“No podemos callar cuando terrorismo abusa de la religión” | El Nuevo Siglo
PARA la historia esta foto tan inédita como importante: el encuentro del papa Francisco, líder de 1.300 millones de católicos y el ayatolá Sistani, máxima autoridad chií
Foto AFP
Sábado, 6 de Marzo de 2021
Redacción internacional con AFP y Europa Press

 DOS nuevos hitos marcó el Papa Francisco en su visita a Irak ayer. Se convirtió en el primer Pontífice en Bagdad una misa por el rito caldeo, a la que también ha acudido por sorpresa el presidente iraquí, Barham Salí, musulmán kurdo, y dio un gran avance en el diálogo interreligioso al reunirse con el gran ayatolá Sayid Alí Husaini Sistani.

La ceremonia religiosa, marcada por las estrictas medidas de seguridad ante la pandemia y en la que el número de fieles no llegaba a 200, el Papa habló sobre la sabiduría y denunció que "a menudo quien posee más medios puede adquirir más conocimientos y tener más oportunidades, mientras que el que tiene menos queda relegado". "Se trata de una desigualdad inaceptable, que hoy se ha ampliado", manifestó.

No obstante dejó claro que si bien para el mundo, "quien posee poco es descartado y quien tiene más es privilegiado", para Dios, en cambio es lo contrario: "Quien tiene más poder es sometido a un examen riguroso, mientras que los últimos son los privilegiados de Dios".

También hizo un fuerte pronunciamiento contra la "proliferación de armas" y las "turbias maniobras" del dinero al tiempo que pidió a los fieles de todas las religiones "transformar" el odio en "instrumentos de paz".

"Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión", exclamó el Papa en su tercer discurso en el país.

A puerta cerrada con Sistani

El Papa inició su segunda jornada en Irak con un viaje a Nayaf, donde tuvo lugar un encuentro con el ayatolá Al Sistani, una autoridad religiosa muy respetada entre los chiíes, que contribuyó a la caída del Estado Islámico al invitar a los iraquíes a luchar en su contra en el 2014.

La reunión de casi una hora fue privada y sin presencia de periodistas, pero el Vaticano informó que el Papa agradeció a Al Sistani su apoyo y defensa a los más débiles y perseguidos en los difíciles años de guerra y terror.

Por su parte la oficina de Sistani, quién lució el turbante negro de los descendientes del profeta Mahoma, respondió por escrito a los fieles y periodistas sobre esta trascendental cita.

El gran ayatolá aseguró al pontífice, vestido de blanco, "la atención que presta al hecho de que los ciudadanos cristianos puedan vivir como todos los iraquíes en paz y en seguridad, con todos sus derechos constitucionales".

En tierra de Abraham

Tras ello el Sumo Pontífice se desplazó hasta Nasiriya donde se desarrolló el encuentro interreligioso en la llanura de Ur, una de las más antiguas e importantes ciudades sumerias, el lugar donde la Biblia explica que nació Abraham, patriarca que une a las tres religiones monoteístas: judíos, cristianos y musulmanes.

El Papa que dedicó la jornada de este sábado al diálogo interreligioso dejó en claro que la "ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano".

Y ante líderes de varias confesiones expresó: "Nos toca a nosotros exhortar con fuerza a los responsables de las naciones para que la creciente proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para todos. Nos corresponde a nosotros acallar los reproches mutuos para dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta; demasiados carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad".

También pidió que se respete la libertad religiosa. Para el Papa, es claro que el papel de las religiones pasa por que "salgan a la luz las turbias maniobras que giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos".

Francisco, conocido por tender la mano a todas las religiones, rezó junto a responsables yazidíes -pequeña minoría iraquí martirizada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI)-; sabeos y zoroastristas -comunidades milenarias en el país-; y musulmanes, tanto chiitas como sunitas.

Antes de su alocución, el Papa escuchó algunos testimonios de personas que han encarnado la fraternidad entre religiones. Por ejemplo, la historia de Dawood y Hasan, un cristiano y un musulmán que, sin dejarse desalentar por las diferencias, estudiaron y trabajaron juntos.

"¡Cuántas personas aquí, en el silencio y la indiferencia del mundo, han emprendido caminos de fraternidad!", manifestó. El Pontífice ha instado a todos los jóvenes del país a descubrirse hermanos, tal y como predica en su tercera encíclica 'Fratelli Tutti' y hacer por la reconstrucción "algo bueno y concreto".

"Este es el camino, sobre todo para los jóvenes, que no pueden ver sus sueños destruidos por los conflictos del pasado. Es urgente educarlos en la fraternidad, educarlos para que miren a las estrellas. Es una auténtica emergencia; será la vacuna más eficaz para un futuro de paz", dijo.

Por otro lado, también se ha hecho cargo de "los sufrimientos indescriptibles de la guerra", que ha obligado a muchos a abandonar casa y patria en busca de un futuro para sus hijos.

Si bien, ha elogiado "la voluntad firme" de los que deciden permanecer en la tierra de sus padres, también ha pedido que quienes no lo lograron y tuvieron que huir "encuentren una acogida benévola, digna de personas vulnerables y heridas".

Por eso, reivindicó que la vida humana "vale por lo que es y no por lo que tiene, y que la vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de todos los demás". Para el Papa, el sueño de Dios es que la familia humana "sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos" y "camine en paz".

Jubiloso ululeo

Al caer la tarde, Francisco retornó a Bagdad donde presidió la misa en la catedral San José, donde los fieles tras una larga y silenciosa espera bajo el sol poniente pudieron expresar su júbilo cuando el Papa apareció.

Al llegar el pontífice de 84 años, estalló el ululeo -característico grito árabe que hacen generalmente las mujeres en momentos festivos-, y cientos de manos se elevaron hacia al cielo. 

En medio de los ramos de flores, de los misales en árabe y de los rosarios apretados entre los dedos temblorosos, Francisco saludó a las mujeres, algunas con la cabeza cubierta de velos negros o blancos.

Y parece más feliz que los iraquíes que lo acogen. 

Los jóvenes -pocos en el encuentro- desenvainaron inmediatamente sus teléfonos móviles, bajando la mascarilla para tomarse una foto con el papa en segundo plano.

La misa se inició bajo el rito oriental, con traducción al árabe y al arameo, ante una congregación de fieles y responsables públicos estrictamente separados, como precaución a causa del coronavirus.

En su homilía, el papa Francisco evocó el amor, el poder de dar testimonio y la fuerza que hay que tener frente a las persecuciones.

Hoy Francisco estará en Erbil, capital del Kurdistán iraquí, donde será recibido por las autoridades religiosas y civiles de la región autónoma de Kurdistán iraquí. Este punto se erige como el último refugio de los cristianos en Irak, en la región autónoma del Kurdistán, que consiguió su independencia en 1991 tras la primera Guerra del Golfo, un lugar donde, de momento, son tolerados, aceptados y pueden exigir algunos derechos.

Aquí tendrá lugar el evento más multitudinario del viaje con una misa para 10.000 personas en un estadio. Posteriormente visitará Mosul y Bajdida.

Tanto por la visita del Santo Padre a Irak como por el trascendental encuentro que sostuvo con el ayatolá Sistani, el primer ministro de ese país, Mostafá al Kazemi, proclamó el 6 de marzo Día Nacional de la Tolerancia y la  Coexistencia.