Off the record | El Nuevo Siglo
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Sábado, 19 de Mayo de 2018
Redacción Política

El trasegar de Pinzón

Hace un año, por estas fechas, al embajador de Colombia en Estados Unidos, el exministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el presidente Santos le aceptaba su renuncia, bajo el entendido de que daba un paso al costado para no inhabilitarse en la campaña presidencial. Muchas cosas han ocurrido desde entonces. Era muy alta la percepción de que Pinzón, considerado uno de los altos funcionarios más cercanos a Santos, sería uno de los precandidatos o candidato presidencial de La U. Sin embargo, con el correr de los meses esa posibilidad se fue diluyendo y hasta Pinzón y el Jefe de Estado terminaron distanciados. Como no cuajó la posibilidad de que representara a La U en la contienda por la Casa de Nariño, el exministro decidió lanzar su candidatura por la vía de las firmas. Y luego, ya en campaña, decidió aceptar la invitación de Germán Vargas para ser su fórmula vicepresidencial.

¿Santos a París?

Tras la decisión que tomó el jueves pasado el Comité de la OCDE, el presidente Santos pude respirar tranquilo porque una de sus mayores obsesiones y metas personales es, precisamente, que antes de dejar el poder el próximo 7 de agosto se concrete el ingreso del país a esa organización multinacional. Si esto es así, entonces el saliente Jefe de Estado viajará a París para el acto oficial de ingreso de Colombia y lo haría, según se dice en los corrillos palaciegos, acompañado de una nutrida delegación empresarial y política. Está claro que este es el evento más importante que, dentro de sus respectivas metas, tiene Santos antes de dejar la Casa de Nariño.

¿Asilos a la vista?

Las elecciones presidenciales de mañana en Venezuela tienen cantados los resultados, ya que todo está dado para que Nicolás Maduro sea reelecto en unos comicios que la oposición y la comunidad internacional consideran no solo ilegales sino con un alto riesgo de fraude electoral. Por lo mismo se afirma en altos círculos políticos de Caracas que una vez el chavismo tenga asegurada su permanencia por varios años más en el poder, comenzará una nueva ofensiva judicial contra los dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que lleva la vocería de la oposición. Ello implicaría que varios de esos líderes políticos enemigos de Maduro tendrían que tomar camino al asilo político en Colombia. 

Con Maduro, nada…

Y hablando de las elecciones venezolanas, es claro que el presidente Santos no asistirá al acto de posesión de Maduro para su nuevo periodo, como tampoco lo harían un buen número de mandatarios americanos. Incluso, como Colombia no tiene embajador titular en Caracas (fue llamado a consultas hace más de un año y no volvió a ser reinstalado), tampoco se prevé que la representación quede en cabeza diplomática. ¿Asistiría, entonces, la canciller María Ángela Holguín? También se descartaría su viaje a Caracas, más aún después de los insultos de las últimas semanas de Maduro contra el presidente Santos. De este modo, al acto de posesión del cuestionado presidente venezolano a duras penas irían Evo Morales (Bolivia), Raúl Ortega (Nicaragua) o Miguel Díaz-Canel (Cuba). Ni siquiera iría Lenín Moreno, el presidente ecuatoriano que le ha marcado distancias a Caracas, a diferencia de su antecesor, Rafael Correa.

Exigencia a Farc

Uno de los asuntos más complicados para el próximo gobierno, sea quien sea el nuevo mandatario, será el relativo a cómo neutralizar el creciente accionar de las disidencias de las Farc. Para algunos generales retirados es claro que la ofensiva militar debe ser sin cuartel pero que, con el fin de que demuestren una verdadera voluntad de paz, se debería pedir a la cúpula de la guerrilla desmovilizada que haga un pronunciamiento abierto y sin ambages condenando a quienes continúan en la guerra. “… No pueden los desmovilizados quedarse en la cómoda posición de recibir los beneficios del acuerdo de paz pero no condenar a quienes se apartaron del mismo… Esa clase de actitudes es, precisamente, la que alimenta la versión en torno a que las disidencias son el ‘plan b’ de muchos exguerrilleros”, precisó un general retirado que pidió la reserva de su nombre.