El ‘gota a gota’ acorrala a más a personas y mipymes de estratos bajos | El Nuevo Siglo
SE DEBE implementar una mejor inclusión financiera para el acceso al crédito formal. /ENS -archivo
Lunes, 24 de Febrero de 2025
Redacción Economía

A PESAR de los avances en la cobertura de servicios financieros, Colombia enfrenta retos significativos en inclusión financiera. Según datos recientes del Reporte de Inclusión Financiera, solo el 35,3% de la población adulta accede a productos crediticios formales. Las zonas rurales y grupos vulnerables, incluyendo mujeres y jóvenes, tienen un acceso limitado a servicios financieros, lo que fomenta la dependencia en el mercado informal como ‘gota a gota’.

De acuerdo con Banca de las Oportunidades, 1 de cada 5 colombianos que acceden al crédito en el país lo hacen a través del ‘gota a gota’, un crédito informal y no regulado que, aunque parece una opción accesible, expone a los usuarios a riesgos de estafas y extorsión.

Por su parte, los datos de DataCrédito Experian muestran que los usuarios de este tipo de crédito suelen ser personas de estratos 1 y 2, con ingresos menores a 2 millones de pesos y edades comprendidas entre los 36 y 55 años.

Así mismo, según la encuesta Mipyme ANIF, en promedio menos de la tercera parte de las empresas solicita créditos al sector formal, lo que obedece principalmente a la percepción de largos tiempos de espera, exceso de documentación y altos costos de financiamiento. Estos factores, sumados a la falta de educación financiera juegan en contra de los perfiles de mayor riesgo, pues son menos conscientes de los cobros excesivos a los que se someten con mecanismos de financiamiento informal.

Los prestamistas

En total, se encuestaron 1.221 personas y 1.009 mipymes a nivel nacional. Los resultados muestran que, para las personas, los bancos fueron los principales prestamistas, concentrando 35,8% del total de financiamiento, seguido por familiares y amigos con un 21,0%.

Sin embargo, las fuentes informales, como ‘gota a gota’ y las casas de empeño, tienen una participación menor, pero significativa, particularmente en los hogares de menores ingresos. En el caso de las mipymes, los bancos financian el 51,7% de las deudas de las empresas medianas, pero las micro y pequeñas empresas recurren con mayor frecuencia a prestamistas informales, que representan hasta el 26,3% del financiamiento.

En cuanto a tasas de endeudamiento y stock de deuda, se determinó que el promedio de deuda por hogar asciende a $10.300.000, donde los bancos financian el 33,6%, los familiares aportan el 15,4%, mientras que el ‘gota a gota’ representa un preocupante 12,1%.

El panorama se agrava al analizar los datos por nivel de ingreso. En los hogares en donde las personas ganan hasta 1 salario mínimo, el ‘gota a gota’ alcanza el 17,7% del total de la deuda, reflejando su mayor dependencia de esta fuente informal. No obstante, a medida que aumentan sus ingresos, la necesidad de recurrir a mecanismos como el ‘gota a gota’ disminuye significativamente.

Condiciones de vida

Por otra parte, para mejorar las condiciones de vida de los hogares y promover el crecimiento económico en Colombia, el sistema financiero y el mercado de crédito se han venido transformando con la aparición de nuevos actores como las fintech y el uso de la tecnología. Sin embargo, el país aún se enfrenta a un reto enorme: alrededor del 65% de los colombianos no pueden acceder a un crédito.

En este contexto, Colombia Fintech, en colaboración con ANIF, Nu Colombia y otros aliados, realizó un estudio sobre los cambios en la metodología de la tasa de usura y su impacto en la inclusión financiera, con un enfoque en el desarrollo económico sostenible que incluyó una encuesta sobre la Tasa de Endeudamiento Real en el país.

Las recomendaciones de política pública presentadas en este estudio forman parte de la hoja de ruta estratégica de Colombia Fintech, basada en la tríada de la inclusión financiera revelada durante el Latam Fintech Market 2024. Esta estrategia busca impulsar la liberalización de tasas de interés, la democratización del acceso a los datos financieros y la implementación de pagos en tiempo real como pilares para dinamizar el crédito formal y reducir la dependencia de mecanismos informales.

Tecnología

Varias fintech han abrazado este enfoque, entre ellas Nu, cuya propuesta de servicios accesibles, transparentes y centrados en el usuario ha sido fundamental para ampliar la inclusión financiera en América Latina.

De acuerdo a David Vélez, fundador y CEO de Nubank, “las cifras del estudio de ANIF muestran claramente la exclusión que ha causado la tasa de usura en las poblaciones más vulnerables: casi 4 de cada 10 colombianos de bajos ingresos recurren a prestamistas informales pagando tasas hasta del 360%. La tasa de usura tiene que ser revisada porque es el tipo de política pública que se crea con buenas intenciones, pero termina perjudicando significativamente a los que trata de ayudar. En este caso, casi la mitad de los colombianos terminan pagando intereses exorbitantes sin ninguna ley que los proteja”.

Los resultados muestran una realidad preocupante: el acceso al crédito en Colombia es profundamente desigual e inequitativo. A pesar de que los bancos son los prestamistas más comunes entre las personas (35,8%), a medida que disminuye su nivel de ingresos, aumenta su dependencia en fuentes de financiación informales como el ‘gota a gota’ y familiares y amigos. Con las empresas el panorama es similar: a medida que disminuye el tamaño de la empresa, aumenta la participación de mecanismos informales.

CRÉDITOS

Pago de deudas

En esta encuesta también se encontró información sobre el bienestar financiero de los colombianos. Alrededor de 1 de cada 3 personas en Colombia destina más del 30% de su salario al pago de deudas poniendo en riesgo su estabilidad financiera. Frente a las empresas, se encontró que la gran mayoría paga más del 30% de sus ingresos mensuales en deudas pendientes, lo cual afecta su potencial de crecimiento y sostenibilidad.

Con el propósito de generar información sobre las dinámicas reales del endeudamiento en el país, este estudio estimó la Tasa de Endeudamiento Real del mercado informal. De acuerdo con los resultados, los ’gota a gota’ cobran una tasa de interés de alrededor de 380% a las personas, más de 10 veces la tasa de usura y, a las empresas, le cobran tasas promedio de 666,5%, casi 23 veces el límite legal.

En este estudio Colombia Fintech presenta una serie de recomendaciones de política pública para dinamizar el mercado de crédito en el país. Particularmente, se plantea que es necesario establecer una metodología clara de cálculo del IBC que incluya la separación de los créditos de consumo y ordinario, para representar adecuadamente las condiciones del mercado.

De acuerdo con estimaciones este cambio, generaría una expansión de hasta $10 billones, o del 4,9%, en el stock total de la cartera disponible de crédito de consumo, al elevar el techo normativo y permitir la colocación de créditos a perfiles de mayor riesgo. En términos prácticos, este cambio correspondería a un aumento en 8,9 millones de desembolsos promedio de consumo de bajo monto.

Además, se propone que todas las modalidades de crédito existentes en el mercado puedan ser otorgadas a través de tarjetas de crédito y otros sistemas tecnológicos. La regulación actual establece que solo el crédito de consumo puede ser otorgado a través de tarjetas de crédito lo que limita la inclusión financiera.

Regularizar la tasa de usura

Si bien el propósito inicial de esta regulación es proteger a los consumidores frente a intereses abusivos, en la práctica la tasa de usura se ha convertido en una barrera que restringe el acceso al crédito formal para los hogares y empresas de mayor riesgo, como microempresas y personas de menores ingresos.

Estos 2 segmentos, al verse excluidos del sistema financiero formal, se ven obligados a recurrir a mecanismos informales de financiamiento como el ‘gota a gota’, caracterizados por tasas de interés exorbitantes que pueden superar el 600% anual. En ese sentido, vale la pena repensar la tasa de usura como mecanismo de protección.