Perspectivas. París-Chocó: génesis de una simbiosis de culturas | El Nuevo Siglo
Dimitri Klockenbring, Danny Suley Castro Maturana y Miguel Borras fueron quienes dirigieron esta puesta en escena, que tendrá su última función este domingo.
Foto cortesía
Domingo, 10 de Abril de 2022
Redacción Cultura

Treinta jóvenes, dos idiomas diferentes y una sola obra teatral. Así es “El bunde del agua”, una simbiosis de culturas entre jóvenes talentos parisinos y chocoanos que se gestó hace casi cinco años y que a pesar de la pandemia vio la luz en escenarios en vivo.

La puesta en escena, que hace parte de la programación de la edición número 17 del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, tiene su génesis en medio de la experiencia de formación de arte dramático que Miguel Borrás, un franco-colombiano, lideró en Quibdó en el 2018 con un grupo de jóvenes.

“Es una idea que nació de una oenegé colombiana, El Círculo de Estudios, concretamente de Nora Lucía Álvarez, quien me llamó y me contó que estaban trabajando en Quibdó danza y que querían hacer teatro. Me invitó a dirigir un taller de tres semanas a un grupo de jóvenes, que para esa época eran unos 14, y empezamos a trabajar”, le contó en entrevista a EL NUEVO SIGLO el director de teatro, quien está radicado desde hace varias décadas en Francia.

 

Una hermandad

Inspirado por un proyecto que había realizado en el Bronx, en Nueva York, con artistas de Francia, de la mano de Germán Jaramillo, le propuso a la institución colombiana realizar una obra de teatro en la que se fusionaran dos culturas opuestas. “Son unas de las personas más lindas que he encontrado en el mundo y es gente que es muy agradecida, orgullosa y feliz. Los franceses vivimos siempre peleando por todo, no nos gusta nada; en cambio a ellos todo les gusta y siempre están riendo”.

Con esta simbiosis de culturas en mente, desde ese año Borrás inició una búsqueda de un mito para incluirlo en la historia de la obra. Allí se encontró con un mito de creación, en el que dos hermanos se pelean por saber quién tiene más riqueza. En esta lucha, uno de ellos termina acabando con un árbol, un hecho que provoca el nacimiento de ríos, montañas y animales.

A partir de este mito, el director delegó la escritura a la autora contemporánea Sonia Ristic, quien “creó una obra situada en el Chocó que cuenta la historia de dos jóvenes que salen de la ciudad porque quieren ser ricos. Uno se va a buscar oro y el otro se va a Francia. Ninguno se vuelve rico, simplemente aprenden cosas de la vida. Porque nosotros vemos este exilio de estos jóvenes como el de Ulises en ‘La odisea’, donde aprende muchas cosas en su encuentro con otras culturas”, señaló Miguel.

De acuerdo con el director, el río también es un elemento clave en la historia, pues une a los dos países en la importancia que tiene en su quehacer diario. En Francia está el río Sena y en Quibdó está el río Atrato que tiene 750 kilómetros de largo y es indispensable para el día a día y el transporte de su gente. “Por eso lo llamamos ‘El bunde del agua’”, comentó el artista.   

Así mismo, para los jóvenes el “río fue el principio de todo y ello forma parte de toda la iconografía del Chocó y de Francia, entonces hay una hermandad”, siguió Borrás.



Contra viento y pandemia

Así, los jóvenes de Quibdó hicieron el montaje de la obra, al igual que los jóvenes parisinos, por separado, proyectando estrenar la pieza en junio de 2020. Pero la pandemia puso un alto a sus planes, como al sector cultural del mundo.

Sin embargo, contra viento y pandemia estos 20 parisinos y 10 chocoanos decidieron continuar con sus planes, ensayando sin descanso a través de una pantalla, lo que representó todo un reto para los dos grupos de jóvenes al manejar los horarios de los países, pero también una oportunidad de hacer creación de otra forma y forjar la disciplina, “que se había perdido por la llegada de la emergencia sanitaria”.  

Gracias a su persistencia, en el 2021 los jóvenes chocoanos viajaron a París; se encontraron por primera vez y se enfrentaron a un nuevo idioma. “Cada uno empezó a tratar de hablar la lengua del otro, a utilizar gestos, expresiones, a buscar gente que les ayudara a traducir. Por ejemplo, había un niño de nueve años cuya madre es argentina y les servía de traductor a todos”, contó con gracia el director.

Así mismo, Miguel destaca que en este encuentro salió a flote la admiración entre las dos culturas. “Son culturas diferentes pero aprendemos de los otros. Los chocoanos, por ejemplo, tienen una facilidad física muy grande y los franceses tienen otras. Entonces, en ese aprendizaje los franceses decían ‘cómo bailan de bien ellos’ y los chocoanos comentaban ‘cómo actúan de bien ellos’. Todas esas cosas nos llevan a que nosotros aprendamos al estar en contacto con la otra persona”.

 

De las calles al escenario

Detrás de esta obra teatral hay un proyecto social, con el que el director, junto a El Círculo de Estudios y la Fundación Théâtre du bout du monde, pretenden sacar de las calles a estos jóvenes de 14 a 16 años hacia los escenarios, y alejarlos del tráfico de drogas y la delincuencia que acechan los vecindarios de estos talentos.

La obra “es el proyecto de la vida, porque es de mucha apertura cultural y de muchas posibilidades de estar viendo y hablando con otras personas. Les abre la mente y les permite a los jóvenes la oportunidad de realizar sus sueños”.

Así mismo, en línea con “El bunde de agua” se creó una iniciativa ecológica en Colombia, con la que se proyecta la preservación del río Atrato, brindándole la personalidad jurídica para protegerse de cualquier agresión y la creación de 12 guardianes que velen por la salud de este ecosistema.