Gaudí: los pasos del genio de la arquitectura en exposición | El Nuevo Siglo
La exhibición aborda también su decisión radical de dedicarse en cuerpo y alma a erigir una “catedral de los pobres” en Barcelona.
Foto AFP
Martes, 12 de Abril de 2022
Agence France Presse

París acoge a partir de esta semana la primera exposición en medio siglo sobre el arquitecto modernista español Antoni Gaudí (1852-1926), creador de la icónica Sagrada Familia de Barcelona, un personaje tan alabado como desconocido.

El Museo d'Orsay expone cerca de 200 muebles, objetos, dibujos, planos y fotografías relacionados con Gaudí y su recorrido artístico, desde su nacimiento en una familia de caldereros, su paso por la Escuela de Arquitectura de Barcelona, recién creada en la segunda mitad del siglo XIX, y sus encargos para algunas de las familias burguesas más poderosas y conocidas de su época.

La exposición aborda también su decisión radical de dedicarse en cuerpo y alma a erigir una “catedral de los pobres” en Barcelona.

La primera piedra de la Sagrada Familia fue colocada en 1882, antes de que él asumiera la obra. Casi 100 años después de la muerte de Gaudí, la basílica aún no ha sido culminada.

La excentricidad de la Sagrada Familia y la genialidad de Gaudí, que no solo diseñaba edificios sino los muebles que tenían que llenar sus habitaciones (desde las empuñaduras de las puertas hasta sus techos) han acabado por opacar la verdadera personalidad del personaje, considera Juan José Lahuerta, comisario general de la exposición.

“No es un personaje, como siempre se ha dicho, aislado, que no sabe nada del mundo, que desarrolla su obra al margen de los estilos, al margen de las modas”, explicó Lahuera en entrevista con la AFP.

Gaudí no viajó al extranjero, pero se formó en una escuela de arquitectura muy abierta al exterior, con una magnífica biblioteca en la que pudo inspirarse de ejemplos extranjeros como el arquitecto francés Eugéne Viollet-le-Duc.

Gaudí reformuló la arquitectura y el diseño de interiores como hicieron tantos otros creadores de su época, agrupados en lo que se conoce como Modernismo en España, o “Art Nouveau” en Francia o Bélgica.

Pero ciertamente “Gaudí fue el intérprete máximo de su época, el que lleva su obra a su extremo más radical”, concede Lahuerta.



Un mito monstruoso

La exposición del Museo d'Orsay, abierta a partir de este martes hasta el 17 de julio, llega después de su gran éxito en la capital catalana.

Barcelona se ha convertido, desde el punto de vista turístico, en un escaparate gaudiano.

“Es evidente que es un mito monstruoso, y Barcelona ha hecho de Gaudí un elemento sustancial de su negocio”, explica este experto.

“Hay que recuperar a un Gaudí que forma parte de una historia que no es la de una Barcelona mediterránea y alegre, llena de color y tranquila sino con muchas caras”, añade.

Gaudí diseña obras como la “Casa Güell” por encargo del gran industrial y mecenas suyo, Eusebi Gûell. Diseña columnas como árboles, ensalza las formas onduladas, como si se tratara de las olas del mar.

Pero en las calles de Barcelona se suceden, durante décadas, los atentados anarquistas, la represión sangrienta del régimen, ya sea monárquico o republicano.

La fachada de la Sagrada Familia está poblada de santos y ángeles. Una mezcla abigarrada, en la que pocos turistas saben detectar un personaje sorprendente: un hombre vestido como un obrero, con una bomba en la mano.

Gaudí, que era anticlerical en su juventud, sufrió una gran crisis religiosa en su madurez, que lo llevó a asumir el encargo de la Sagrada Familia en 1883, como “templo expiatorio” de la violencia de la ciudad.

Gaudí se vistió como un pobre, pidió limosnas por la calle para contribuir a la construcción del edificio, para sofoco de los burgueses acomodados que lo habían idolatrado hasta entonces.

Pero el arquitecto era respetado y conocido ya en toda Europa. “Gaudí aparece continuamente caricaturizado en las revistas satíricas barceloninas. Pero eso demuestra justamente la popularidad del personaje”, indica Lahuerta.

 

Revolucionario de la arquitectura

A pesar de que su lugar de nacimiento es confuso, nadie duda que aquel anciano que murió arrollado por un tranvía el atardecer del 7 de junio de 1926, en el cruce de Gran Vía y Bailén, en Barcelona, era el Gaudí que había revolucionado la arquitectura.

Nacido en casa de un modesto calderero, el autor de la Sagrada Familia padeció durante su infancia frecuentes y fuertes dolores reumáticos, que lo alejaron de sus compañeros y de los juegos infantiles y que lo acompañaron el resto de sus días.

Cuando cumplió 17 años, Gaudí se trasladó a Barcelona para iniciar los estudios de arquitectura. Para paliar la falta de recursos económicos tuvo que desempeñarse simultáneamente como delineante y proyectista, lo que le dio la ocasión de trabajar bajo las órdenes de prestigiosos arquitectos de la época como Josep Fontseré y Joan Martorell.

A los 26 años obtuvo su diploma y luego sus primeros trabajos, aunque de carácter decorativo, como el diseño de una vitrina para la Casa Comella, una conocida casa de guantes de Barcelona que quería lucirse durante la Exposición Universal de París de 1878.

Fue aquella vitrina la que llamó la atención de Eusebi Güell, importante empresario textil, quien se sorprendió ante la modernidad y elegancia del escaparate y pidió conocer a su autor. En ese encuentro, ninguno de sus dos protagonistas imaginó que Güell se convertiría en el principal cliente y mecenas de Gaudí.

Fundador de una nueva arquitectura basada en las líneas curvas, Antoni Gaudí no solo revolucionó este arte, sino que también fue un creador prolífico. Entre su obra se encuentran muebles, mosaicos, elementos decorativos, hierro forjado y cualquier elemento que formara parte de las construcciones por él diseñadas.

A lo largo de su carrera y en respuesta a las necesidades de su creciente imaginación, Gaudí experimentó estructuras y nuevas formas de una manera continuada, inclinándose por un desarrollo de sus ideas a escala y en forma corpórea.

Uno de sus principales biógrafos, Juan Bassegoda Nonell, arquitecto y catedrático de la Universitat Politécnica de Cataluña, afirmó que Gaudí “se había dado cuenta de que los arquitectos solo usan la formas que previamente pueden dibujar con dos instrumentos: la escuadra y el compás”.

La historia de la arquitectura ha demostrado que las formas de los edificios han sido hijas de estos dos simples instrumentos, que permiten dibujar círculos, triángulos, cuadrados o rectángulos, que en el espacio se convierten en prismas, pirámides, cilindros y esferas que dan lugar a los pilares, las cubiertas, las columnas y las cúpulas, según Bassegoda.

Pero Gaudí vio “claramente que estas formas geométricas simples rara vez se dan en la Naturaleza, que, por otra parte, construye excelentes estructuras, acreditadas por los largos siglos de eficacia”.

El intento de Gaudí fue sencillamente “introducir un cambio de geometría en la arquitectura. Esto puede considerarse una revolución, pero en todo caso una revolución nada traumática, puesto que la geometría de la arquitectura gaudiniana es mucho más antigua que la inventada por los arquitectos”, concluyó Bassegoda.

Aún en el siglo XXI, la Sagrada Familia, así como la Casa Milé (La Pedrera), el Parque Güell, la Colonia Güell y El Capricho de Comillas (Cantabria, norte), más un sinfín de enseñanzas de Gaudí, siguen siendo objeto de estudio de los jóvenes aspirantes a arquitectos.