Con la asunción presidencial de Luis Inàcio Lula da Silva, en Brasil, el pasado 1 de enero, comenzó el año político latinoamericano, que tendrá a ecuatorianos, paraguayos, mexicanos, guatemaltecos, argentinos, colombianos y chilenos, de nuevo en las urnas. En tanto, en Perú, en medio de una crisis social que roza los dos meses, no logra consenso político para un adelanto electoral, pero de seguro ocurrirá antes de concluir el 2023.
Hace menos de un lustro se hablaba del fin de la era progresista y se preveía que el conservadurismo gobernaría América del Sur durante un ciclo que muchos auguraban que sería extenso, pero que finalmente no fue tal, al punto que actualmente solo en Ecuador, Paraguay y Uruguay, la derecha administra los destinos del país, más allá de que en Perú también lo hace, pero con el matiz de que Dina Boluarte, asumió la Presidencia del depuesto Pedro Castillo para llevar adelante un programa que dista demasiado –no solo ideológicamente– de lo que eligió el pueblo incaico.
Es de esperarse que Lula, líder de la vieja guardia de mandatarios progresistas, sea el gran protagonista de un nuevo ciclo de la izquierda regional, secundado en esta ocasión por nuevos referentes como Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro, en Colombia, sin olvidar el rol que tiene Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México y Xiomara Castro en Honduras.
En tanto, el 2023 será tomado por el conservadurismo regional como una oportunidad de comenzar a retomar el terreno perdido, ya sin el liderazgo que ejercía el presidente brasileño Jair Bolsonaro y, quizás, con la tímida referencia regional del uruguayo Luis Lacalle Pou o del ecuatoriano Guillermo Lasso. Este último con la necesidad de hacerse fuerte -él y sus aliados ideológicos- en las elecciones seccionales de su nación este domingo y en la que también somete al apoyo popular un referendo que plantea ocho grandes cambios, el más importante el restablecimiento de la extradición, por considerar una herramienta clave en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Las primeras elecciones presidenciales del año serán el domingo 30 de abril en Paraguay. Los guaraníes elegirán un mandatario que suceda a Mario Abdó, del viejo Partido Colorado que viene gobernando el país desde hace décadas, con la excepción del período a cargo del exsacerdote Fernando Lugo. En esta oportunidad el oficialismo cuenta con la candidatura del economista Santiago Peña, mientras que la oposición formó una alianza, denominada Concertación para un Nuevo Paraguay, integrada por más de una decena de partidos y que propone al exministro de Lugo, Efraín Alegre, como su carta para buscar la jefatura del Estado.
Se prevé una alta polarización entre estos dos candidatos, con la posibilidad real en esta oportunidad de que el Partido Colorado, uno de los pocos ejemplos de partidos hegemónicos que quedan en la región, pueda perder el poder y, por ende, sumarse Paraguay al nuevo bloque progresista.
En junio los guatemaltecos serán convocados para elegir presidente, legisladores y gobiernos locales. Con un escenario altamente atomizado de partidos y con un país en donde ha campeado la corrupción en las últimas administraciones, aparece el oficialismo de ‘Vamos’ o la líder derechista Zury Ríos -hija del dictador Efraín Ríos Montt– como los favoritos para la contienda, aunque aún la campaña no ha tomado forma y mucha agua puede correr bajo el puente.
En lo que a presidenciales refiere, América Latina cerrará, en octubre, con los comicios de uno de los grandes: Argentina. Una encuesta de la consultora Federico González y Asociados, presentada en enero de este año, señaló que actualmente la primera fuerza es la conservadora ‘Juntos por el Cambio’ -liderada por el expresidente Marucio Macri-, con 32,1%, mientras que el oficialismo del ‘Frente de Todos’ cuenta con un 27,7%. En tercer lugar, aparece el Movimiento Libertario con el 18,4% de las adhesiones.
Si bien la oposición conservadora se encuentra mejor posicionada de momento, falta mucho aún para una elección que ni siquiera tiene definidos los candidatos y en la que la danza de nombres que se manejan para llegar a la Casa Rosada todavía son muchos.
En junio México elegirá autoridades regionales, pero exclusivamente en el Estado de México y en Coahuila, actualmente gobernados por el PRI, pero en donde Morena, el partido del presidente López Obrador aparece como un serio competidor para ganarlos. En ambos estados puede esperarse una alianza de los conservadores PRI, PAN y PRD para enfrentar con posibilidades de éxito a Morena.
También Colombia, bajo el gobierno izquierdista de Gustavo Petro, se prepara para las elecciones regionales que se harán efectivas el próximo 29 de octubre. El actual mandatario cuenta en este momento con un 52% de respaldo ciudadano a su gestión, según encuestas, por lo que no es de descartarse que el Pacto Histórico -el mayoritario en la coalición que lo llevó al poder- continúe ganando terreno en el país cafetero.
Los chilenos no serán la excepción y también deberán hacer uso de su derecho cívico en las urnas, pero en este caso a través de una consulta que tendrá como objetivo culminar en una nueva Constitución que remplace a la actual carta magna pinochetista. Se prevé que en abril se elijan los nuevos consejeros constitucionales y en noviembre se celebre el plebiscito.
Finalmente, es un misterio saber qué acontecerá en Perú, país que se encuentra en una gran crisis institucional, gobernado por una administración que ha reprimido violentamente las manifestaciones callejeras y que ha dejado un saldo de decenas de muertos y centenares de heridos desde la salida de Castillo. El diálogo entre el gobierno y los movimientos sociales aparece cortado y gran parte de la población se mantiene en las calles reclamando por su derecho a elegir nuevas autoridades.
Esta semana, el Congreso debatió y rechazó seis propuestas para adelantar las elecciones generales y una consulta sobre un llamado a una Asamblea Constituyente. La decisión de Boluarte de que los comicios se realizarán en 2024 no calmó las protestas y, posteriormente, sometió al Parlamento una propuesta en tal sentido que fue denegada por no alcanzar el umbral de votos requeridos, ante la rotunda oposición de la bancada izquierdista de “Perú Libre”.
Esa misma suerte corrieron los demás proyectos presentados por la mayoría de derecha, lo que evidenció la marcada polarización política en el hemiciclo que ante el estancamiento dejaría solo una vía: ceder a lo que piden los cientos de marchantes, a saber, la renuncia de la presidenta Boluarte y el cierre del Congreso.
Así, pues, este será un año político y electoral intenso, con mucho en juego, con un progresismo en alza regional y con un conservadurismo que buscará reconquistar el terreno perdido. Y todo ello se evidenciará en la verdadera encuesta: la de las urnas.
* Magíster en Comunicación Política y Gestión de Campañas Electorales. Director de la revista latinoamericana de comunicación política Relato. Coordinador del Diplomado en Comunicación Política de la Universidad Claeh.