El depredador más grande de América del Sur, el jaguar, ha regresado a los esteros del Iberá, en Argentina, 70 años después de que la especie fuera llevada a la extinción en esta zona debido a la caza y la pérdida de hábitat. Actualmente, solo quedan unos 200 jaguares en el país austral.
Mariua, una jaguar adulta que fue rescatada en Brasil cuando era una cachorra huérfana y sus dos crías nacidas en cautiverio fueron liberados en el Gran Parque Iberá el pasado enero. Son los primeros ejemplares de los nueve que se prevé introducir en el área protegida de 687.966 hectáreas, donde los grandes felinos pueden encontrar abundancia de presas salvajes.
Esta también es la primera liberación de jaguares en un lugar donde se habían extinguido. Es parte de un esfuerzo local por restaurar la biodiversidad y los procesos naturales en áreas afectadas por la actividad humana.
“Reintroducir con cuidado a depredadores como los jaguares puede ayudar a restaurar los ecosistemas. Sin estas especies, la biodiversidad sufre y los servicios que brinda la naturaleza pueden colapsar, desde la mitigación de enfermedades y la protección del suelo hasta la regulación de los sistemas hídricos”, dice Doreen Robinson, jefa de Vida Silvestre del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El Pnuma y aliados como la Global Rewilding Alliance, un socio oficial del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030, apoyan los esfuerzos globales por ayudar a detener la catastrófica pérdida de biodiversidad.
El Pnuma también está trabajando en la conservación del jaguar a través de su campaña Feroz por la Vida, que crea conciencia sobre el comercio ilegal de vida silvestre y trabaja con países y comunidades locales para proteger especies en peligro de extinción.
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El jaguar es el tercer felino más grande del planeta y es un importante ícono cultural para los pueblos de América Latina. En el noreste de Argentina, los guaraníes consideran al jaguar como un símbolo de fuerza y un elemento esencial de la identidad de la región. Pero esta especie icónica ha perdido más de la mitad de su hábitat histórico, lo cual ha dejado a algunas poblaciones geográficamente aisladas y en algunos casos con reservas genéticas reducidas.
Acción global
En 2018, en un momento crítico e incierto para el futuro del jaguar, cuatro organizaciones internacionales -el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Fondo Mundial para la Naturaleza, la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre y Panthera- y 14 países del área de distribución del jaguar (entre ellos Argentina), lanzaron el Plan Jaguar 2030 para la conservación del felino más grande del continente americano y sus ecosistemas. Esta hoja de ruta, presentada en la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 14), permite el trabajo colaborativo transfronterizo a escala continental.
La protección del jaguar fue considerada una prioridad por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza durante el Congreso Mundial de la Naturaleza en septiembre de 2020. Otro acontecimiento importante fue la inclusión del jaguar en los apéndices de la Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias de Animales Silvestres, también conocida como el Convenio de Bonn, en febrero de 2020.
“Felicitamos al Gobierno de Argentina, a la Administración de Parques Nacionales y a la Provincia de Corrientes por su compromiso con la recuperación de esta especie icónica”, dijo Kristine Tompkins, presidenta de Tompkins Conservation y Embajadora de Áreas Protegidas del Pnuma.
“Ahora que comienza el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030, es momento de reconocer el papel central que puede desempeñar la reintroducción de vida silvestre en la restauración de la estabilidad climática y la salud planetaria”.
Traer de vuelta a grandes depredadores como el jaguar y la nutria gigante, así como especies portadoras de semillas como los pecaríes y los guacamayos está ayudando a que los humedales del Iberá se recuperen de los efectos de la caza y de décadas de pastoreo de ganado y monocultivos, según Sebastián Di Martino, director de Conservación de Rewilding Argentina, la organización que lidera el proyecto y socia estratégica de Tompkins Conservation.