Dos tercios del hábitat del elefante asiático fueron destruidos en tres siglos, según un estudio publicado el jueves, que da pistas para restaurar el uso sostenible de la tierra y frenar los conflictos entre los humanos y la fauna.
En el sudeste asiático, India y China los diversos ecosistemas adaptados a la vida de los paquidermos, principalmente las praderas y los bosques tropicales, "han disminuido en casi dos tercios desde principios del siglo XVIII, lo que corresponde a una pérdida de más de tres millones de kilómetros cuadrados", resume para AFP Shermin de Silva, de la Universidad de California en San Diego, quien lideró el equipo de investigación internacional.
"Este período corresponde a cambios en el uso de la tierra que se remontan a la época colonial, así como al advenimiento más reciente de la agricultura intensiva", continúa de Silva, bióloga de Sri Lanka y también fundadora de la ONG Trunks and Leaves, especializada en la protección del elefante asiático, amenazado de extinción.
Según las conclusiones del estudio, publicadas en la revista Scientific Reports, la explotación de los bosques y la agricultura también han reducido el tamaño promedio de los hábitats de los elefantes en más del 80%, pasando así de 99.000 a 16.000 kilómetros cuadrados.
"Los islotes restantes están muy fragmentados y más de la mitad de ellos son potencialmente de mala calidad, lo que puede producir interacciones negativas entre las especies salvajes y los humanos, especialmente en las zonas agrícolas", agrega de Silva.
Los elefantes asiáticos, herbívoros capaces de consumir hasta 150 kilogramos de plantas al día, pueden causar importantes daños en cultivos.
Los analisis de datos sobre el uso del suelo entre los años 850 y 2015, permitieron al equipo, a través de modelos informáticos, reconstruir la evolución a lo largo de 13 siglos y a escala continental.
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El estudio detalla que el 84% de los hábitats se han perdido en India y el 94% en China. Bangladés, Tailandia, Vietnam y Sumatra también han visto más de la mitad de estas áreas destruidas, en cambio Malasia experimentó un aumento durante el mismo período, particularmente en Borneo (+61%)
Territorios conectados
"El pasado es la clave del futuro", justifica la bióloga: "si queremos proteger y restaurar los hábitats, debemos preguntarnos honestamente sobre el alcance de las acciones necesarias y para ello tener una compresión más precisa del pasado".
El método podría adaptarse a otras especies y a otras regiones, con el fin de evaluar las prácticas de uso de la tierra y los programas de restauración previstos.
Cuando la comunidad internacional adoptó en diciembre el acuerdo Kunming-Montréal, durante la COP15 de biodiversidad, se comprometió a proteger el 30% de la tierra del planeta para 2030.
"El enfoque habitual, que consiste en aumentar la proporción de las llamadas tierras protegidas, no es la solución", advierte la investigadora, "porque los elefantes necesitan moverse sobre grandes extensiones", es decir, sobre territorios interconectados.
"Tales programas de protección también pueden amenazar los medios de vida y las culturas humanas", subraya, refiriéndose a los derechos de los pueblos autóctonos. Estos entran regularmente en tensión con ciertas lógicas de conservación científica, a veces calificadas por los activistas como "colonialismo verde".
"En cambio, debemos encontrar una manera que permita a las personas y a los elefantes compartir los paisajes, así como restaurar los sistemas tradicionales de gestión de la tierra, cuando sea posible", asegura.
Estas estrategias también podrían beneficiar a los tigres, rinocerontes y orangutanes, así como al ganado salvaje o a los ciervos, explica la bióloga.
El elefante asiático, con unos 50.000 individuos, dos tercios de ellos en India, está considerado "en peligro" de extinción en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), al igual que el elefante africano de sabana. La tercera especie, el elefante africano del bosque, está "en peligro crítico".