Emergencia sanitaria: Duque pone el pecho | El Nuevo Siglo
Diana Rubiano/El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Mayo de 2020
Unidad de análisis
El alza sustancial de la favorabilidad presidencial en medio de la crisis sanitaria tiene una causa principal: el liderazgo personal, indelegable y diario de la emergencia, asumiendo la responsabilidad directa 

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No pocos tratadistas de la política coinciden en que el nivel de liderazgo de un dirigente queda al descubierto en la forma en que enfrenta las crisis. Colombia en las últimas décadas ha registrado muchas y de la más diversa índole, la mayoría teniendo como común denominador violencias cruzadas, narcotráfico, corrupción y una alta cuota de vidas perdidas. Hoy, sin embargo, hace frente a una de las más graves e imprevisibles: la pandemia del Covid-19.

Como es apenas obvio, semejante desafío, que abarca complejas problemáticas y soluciones en los campos de la salud pública, la economía y el impacto social, está poniendo a prueba la capacidad de liderazgo, poder de decisión, principio de autoridad y la credibilidad misma de los 50 millones de colombianos en la institucionalidad y la persona del presidente de la República, Iván Duque.

¿Cómo le ha ido al Jefe de Estado en el manejo de la crisis sanitaria, la misma que él califica como el reto más grande del país en las décadas recientes?

Obviamente no se trata de un interrogante fácil de responder, no solo porque Colombia lleva muchos años en medio de una aguda polarización política, sino porque en febrero, cuando arrancó la emergencia tras la confirmación del primer caso de coronavirus en el país, el Ejecutivo atravesaba por una difícil coyuntura. Si bien había cerrado 2019 con un buen rendimiento económico, afrontaba un clima social bastante agitado y una evidente crisis en materia de margen de gobernabilidad, que incluso lo forzó a recomponer el gabinete y ampliar su coalición política. Las encuestas mostraban a Duque al cierre del primer bimestre con rubros que, en el mejor de los casos, apenas si llegaban a un 40% de aprobación y favorabilidad.

Frente a lo que ha pasado en los últimos dos meses de emergencia, hay dos elementos a tener en cuenta. De un lado, haciendo la imperativa claridad en torno a que aún no llegamos al pico de la pandemia, se reconoce que a partir de medidas como la cuarentena, el cierre de fronteras y la parálisis productiva en más de un 80%, Colombia tiene hasta el momento un volumen moderado de contagios y de decesos, sobre todo frente a lo que pasa en naciones del vecindario como Brasil o Ecuador. Comparar el país con lo que ocurre más lejos, como en Estados Unidos o Europa, no es lógico, pues se encuentran en etapas distintas de la curva epidemiológica y han implementado planes de contingencia muy variados.

Lo cierto es que tras casi ocho semanas de crisis sanitaria, en los últimos quince días se dieron a conocer tres encuestas distintas en las que la imagen y calificación del Jefe de Estado aumenta de forma sustancial, poniéndose en un promedio de 63%, logrando en alguna de ellas alzas de veinte puntos y más frente a anteriores mediciones.

No resulta fácil de explicar esta circunstancia en un país en donde día tras día crece el debate nacional sobre el plan de contingencia, la duración y pertinencia de la cuarentena o cuál es el ‘costo a pagar’ -en materia de vidas y salud pública- por un mayor o menor ritmo de reactivación laboral y productiva. A hoy es evidente que se ha perdido una cantidad preocupante de empleos y muchas empresas y sectores económicos amenazan quiebra. También que el número de pruebas de detección de Covid-19 no es suficiente y persisten las deficiencias hospitalarias, así como tampoco alcanzan los programas de entrega de mercados, subsidios, créditos y otros billonarios incentivos económicos oficiales.

“Se hace cargo”

Visto todo ello, la pregunta es una sola: ¿A qué se debe esta mejoría en la imagen presidencial? Al decir de no pocos analistas la opinión pública le está reconociendo a Duque que desde el día 1 de la crisis por el coronavirus se puso al frente del plan de contingencia y que este tiene más resultados positivos que negativos en varios frentes. Y esos resultados, los buenos y los malos, la ciudadanía los atribuye al liderazgo personal y directo del Jefe de Estado.

“… La crisis por la pandemia tiene a todo el país entre atemorizado y desconcertado… No es como otras crisis en política, de paz o de guerra, en donde la gente solo tenía que medio enterarse del tema y de inmediato tomaba partido… Con la epidemia, la gente lo primero que busca es una voz en la que creer, gústele o no lo que diga o decida… Duque no delegó en un ministro o en un gerente de emergencia, como en otros países, el manejo de la crisis. Ese rol es de él, de su responsabilidad directa, sobre todo en las decisiones más complicadas y de alto impacto, como el mandar a nueve de cada diez colombianos a encerrarse en la casa… La opinión pública, haya votado o no por Duque, sea uribista o antiuribista, ve, lee y escucha al Presidente, sabe que toma las decisiones y que está dispuesto a asumir las consecuencias… En su programa televisivo diario Duque habla de la cuarentena, de los alivios a las empresas, pone a los ministros a responder, pero también habla de los problemas más cotidianos de la gente, responde a sus preguntas y justifica sus decisiones… Algunos, no se puede desconocer, tildaban a Duque de pando o peso pluma, pero ahora lo ven como lo que es, el Presidente. Eso es lo que reconoce la opinión en las encuestas: Duque se hace cargo, pone el pecho, con altas y bajas, lidera personalmente la respuesta a una situación nunca antes vista”, explicó a EL NUEVO SIGLO, en charla off the record, un experimentado estratega político y de imagen que ha asesorado varias campañas electorales y entidades en Colombia.

También es obvio que a favor de Duque ha jugado que no se ha metido en el remolino de la politización de la crisis que ciertos dirigentes partidistas, las redes sociales y algunos gobernadores y alcaldes han querido profundizar. Gran parte de la ciudadanía ve a un mandatario metido de lleno en enfrentar la crisis sanitaria, sin perder tiempo en rifirrafes políticos, secundarios en estos difíciles momentos. Por ejemplo, un enfrentamiento público con la alcaldesa de Bogotá sería lo peor en esta coyuntura, y así lo ha entendido la Casa de Nariño.

Otro elemento clave en la recuperación de imagen de Duque es su reiteración hasta el cansancio de que el plan de contingencia es para enfrentar la emergencia, no para solucionar todas las crisis estructurales del país, sobre todo en el campo económico o social. Esto ha sido clave para desarmar parte de los discursos oportunistas de los críticos que exigen una panacea milagrosa a todas las problemáticas.

Como se ve, aunque Colombia no ha llegado el punto crítico de la curva epidemiológica, es claro que en este trecho de la emergencia se ha visto a un Presidente más al frente que nunca, liderando directamente, tomando decisiones y asumiendo su costo sin ambages ni esguinces. Frente a una situación tan inédita como incierta, ese liderazgo era lo que estaba esperando el país y le da un margen de esperanza y certeza sobre el inmediato futuro.