La crisis de Haití combina todos los flancos posibles: inestabilidad política, corrupción al más alto nivel, violencia e inseguridad disparadas, pobreza extrema extendida, hambruna y afectación recurrente por tragedias naturales. De hecho, esa nación es considerada hoy un Estado fallido y una de las peores crisis humanitarias en todo el globo. Empezar a revertir ese caótico escenario es la misión del nuevo primer ministro, Garry Conille, escogido el martes pasado tras varias semanas de conversaciones por parte del consejo presidencial de transición. Se trata de un médico de formación, que ya fue primer ministro durante un breve periodo entre 2011 y 2012, y era hasta ahora director regional de Unicef. El alto funcionario debe preparar el terreno para las elecciones generales antes de 2026. Haití se encuentra sin presidente desde el magnicidio de Jovenel Moïse en 2021.