Los ocho majestuosos robles del bosque de Bercé, en el centro-oeste de Francia, ya han vivido dos siglos, pero aún les quedan algunos años para que su preciada madera pueda sostener la futura aguja de Notre Dame de París.
Estos árboles fuera de lo común, con más de 20 metros de tronco útil y un metro de diámetro, fueron seleccionados por Philippe Villeneuve y Rémi Fromont, arquitectos en jefe especializados en la restauración de monumentos históricos.
Esos robles, destinados a la base de la aguja de Notre Dame destruida en el incendio del 15 de abril de 2019, así como al transepto y sus tramos adyacentes, garantizarán los cimientos de una estructura de unas 300 toneladas.
En este bosque, un inmenso roble, marcado con una cifra en rojo, no será seleccionado porque tiene un nudo. Otro, también enorme, tiene un cartel donde se lee “árbol número 1”, y pronto será talado.
“Un dron hizo los perfiles en 3D para comprobar los que convenían”, explica Aymeric Albert, jefe del departamento comercial de la Oficina Nacional de Bosques (ONF).
Los árboles seleccionados tienen que ser ligeramente curvos, para que las futuras vigas sigan la línea de las bóvedas, uniéndose a los pilares del crucero del transepto.
En total, se ofrecieron un millar de robles en todo el país para la reconstrucción. La mitad procede de bosques nacionales y la otra de 150 bosques de propietarios privados, que los donaron.
Donantes extranjeros también propusieron sus árboles.
En una fase posterior, se tendrán que rehacer las estructuras medievales de la nave y el coro. Miles de árboles serán de nuevo seleccionados, más jóvenes, esta vez.
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“Cosecha”
La “cosecha” de estos mil árboles, como se llama al proceso de abatirlos en lenguaje forestal, estaba prevista para 2021. Esto permitirá que estas arboledas se regeneren de forma natural.
La operación se llevará a cabo en estos días, más rápido de lo que se pensaba, antes del ascenso de savia.
Durante seis meses, los troncos se quedarán en el lugar “porque el árbol puede reaccionar (...). Cuando se curva, sabemos que no cambiará más”, asegura Albert.
De abril a junio, los troncos serán colocados a los lados de los caminos, y en el segundo semestre, serán trasladados a una veintena de aserraderos.
Se almacenarán durante 12 y 18 meses hasta que alcancen una humedad de al menos 30%.
A principios de 2023, se transportarán a los talleres de carpintería, donde se seguirán los planos del arquitecto Eugène Viollet-Le-Duc, que restauró la catedral en el siglo XIX, para llevar a cabo una reconstrucción idéntica.
Según la ONF, estos mil robles representan 0,1% de la tala anual de madera de roble destinada a la construcción o los muebles.
“Crecen más robles de los que se talan: tres millones de metros cúbicos, frente a dos millones, cada año”, estima Albert.
La selección de estos magníficos árboles es “el inicio del renacimiento real de la catedral”, dice el arquitecto Villeneuve, aunque la restauración propiamente dicha del monumento no empezará hasta septiembre.
Preguntado por si mantendrán los plazos de cinco años de las obras, el general Jean-Louis Georgelin, encargado de pilotar la restauración del templo gótico, responde: “estamos en los plazos para abrir la catedral al culto en 2024”. Pero “queda todavía mucho trabajo”, admite./AFP