COLOMBIA siguió los pasos de Bolivia y se convirtió en el segundo país del continente americano en romper relaciones con Israel por la ofensiva militar en la Franja de Gaza -que roza los siete meses-, entrando así al reducido grupo de naciones que, desde años atrás, no mantienen vínculos diplomáticos con el estado hebreo: Venezuela, Cuba, Irán, Jordania y Turquía.
Con una mayoría de gobernantes de izquierda en la región, que tradicionalmente han esgrimido como bandera política la defensa de los derechos humanos, el boliviano Luis Arce y el colombiano Gustavo Petro tomaron esa decisión radical, mientras que sus pares en el continente -con esa misma tendencia política- conscientes de que romper los vínculos diplomáticos es un asunto serio, de grandes implicaciones y un motivo más de tensión, optaron por el camino del medio: llamar a consultas a sus embajadores y expresar su inconformismo ante los representantes de Israel en sus respectivos países.
Este fue el paso posterior y sopesado a las fuertes condenas públicas que hicieron varios de los mandatarios izquierdistas de la región como el brasileño, Luis Inácio Lula da Silva; el chileno Gabriel Boric; la hondureña Xiomara Castro y el nicaragüense Daniel Ortega.
En contrario, el colombiano Gustavo Petro, que amenazó desde noviembre con romper relaciones con Israel por cometer un ‘genocidio en Gaza’ -inclusive llegó a comparar la ofensiva a ese territorio palestino con el campo de concentración nazi de Auschwitz- enfatizando en su discurso de este 1 de mayo que "si muere Palestina, muere la humanidad, y no la vamos a dejar morir", la materializó este jueves y que, según el canciller encargado, Luis Gilberto Murillo, no fue ‘una decisión a la carrera’.
De esta forma, Colombia es el segundo país latinoamericano que toma esa radical decisión ya que, tres semanas después de que el gobierno de Benjamín Netanyahu iniciara la ofensiva contra los terroristas de Hamás en la Franja de Gaza, como respuesta –en uso de su derecho legítimo de la defensa- a la incursión de éstos a su territorio que dejó un millar de muertos y más de 200 secuestrados, Bolivia hizo lo propio.
El gobierno izquierdista de Luis Arce argumentó su determinación “en repudio y condena a la agresiva y desproporcionada ofensiva militar israelí que se realiza en la Franja de Gaza", al tiempo que exigió “el cese de los ataques en la Franja de Gaza que han provocado, hasta ahora, miles de víctimas fatales civiles y el desplazamiento forzado de palestinos; así como el cese al bloqueo que impide la entrada de alimentos, agua y otros elementos esenciales para la vida, violando el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario”.
Vale recordar que no es la primera vez que Bolivia rompe con Israel. Lo hizo, por la misma razón en 2009, pero restableció el vínculo diplomático en 2020 bajo el gobierno de Jeanine Álvarez.
Duras condenas
El presidente Petro fue el primero en utilizar la palabra ‘genocidio’ para condenar a Israel, más no el único. Su homólogo de Brasil, Lula da Silva, en el marco de la cumbre de la Unión Africana realizada el pasado 18 de febrero Addis Abeba, hizo lo propio y comparó las acciones de Netanyahu con la campaña de Hitler para exterminar a los judíos, lo que llevó a que ese gobierno lo declarara ‘persona non grata’ y, en su país, a un alud de críticas de la oposición por su mal manejo de las relaciones internacionales.
En esa alta tensión, la cancillería brasileña convocó a su embajador en Israel para, como se estila en estos casos, escenificar una ‘señal diplomática de protesta’, tras lo cual aclaró que “esto no significa el fin de las relaciones”, las que efectivamente hoy se mantienen. El embajador israelí en Brasil, Daniel Zonshine, sigue en ese país.
Menos vehementes han sido las reacciones de otros mandatarios de izquierda de la región. El chileno Gabriel Boric, que el mismo día que Bolivia rompió con Israel llamó a consultas a su embajador, señaló que “ha habido inaceptables violaciones del Derecho Internacional Humanitario cometidas por Israel en el enclave de Gaza. Sin lugar a dudas la respuesta ha sido desproporcionada”, que semanas después reforzó con "nunca dejemos de sorprendernos e indignarnos por la barbarie que está llevando a cabo el gobierno israelí en Gaza".
Xiomara Castro, la mandataria hondureña, convocó ese mismo día a su representante diplomático en Tierra Santa, para enviar un mensaje de protesta por considerar que se están violando tratados internacionales en materia de derechos humanos.
En tanto el régimen nicaragüense de Daniel Ortega, que junto con los de Venezuela y Cuba fueron los únicos en el continente americano que no condenaron los mortíferos ataques de Hamás en territorio israelí, acusó al gobierno de Israel de “agredir sin clemencia alguna al pueblo palestino” y lo tildó de “terrorista”.
Y para sorpresa de la comunidad internacional, máxime por su estratégica alianza con Irán (enemigo declarado de Israel) no rompió relaciones con el gobierno Netanyahu, como lo hizo en dos ocasiones, en 1982 y luego en 2010, a raíz del ataque militar a una flotilla internacional que llevaba ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Esa radical decisión si la tomó a comienzos de este abril con Ecuador por la toma a la embajada mexicana en Quito.
Sin embargo, apoya la demanda interpuesta por Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia, al igual que lo hicieran Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil y la Liga Árabe, alegando violación a la Convención para la Prevención del Genocidio. Y, más recientemente, sufrió un revés en ese tribunal al rechazársele una demanda que buscaba forzar a Alemania a suspender la ayuda militar y financiera a Israel, por considerar que ello estaba cometiendo la barbarie contra los palestinos.
Al igual que los anteriormente mencionados, Sudáfrica, Jordania y Turquía han retirado sus embajadores de Israel, pero no han llegado al extremo de romper relaciones.
Sin vínculos
Desde hace más de una década hay dos países del continente americano que no tienen relaciones con Israel: los regímenes de Venezuela y Cuba.
Siguiendo el mismo libreto de su antecesor y mentor, Hugo Chávez, el presidente Maduro acusó a Israel de cometer “un genocidio” contra el pueblo palestino, dijo que ese gobierno lleva a cabo “un nuevo apartheid” en Gaza, con “masacres brutales” y aseguró que hay un “despojo de la tierra palestina”.
Venezuela rompió relaciones con Israel en 2009 tras una ofensiva israelí en la franja de Gaza. Hugo Chávez era entonces el presidente y Maduro su canciller. El desaparecido mandatario nunca ocultó su antipatía hacia el gobierno israelí y el estadounidense. Sobre el primero dijo en reiteradas ocasiones que era “genocida y terrorista” y llegó a acusar al Mossad, de querer asesinarlo.
En cuanto a Cuba, esa dictadura rompió relaciones con Israel en septiembre de 1973, durante una cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en Argelia. Un mes después, ayudó a Egipto y a Siria en la guerra de Yom Kippur contra Israel enviando tropas y equipos.
En septiembre de 2010 se abrió la posibilidad de un restablecimiento tras las sorpresivas declaraciones del ya expresidente Fidel Castro (q.e.p.d), quien en entrevista a una periodista norteamericana consideró que “sin ninguna duda Israel tiene el derecho a existir como un estado judío”, al tiempo que exhortó a Irán a dejar de calumnias a los judíos y negar su pasado de sufrimiento, incluyendo el holocausto.
Hay un consenso de analistas y expertos internacionales en el sentido de que los gobiernos de izquierda tienden a ser más solidarios con la causa palestina y críticos con Israel”. Pero como se ve en este artículo, la mayoría de los gobiernos han sopesado detenidamente sus decisiones en política internacional, priorizando la vía diplomática para expresar su inconformismo con la guerra en Gaza. La excepción a la regla: Bolivia, Colombia, Venezuela y Cuba. Los únicos del continente americano que han roto relaciones con el estado hebreo. /Redacción internacional