Uno de sus peores momentos en materia ambiental está pasando la Peña de Juaica, aquel histórico cerro considerado por muchos como la montaña más misteriosa de América y que durante todas las semanas del año es visitada por miles de personas para el avistamiento de ovnis.
Esa serranía compartida por los municipios de Tenjo, Tabio y Subachoque en Cundinamarca y que también es frecuentada para acampar o caminatas ecológicas, se ha mostrado deteriorada, según pudieron evidenciar las autoridades en una reciente visita al lugar.
Basuras, naturaleza destrozada, árboles cortados, restos de fogatas, entre otros, son algunos de los restos que encontraron varios miembros de las alcaldías municipales, junto a los Institutos Municipales de Cultura y Turismo.
Al evidenciar esta situación, la Alcaldía y el Instituto Municipal de Cultura y turismo de Tenjo, junto con la Alcaldía Municipal de Tabio, firmaron el compromiso “La Peña de Juaica Es De Todos, pactando un acuerdo de mutua responsabilidad y compromiso con la protección ambiental y cultural de la serranía natural, en un encuentro que se dio en la cima de esta serranía.
El encuentro fue liderado por la alcaldía Municipal de Tenjo, en cabeza de Sonia Patricia González Bernal, y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Tenjo, dirigido por Francisco Gaitán Junca. Contó con la asistencia del Alcalde de Tabio, Pablo Enrique Camacho, el secretario de Desarrollo Económico y Turismo de Tabio, Javier Fontecha, integrantes de la Policía, Defensa Civil y Bomberos de ambos municipios, quienes se unieron a este importante compromiso, firmando el acta “La Peña de Juaica Es De Todos”.
“La Peña de Juaica fue el símbolo de encuentro entre Tabio y Tenjo y hoy lo estamos materializando, yo soy un convencido que con Subachoque podemos cuidarla, también es importante que estén aquí las autoridades cívicas, pero sin la comunidad no lo podemos hacer, porque la comunidad son los primeros veedores de la peña”, dijo el director del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Tenjo, Francisco Gaitán Junca.
Durante el recorrido, hacia el punto más alto de la peña, los asistentes realizaron la recolección de basura, con el fin de incentivar la protección de la naturaleza con buenas prácticas de cuidado ambiental y hacer un llamado a propios y visitantes a mantener estos espacios limpios de desechos.
La Peña de Juaica es un sitio turístico muy conocido en Colombia, también es llamado La Puerta de los dioses. Desde allí se puede observar la Sabana de Bogotá.
La peña se destaca por su belleza particular cuenta con una extensa pared rocosa y tiene forma piramidal, acompañada de bosques y gran diversidad de fauna y flora que hacen de este lugar algo mágico.
Hace 400 años los colonos españoles ya veían las luces de las que hoy los vecinos del pequeño cerro hablan a diario. Se referían a estas luces como ‘ranchitos encendidos’, pues creían que los dioses transitaban entre dos mundos haciendo arcos de luz.
La majestuosa e imponente peña a través del tiempo se ha considerado un portal mágico en el planeta tierra.
Cerca de las nubes y a una altura de 3.100 metros sobre el nivel del mar, este enigmático lugar tiene caminos increíbles por recorrer, arboles por abrazar, frailejones, animales y el valle de la sabana se puede observar desde la cima.
Conocida también como el cerro de las lucecitas danzantes, este lugar era sagrado para los muiscas, pues aquí los tesoros más preciados se protegían de los españoles en su interior y se dice que en su gran cráter existían aguas termales de propiedades medicinales excepcionales, lugar en el que el Cacique y sus 200 doncellas se divertían.
Los indígenas muiscas realizaban en esta montaña cultos, pagamentos y sacrificios en honor a sus dioses y principalmente a la diosa Huiaka, a quien pedían buena ventura y abundancia en la siembra de sus cultivos, lluvia para sus terrenos y fertilidad para sus mujeres. Además, los indígenas prestaban guardia en lo alto de la montaña para divisar a lo lejos a quienes se acercaban al valle. En épocas de la colonización hubo suicidios masivos de indígenas como acto de dignidad antes de ser sometidos.