El género de las guacamayas estaba compuesto originalmente por 14 especies de origen americano. Desafortunadamente, seis de ellas ahora están extintas.
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En Colombia habitan 6 de las especies, de las cuales dos figuran en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en los Libros Rojos de Especies Amenazadas de Colombia.
Las guacamayas se distribuyen en las tierras bajas de la planicie del Caribe y en toda la región Orinoco-Amazónica; también en los valles interandinos del Cauca y el Magdalena, en la región pacífica del Darién colombiano y en las estribaciones de las Cordilleras. Se alimentan principalmente de semillas y dependen de la existencia de árboles o palmas huecas en el bosque para poderse reproducir.
A pesar de estar inscritas en el apéndice 1 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna Amenazadas (CITES), las Guacamayas son uno de los grupos de aves que más se trafican en Colombia como mascotas, debido a su tamaño y a los llamativos colores de su plumaje.
El tráfico ilegal de la fauna silvestre genera efectos nocivos sobre la biodiversidad y desequilibrios en las poblaciones de las especies silvestres, como la reducción en los tamaños de las poblaciones y la disminución de la diversidad genética de las especies, volviéndolos vulnerables frente a procesos de extinción y, asimismo, causa un grave deterioro de la dinámica de los ecosistemas.
Conscientes de esta situación, la Fundación ProAves y el grupo Jerónimo Martins, en Colombia tiendas Ara, suscribieron por segunda vez un convenio, para el fortalecimiento del monitoreo y la conservación de estas especies en el área de influencia de dos Reservas ProAves; la Reserva ProAves El Dorado, ubicada en la región del Caribe Colombiano en los alrededores de Santa Marta donde habita la Guacamaya Verde (Ara militaris), y la Reserva ProAves Tití Cabeciblanco en la región del Darién Colombiano en jurisdicción de los municipios de Mutatá en Antioquia y Carmen de Darién en el Chocó, con la Gran Guacamaya Verde Limón (Ara ambiguus), la Guacamaya Hombriverde (Ara chloropterus), la Guacamaya Cariseca (Ara severus) y la Guacamaya Azul – Amarilla (Ara ararauna).
“Con esta segunda cruzada que se hace por la conservación de estas especies, se espera evaluar el estado de conservación de las guacamayas, reducir la vulnerabilidad sobre las poblaciones de esta especie y fortalecer procesos de sensibilidad ambiental”, señaló la Fundación ProAves.
De la más traficadas
El tráfico ilegal de especies silvestres está catalogado como la cuarta actividad ilegal más rentable en el mundo, después del narcotráfico, el tráfico de armas y la trata de personas; siendo considerado como uno de los factores de amenaza que ha llevado a la disminución de muchas de las especies traficadas. Además, esta actividad ilícita es considerada como un factor de alto riesgo para la salud pública, pues expone al hombre a patógenos, con los que normalmente no estaría en contacto y que pueden volverse origen de muchas epidemias.
Recordó la Fundación ProAves que Colombia, al ser uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo, no ha sido ajeno a este grave flagelo. A pesar de que en el Código Penal colombiano el tráfico de fauna silvestre está estipulado como un delito, aún se presenta una gran demanda de animales, no sólo a escala interna, debido a que la práctica de adquirir animales silvestres como mascotas ha sido muy arraigada en el país, sino a escala externa, porque desde Colombia aún se trafican muchas especies hacia otros países.
“En el país, actualmente no se cuenta con información exacta sobre el tráfico ilegal de fauna y tampoco existe conocimiento real de la dinámica de este comercio ilegal”, señaló.