Gente. Guillermo, investigador y protector de las epífitas | El Nuevo Siglo
GUILLERMO REINA busca convertir las epífitas en atractivo turístico. / Fotos Telepacífico
Viernes, 19 de Enero de 2024
Redacción Medio Ambiente

Viven sobre otras plantas, pero no son parásitas ni trepadoras. Se encuentran en las selvas húmedas tropicales y bosques templados lluviosos y entre ellas las más conocidas son las orquídeas, porque son habituales en los hogares.

“Las plantas epífitas forman parte de un grupo que crecen sobre troncos de árboles, donde anclan sus raíces ‘solo como soporte’ y no para obtener alimento de su árbol hospedero. Es decir, no son parásitas”, señala el investigador y doctor en biología vegetal Guillermo Reina, quien se ha dedicado a estudiarlas, defenderlas y a hacerlas visibles.

Explica que “la etimología de la palabra nos lleva a las raíces griegas ἐπί (epi, 'encima', 'sobre'), y el sustantivo neutro φυτόν (phyton, ‘planta', 'vegetal’). Literalmente, ‘sobre o encima (epi) de un vegetal (phyton)’”.

“En el reino vegetal hay varias familias de plantas epífitas. No obstante, podemos señalar que las familias más destacadas en los trópicos son Orchidaceae, ampliamente diversificada en Colombia –de hecho, nuestra flor nacional, la Cattleya trianaei, pertenece a esta familia–; Araceae, donde están los filodendros y anturios –a este grupo pertenece el Anthurium andreanum, sacado del Pacífico nariñense en el siglo XIX y hoy mundialmente conocido–; Bromeliaceae, grupo al cual pertenecen las plantas tanque conocidas como vicundos, ficundos, cardos o quiches a lo largo de los Andes de Colombia y géneros como Guzmania son empleados como planta de interior”, dice el biólogo.

Guillermo ha estado estudiando las orquídeas “particularmente desde hace 15 años, cuando decidí volcar mi atención en ellas como organismos indicadores de cambio climático en áreas de bosque seco tropical en Colombia. Posteriormente entrarían otras familias de epífitas en el marco de dos proyectos del Sistema General de Regalías con comunidades indígenas y afrocolombianas”.

Decidió estudiarlas porque “sus colores, su relación con otros organismos vivos y principalmente por su riqueza y biodiversidad en nuestros bosques, donde constituyen hasta el 30 % de la diversidad de plantas, las hacen únicas y las convierten en elementos de la flora muy importantes en los recorridos de naturaleza. Me di cuenta de que estas plantas pueden ser la alternativa para muchos jóvenes en áreas rurales de nuestro país y que con un aprendizaje básico por parte de los locales pueden incorporarse fácilmente a rutas para observación de plantas epífitas en parques nacionales, áreas protegidas y reservas de la sociedad civil”.

Por todas partes

Cuenta Guillermo que las epífitas se encuentran “principalmente desde el nivel del mar hasta los 3000 metros. Están presentes en todo el territorio nacional y también en países tropicales y subtropicales. No obstante, son más abundantes en áreas con mayor precipitación, como el piedemonte de los Andes, la región pacífica, la Orinoquía y la Amazonía”.

Relata que sus investigaciones le han permitido hasta ahora “publicar junto con Carol Rojas Flórez, una bióloga nortesantandereana, en la revista de Ciencias Ambientales editada en la Universidad de Costa Rica, la primera compilación de métodos para medir este grupo de plantas con propósitos de turismo de naturaleza, Esta ha tenido una gran acogida en la comunidad científica, porque vincula directamente a las comunidades locales con este grupo de plantas y fortalece procesos de conservación y empoderamiento, algo que es pionero en Latinoamérica. Estos resultados serán presentados por primera vez en el III Congreso Peruano de Orquideología, a realizarse del 7 al 11 de octubre de 2024 en la ciudad de Oxapampa, Perú”.

Dice que funcionalmente las epífitas “cumplen un papel de importancia mayor en la regulación de los servicios ecosistémicos de regulación del agua. También han sido empleadas como plantas bioindicadoras de la calidad del hábitat, ya que muestran cambios en su supervivencia ante afectaciones mínimas del ambiente. Incluso, en el caso de las Orchidaceae, se han empleado para realizar aproximaciones frente a escenarios de cambio climático hacia el 2050 y 2100”.

Asimismo, “este grupo de plantas incrementa la diversidad de la zona donde se encuentran, debido a su distribución vertical, al formar microclimas que permiten la presencia de mayor riqueza de especies de insectos. No menos importante es su contribución como nichos reproductivos en la cadena trófica de anfibios e insectos; por ejemplo, el anuro Oophaga lehmanni, una rana del Pacífico colombiano, depende de este grupo de plantas para completar su ciclo vital”.

Señala que las plantas epífitas “las distinguen y las conocen unas comunidades más que otras, porque son elementos que siempre están presentes en nuestros bosques. No obstante, la inclusión para la observación de este grupo de plantas en toda una estrategia es relativamente nueva”.

Peligros

A pesar de su importancia y su atractivo, no están exentas de peligros como “la ampliación de la frontera agrícola y ganadera y procesos de deforestación en varias áreas del territorio colombiano, que pueden llevar a la pérdida de este grupo de plantas”.

Para protegerlas “es importante el conocimiento de este grupo de plantas por parte de jóvenes locales a través de guías ilustradas impresas o digitales que puedan llevar en sus celulares como uno de los elementos dentro de toda una estrategia de conocimiento bien planificada conjuntamente con las comunidades en proyectos que se estén realizando en áreas protegidas y que se pueden convertir en una fortaleza para procesos de conservación del bosque y sus especies asociadas”.

Explica que “estas plantas representan el 10 % de la diversidad mundial de plantas y pueden alcanzar valores de hasta el 30 % en los Andes”.

“No hay una cifra concreta de cuántas epífitas hay en el Valle. No obstante, en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali podemos observar en recorridos de 750 a 1500 metros de altitud entre 12 y 18 especies de orquídeas. Esto es, una especie de orquídea diferente cada 41 metros”.

En cuanto a la idea de convertirlas atractivo turístico, dice Guillermo que “el avistamiento de aves en Colombia lleva ya años de fortalecimiento. Por tanto, pensamos que, dado que Colombia es el país del mundo con mayor número de orquídeas, por qué no trabajamos con el grupo de plantas epífitas y posicionamos este grupo en el país como otra de las actividades a realizar en reservas y áreas protegidas, con el objetivo siempre de fortalecer y capacitar a las comunidades locales y conservar el bosque y, por tanto, a las epífitas”.

Agrega que “es un tema que se está llevando a nivel piloto, pero que ya comienza a dar sus frutos en reservas históricas como La Planada en Nariño y en San Cipriano, Valle del Cauca, y reservas privadas como La Maima en Yumbo, donde se tienen rutas establecidas y que han llamado poderosamente la atención a visitantes nacionales e internacionales”.

“En la reserva La Maima, en Yumbo, por ejemplo, podemos observar la Maxillaria sanantonioensis, presente solo en dos departamentos en Colombia”, asevera.

Frente a cuál es la más atractiva, manifiesta que “esto viene quizá por interés de la persona. Hay epífitas miniaturas de géneros como Platystele Lepanthes con flores de 2 mm de diámetro que no te crees cómo puede existir esto en la naturaleza. O puedes observar plantas grandes como Tillandsia fendleri, con tamaños hasta de 2 metros”.