión espiritual es como un pececito que lo sacan del agua. Recuerdo el cuento simpático del pececito que estaba en la laguna y alcanzó a ver un mosquito y pegó un salto para comérselo, pero cuando estaba encima del agua vio una playa, había gente, niñas en bikini y el pececito quedó fascinado.

Dijo entonces: debo salir a la playa porque este espectáculo no me lo pierdo, y salió pero le comenzó al faltar el oxígeno y se desmayó. Pasaron unos jóvenes y vieron que aún se estaba moviendo y lo echaron al agua y volvió a tener vida. Creo que en la sociedad nos encandelillan una cantidad de cosas que nos hace perder lo espiritual, y cuando el ser humano pierde los espiritual, pierde lo esencial y lo vital que dan sentido a todo lo que hace, espera y anhela. 

ENS.- ¿Qué reflexión deja todo el tema de la pandemia?

MRO.- Creo que por todas las formas posibles se nos ha dicho que nos cuidemos mutuamente, que yo soy responsable de la vida del otro, y yo no puedo pensar únicamente en lo que tengo para satisfacer mis gustos y mis necesidades, sin importar los demás. Ahora vemos que no es así, que todos nos debemos cuidar mutuamente porque esa es una forma, y la mejor, de querernos. 

ENS.- ¿Cómo están sus párrocos en Buga, frente a la pandemia?
 

MRO.- Bendito sea mi Dios, bien yo he estado en comunicación con ellos y todos están muy bien.