Poco después que la Administración Distrital pusiera sobre la mesa la posibilidad de cambiar el color de la flota de Transmilenio, de acuerdo con su estándar de emisión, EL NUEVO SIGLO le consultó la propuesta a varios concejales que, aunque todos ellos son de colectividades ideológicamente opuestas, coincidieron en que esta es una medida costosa y que no mejorará un servicio que demanda muchas mejoras.
Lo que la Alcaldía propone es pintar de amarillo los buses Euro V con filtro y Euro VI (que actualmente usan diésel) y de verde fluorescente los de cero emisiones, es decir, los que son a gas o que eventualmente serán eléctricos. En términos reales, ¿qué tan beneficioso sería para la ciudad cambiar el tradicional rojo, con el que ya se caracteriza una marca que está por cumplir dos décadas, y qué tan lógico es invertir en una transformación puramente estética?
De acuerdo con Andrés Forero, concejal del Centro Democrático, esta carta genera desconcierto en la medida en la que la alcaldía de Claudia López está entregando señales contradictorias.
“Por un lado justifica el alza de tarifa y le pide a los contribuyentes que hagan un esfuerzo adicional para mejorar el servicio y la seguridad del sistema, y simultáneamente está pensando en derrochar $64.000 millones en cambios que son puramente estéticos y no van a mejorar el sistema; no van a mejorar el servicio”.
Adicionalmente señaló que si los operadores de Transmilenio se van a gastar esos recursos, “que se gasten en algo que realmente le sirva al sistema. Es un sinsentido, es una señal contradictoria y la Alcaldesa está generando confusión. Me parece absurdo, que reconociendo como lo han hecho, que hay déficit y hay problemas en el sistema, esa sea la forma en la que se está planteando mejorar el servicio de Transmilenio”, precisó el cabildante.
Frente a los recursos que les implicaría a los operarios de Transmilenio este cambio de presentación, el concejal del Polo Democrático Alternativo, Manuel Sarmiento, señaló que esta medida no solo no resolvería ninguno de los problemas de fondo, dado que Transmilenio tiene muchos problemas de costos, de multas y de mala calidad del servicio que deben ser atendidos primero.
“Los operadores privados de Transmilenio han demostrado a lo largo de los años su gran codicia y que su único interés es obtener altísimas utilidades a costa de ese servicio. Por lo tanto no van a regalar $64.000 millones si se hace ese cambio en el color de los buses. Los costos los terminaría asumiendo el Distrito, porque así está contemplado en los contratos. Entonces son recursos que tendría que asumir el Distrito y que en realidad, no resolverían ninguno de los problemas que presenta el sistema”. Expresó Manuel Sarmiento.
Por su parte, el concejal del partido de La U, Rubén Torrado, coincidió en que esta medida no está orientada a mejorar el servicio y la infraestructura de Transmilenio; considerando además, que este es un sistema que hoy está colapsado y frente al cual los usuarios lo que están pidiendo es un mejor servicio, “esto es una banalidad. Esa es una inversión que se tiene que hacer en el sistema como tal, para mejorar el transporte de la ciudad y de sus usuarios”, precisó.
Incluso, Torrado se refirió a la apremiante necesidad de mejorar las condiciones laborales de esas personas que operan el sistema como tal y que han venido haciendo una serie de denuncias ante el Concejo, las cuales son muy serias.
“Son personas que se sienten explotadas, a quienes ponen a trabajar más del tiempo establecido; que demandan mejores condiciones laborales para que tengan por lo menos, baños en las estaciones de Transmilenio. Que hagan esa inversión las empresas operadoras, pero es una banalidad por parte de la Administración querer cambiar el color de los buses, y ahora a verdes”, puntualizó Torrado.
Por último, el concejal del partido Colombia Justa y Libres, Marco Acosta, “con todos los problemas que tiene Transmilenio en este momento, creo que el cambio de color no es la prioridad. Mi partido, desde enero, viene proponiéndole a la Administración no solo asumir medidas integrales para lograr el reto de la sostenibilidad financiera, como no aumentar la tarifa, sino también, poder contrarrestar el tema de los colados y poder fortalecer el trasbordo con el tiempo considerable para que los bogotanos puedan hacer uso del transporte público. Pintar un bus cuesta como $30 millones de pesos. Y eso, multiplicado por los 2.127 que hay, son $63.810 millones. Esos recursos se podrían usar en contrarrestar la problemática que hace que los bogotanos no usen el Transmilenio más allá del color del bus”.