En la región del altiplano cundiboyacense se encontraron 19 arácnidos que amplían la biodiversidad del país. Algunos de ellos se llamarán: Amphidraus guaitipan, A. bochica, A. tisquesusa, A. tundama y A. guatavita.
“Amphidraus guaitipan, por ejemplo, hace referencia a la cacica Gaitana, quien como se recordará se opuso con gran valentía a los conquistadores españoles”, explica William Galvis, estudiante de Biología de la Universidad Nacional (U.N.), quien acreditó el descubrimiento a partir de las diferencias que se registran respecto al tamaño, color y distribución geográfica.
El propósito era rendirles homenaje no solo a la gran diversidad biológica del país, sino a las diversas etnias indígenas que lo habitaban durante el periodo prehispánico; por eso, además de la clasificación también fue necesario remitirse a textos de referencia histórica y antropológica.
“Cada vez que plantas y animales se depositan en las colecciones biológicas con que cuenta la Facultad de Ciencias se deben consignar datos sobre ubicación, fecha, altura y coordenadas geográficas del lugar donde se efectuó el hallazgo, junto con las condiciones específicas del ecosistema en ese momento”, precisa el estudiante.
La búsqueda de las arañas saltarinas se hace en bosques conservados, arbustos, o en la hojarasca, cuyo estado y cantidad suele asociarse con la calidad de los ecosistemas.
Guardianas del ecosistema
Gracias a su gran capacidad de desplazamiento mediante saltos que pueden equivaler a 50 veces su tamaño, junto con su estupenda visión, las arañas saltarinas tienen la capacidad de acechar a su presa y cazarla de manera similar a como lo haría un gato.
“En el momento de avistar a la presa, una vez logran identificarla, calculan la distancia y establecen una estrategia de acercamiento individual, de modo que cuando saltan sobre la víctima las espinas que tienen en sus patas anteriores les permiten agarrarlas con mayor facilidad”, explica el estudiante.
Así mismo, machos y hembras son errantes y no hacen ningún tipo de telaraña; además se alimentan de una gran variedad de insectos, razón por la cual son consideradas aliadas ideales en el control biológico de plagas como moscas, mosquitos e insectos transmisores de enfermedades.
“En países desarrollados se usan las arañas para evitar el uso de pesticidas: se ubican en franjas de pasto pequeñas para luego propagarse por el resto del cultivo a medida que va creciendo”, subraya el estudiante, para quien no encontrar este tipo de arañas demuestra el nivel de degradación que podría haber alcanzado un ecosistema.
Un país diverso
Una de las principales particularidades de las 19 especies identificadas es que tienen endemismo en pequeña escala, es decir que solo se pueden encontrar en algunos lugares específicos del país, la mayoría de ellos en zona de páramo.
Los lugares donde se encontraron las nuevas especies fueron los páramos de La Rusia y Toca (Boyacá), el de Chingaza (Cundinamarca), el Parque Nacional Los Guácharos (Huila), en Quindío, la Amazonia y los Llanos Orientales.
El hecho de que el sistema de cordilleras de los Andes se dividiera en tres ramales hizo que se crearan condiciones para que se conformaran nuevas especies que se limitan a zonas específicas con sus propias particularidades y factores asociados con niveles de temperatura y humedad específicas.
Con más de 500 especies diferentes de arañas que forman parte de la categoría “araña saltadora” o “saltarina”, en Colombia pueden ser encontradas en múltiples altitudes, desde el nivel de mar hasta zonas semidesérticas, pasando por selvas tropicales bajas como el Amazonas o Chocó.