DE las 50 colecciones científicas de flora y fauna existentes en el país y que reúnen datos de 27 millones de especies, solo el 30% de su información está catalogada y sistematizada.
Así mismo, documentos como los Libros Rojos, que miden el nivel de riesgo y peligro de las diferentes especies de flora y fauna, y que se constituyen en base para la conservación, tienen apenas dos actualizaciones; se espera que a diciembre salga una tercera.
A partir de estos dos ejemplos, el profesor Gonzalo Andrade, director del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), considera que “el desafío de revertir la degradación de los ecosistemas a través del diseño de planes de mitigación requiere información precisa y actualizada sobre la biodiversidad del país”.
Durante una charla, organizada por el Instituto de Biotecnología de la UNAL (IBUN), el docente sostuvo que “el trabajo de actualizar los datos sobre la realidad de la biodiversidad en el país es clave para diseñar estrategias que eviten que el país salga de la lista de líderes en variedad de flora y fauna”.
Señaló además que “el impacto real de la degradación de procesos ecológicos en el estado de integridad de los ecosistemas se puede estar subestimando debido a la falta de conocimiento adecuado sobre ellos. Solo teniendo claridad sobre cómo estamos, qué hay y en qué estado, se puede trabajar hacia el futuro”.
El director del ICN, quien también es directivo del Foro Nacional Ambiental (FNA) -un escenario público de reflexión y análisis de las políticas ambientales, los mayores problemas del desarrollo sostenible de Colombia se derivan de aspectos como la deforestación, la minería y la contaminación de las fuentes hídricas, entre otras, y es urgente diseñar estrategias para que el país no pierda el liderazgo mundial en cuanto a biodiversidad.
Así mismo asegura que aunque la UNAL -de la mano de entidades como el Ministerio del Medio Ambiente y el Instituto Humboldt– viene desarrollando importantes tareas de documentación para el diagnóstico, todavía hay rezago en la información.
En su opinión, para determinar qué tan negativo puede ser el impacto de acciones como el fracking en la producción petrolera del país es necesario adelantar programas de investigación integral que permitan emitir un concepto real para tomar decisiones adecuadas.
Por eso confía en que herramientas como el Mapa de Vegetación de Colombia -resultado de un trabajo de articulación de los Institutos de Investigación del Sistema Nacional Ambiental (SINA) y el Instituto de Ciencias Naturales de la UNAL– permitirá consolidar información técnica y científica y orientar las acciones de los programas de revegetalización, restauración e incluso reforestación.
El llamado que hace el director del ICN es seguir trabajando por la recopilación de información y de esta forma iniciar las acciones que permitirán que en 10 años cambie la situación de los ecosistemas del país que están afectados.
Según la Evaluación Nacional de Biodiversidad, que reúne información de los últimos 3 años, el 40% de la superficie continental presenta algún grado de degradación de suelos por erosión, con un total de 34 focos en todo el país: 16 en el área hidrográfica Magdalena-Cauca, 8 en la del Caribe, 4 en la de Amazonas, 3 en la del Orinoco y 2 en la del Pacífico, y uno incipiente pero importante en la isla de Providencia.
En la actualidad, el 15 % de los ecosistemas del páramo del territorio nacional se encuentran degradados debido a actividades de ganadería y agricultura, especialmente papa, minería de oro y carbón, y, en menor medida, por la construcción de obras y la cacería.
El 40% de la superficie continental presenta algún grado de degradación de suelos por erosión, con un total de 34 focos en todo el país