Los libros y tesoros más raros de la Biblioteca Luis Ángel Arango | El Nuevo Siglo
Con este libro se enseñó a los indios la doctrina del principio de la conquista.
Foto Alex Londoño
Domingo, 27 de Marzo de 2022
Redacción Cultura

Entre la histórica arquitectura que habita el corazón de Bogotá, en una emblemática esquina, se encuentra un testigo del devenir del país o, tal vez, un guardián de la memoria, conocido como la Biblioteca Luis Ángel Arango, donde también se guarda un lugar especial para tesoros únicos.

En la segunda planta de este gigante cultural capitalino, en el acervo de la Hemeroteca, uno de los espacios más importantes de la Biblioteca y de la arquitectura colombiana, está ubicada la Sala de Libros Raros y Manuscritos, un área que ofrece a los ciudadanos y visitantes una colección de más de 46 mil archivos icónicos para la historia del país, que representan así gran parte del patrimonio cultural material nacional.

“Este es un archivo patrimonial en el sentido de que este es único, que reúne distintas piezas documentales a través de las cuales se puede revivir, investigar y estudiar la historia política, social, intelectual, biodiversa del país”, le dijo a EL NUEVO SIGLO Ana Roda, directora de la Red de Bibliotecas del Banco de la República.

Esta sala abrió sus puertas en 1990 como parte del proyecto de ampliación y sistematización de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Sus colecciones constituyen uno de los principales recursos de investigación de Colombia para historiadores, filósofos, literatos, antropólogos, politólogos, geógrafos, artistas, economistas e investigadores afines.

Inicialmente, la Sala de Libros Raros y Manuscritos se creó con fondos de distintas épocas, procedentes de bibliotecas de personalidades culturales del país, como Laureano García Ortiz, periodista, escritor, historiador, político y académico en los años 1920 y1921, y Leopoldo Borda Roldán, intelectual colombiano destacado a comienzos del siglo XX y primer embajador de Colombia en la India.

Sin embargo, estos libros no tenían un lugar específico, sino que se alojaron por varios años en una bóveda y estos solo podían ser consultados por figuras prestigiosas de la época. Por ello, posteriormente se establecieron criterios para incorporar nuevas adquisiciones mediante donaciones o compra, dándole lugar a esta sala, donde “se reunieron todos estos archivos bibliográficos y de diferentes formatos de mayor valor”, describió Roda.



Las más icónicas

Actualmente, en una bóveda climatizada y con todas las normas de preservación, se encuentran diversos tipos de materiales disponibles como 35 incunables, diarios de viajeros, partituras de música, hojas sueltas, fotografías, archivos personales y de prensa, tarjetas postales, caricaturas, láminas, manuscritos, mapas y material documental sonoro.

Entre las joyas más destacadas de la colección están los manuscritos de “Viajeros por Colombia”, que abarca los relatos de aquellas figuras que recorrieron el país desde el siglo XIX hasta la actualidad, entre ellos Santiago Cortés y el pintor Ramón Torres Méndez. Además, algunos pintores y dibujantes vinculados a la Real Expedición Botánica y a la Comisión Corográfica.

Aunque la ruta más frecuente era llegar a la costa Caribe por Cartagena o Santa Marta y embarcarse por el río Magdalena hacia el interior, o viceversa; también, hubo viajeros que se aventuraron por otras regiones, como Trautwine por el Darién, Candelier por La Guajira y Edouard André por los Llanos Orientales y Nariño.

Por otro lado, dentro del conjunto de libros incunables, de los cuales algunos pertenecieron a los bibliófilos colombianos Camilo Mutis DazaNicolás Gómez Dávila, se conserva el ejemplar más antiguo de las bibliotecas de Colombia. Se trata de “De oratore ad Quintum Fratrem Libri III”, un tratado de retórica escrito por el orador y jurista romano Marco Tulio Cicerón (106 a. C.- 43 a. C.), impreso por Wendelin von Speyer en Venecia hacia 1470 y del cual se conservan 28 ejemplares en el mundo.

Además resguarda el libro colombiano de la colección, el cual es una “Novena del Corazón de Jesús” impresa en 1738 en Santafé. Así mismo, el ejemplar considerado el más raro de la colección es “Libro de horas de Carlos VIII” de Ana Domínguez Rodríguez, traducido del texto latino por Silvia Docampo Capilla.

Además de colecciones como las de Mutis Daza y Gómez Dávila, la sala también acoge archivos de personalidades y expresidentes, como Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Pumarejo, Alberto Lleras Camargo, Eduardo Santos, Tomás Cipriano de Mosquera, Olaya Herrera, Aquileo Parra, Carlos Lozano y Lozano, José Manuel Restrepo, Juan Carrasquilla Botero, Francisca Josefa del Castillo y Lauchlin Currie.

También se pueden encontrar obras de escritores e intelectuales como Soledad Acosta de Samper, Andrés Caicedo, Alberto Aguirre, Juan Gustavo Cobo, Pilar Moreno de Ángel y Emma Reyes.



Más que libros

“Tenemos un archivo de caricaturas muy importante para los interesados. Por un lado, la colección de la historia de la caricatura que recopiló Beatriz González y las caricaturas que son muy conocidas de Ricardo Rendón, pero también de otros caricaturistas que publicaron entre el siglo XIX y siglo XX sus caricaturas en la prensa, retratando la historia del país”, señaló Ana.

De esta manera se demuestra que, además de las colecciones de libros, este acervo está compuesto también por diferentes tipos de formatos como archivos fotográficos en los que se puede conocer y recordar el trabajo de grandes lentes colombianos y extranjeros desde el advenimiento de la fotografía en Colombia, en la segunda mitad del siglo XIX, hasta la actualidad. Algunas de las figuras de la fotografía son Carlos Eslava, Sady González, Hernán Díaz, Manuel María Buenaventura, Brian Moser, Battista Venturello, Gumersindo Cuéllar y Abdú Eljaieck

Adicionalmente, cuenta con una completa colección de mapas y planos antiguos, que data de finales del siglo XVI hasta comienzos del siglo XX. “Creo que es una de las colecciones de este tipo más importantes del país, que hablan del proceso de conquista y colonización”, mencionó Roda.

Para temas de biodiversidad y arte también hay un espacio en las icónicas estanterías de esta sala, que “nos permite entablar nuevos diálogos con los públicos”, comentó la directora.

Algunas de estas colecciones han sido digitalizadas, por lo que esta Sala expande sus estanterías al mundo virtual de la mano de la Biblioteca Virtual. “Donde están estas piezas tienen un contexto y son muy útiles para el desarrollo cultural y educativo del país y así todos podamos revisar lo que ha sido nuestra historia, reinterpretarla y repensarla porque nunca se acaba de conocerla y siempre los públicos se interesarán de formas distintas”, indicó Ana.