Hace más de 30 millones de años, las extensas sabanas del Vichada fueron testigos de una explosión sideral que dejó ver las entrañas de la Tierra. Un meteorito de 2,5 kilómetros de diámetro impactó la zona que hoy hace parte de Cumaribo, el municipio más grande del territorio nacional, ubicado en el corazón del departamento.
El fragmento de cuerpo celeste originó dos inmensos cráteres en el corazón del Vichada. El primero, de más de 50 kilómetros de diámetro y el segundo, de 30 kilómetros. Agujeros que están entre los más grandes de Sudamérica. Con el paso del tiempo, este territorio fue poblado por indígenas del pueblo sikuani, para quienes este lugar es esencial en su historia de origen.
Aún es un misterio el impacto que generó este meteorito en medio de la extensa Orinoquia colombiana, un fenómeno parecido al ocurrido hace 66 millones de años en la Península de Yucatán en México, cuando un meteorito dejó un cráter de 180 kilómetros de diámetro y se convirtió en el detonante para la extinción de los dinosaurios.
Lo que sí se sabe es que el cráter en el sur de Cumaribo, que cuenta con una longitud similar a la distancia que hay entre Bogotá y el municipio de Tocancipá, fue colonizado por una densa selva amazónica, la más grande que crece en la transición Orinoco-Amazonas sobre las sabanas naturales del Vichada y que fue nombrada como las selvas de Aliwa por los sikuani.
“Por su localización y origen, se dice que estos bosques deben presentar unas características biológicas únicas, un tesoro de la biodiversidad colombiana que aún no ha sido explorada por la ciencia occidental”, informó Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt.
Según García, desde 2018 WCS-Colombia, el Instituto Humboldt, la organización internacional Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), Global Wildlife Conservation (GWC) y las Autoridades Tradicionales Indígenas de Colombia - Gobierno Mayor (ATICO), trabajan mancomunadamente en la conservación del territorio ancestral de las selvas de Aliwa.
“El objetivo de esta alianza es generar estrategias para la protección, defensa y conservación ancestral de las selvas de Aliwa y su patrimonio biocultural, todo a partir de un diálogo entre los conocimientos tradicionales y las ciencias. Las más de 90 familias del territorio del cabildo indígena Aliwa Kupepe, organizadas en siete comunidades, consideran esta zona como uno de sus sitios sagrados”, dijo García.
Joya oculta
Los investigadores de las entidades y organizaciones de este proyecto han realizado algunas salidas de campo en las selvas de Aliwa, las cuales les han permitido generar insumos como una cartografía social y mapas de coberturas de la tierra. Además, han revisado numerosas fuentes sobre su historia y los diferentes actores sociales y visiones del territorio que allí coinciden.
En cuanto a la biodiversidad que alberga el cráter, el Instituto Humboldt y WCS han realizado algunas estimaciones y proyecciones preliminares a través del levantamiento de información secundaria en bases de datos.
Los listados de fauna y flora potenciales indican que las selvas de Aliwa podrían ser un hervidero de biodiversidad. “Los análisis muestran que en la zona podrían registrarse hasta 2.677 especies de plantas y animales, una cifra sumamente alta que seguiremos analizando”, apuntó García.
Estas selvas, ocultas para la ciencia hasta ahora, podrían albergar por lo menos 1.108 especies de plantas y 1.569 de animales, como 144 de mariposas, 331 de peces, 64 de anfibios, 163 de reptiles, 684 de aves y 183 de mamíferos. Este listado incluye seis especies de peces endémicos y 33 bajo alguna de las categorías de peligro de extinción.
Según Luis Santiago Castillo, investigador adjunto del grupo de Gestión Territorial de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, el cauce de los ríos en este sector de la Orinoquia presenta normalmente una trayectoria constante, algo que no ocurre con el Vichada cuando se acerca a la zona de los cráteres.
“Es evidente desde el espacio que el río Vichada hace un bucle hacia abajo en esta zona, es decir que se desvía por culpa de este cráter”, precisa el investigador del Humboldt.
Las Selvas de Aliwa son, de acuerdo con una de las entrevistas realizadas en el marco de la investigación “un territorio sagrado en donde se asentaron los creadores cuando no existía el tiempo”.
Del conocimiento de las comunidades sikuani sobre los estrechos vínculos entre los seres humanos y los ritmos ecológicos de la selva, la sabana y los cuerpos de agua depende la salud y la supervivencia de este territorio.
Sin embargo, el pueblo sikuani no se ha escapado de la historia violenta de colonización de los Llanos Orientales, que ocurre desde hace al menos tres siglos. Las manifestaciones más recientes de esta historia, que se reflejan en el territorio de Aliwa, son la colonización y el cercamiento de territorios que solían ser de libre circulación (fundamental para pueblos de origen nómada) y las embestidas del conflicto armado.