Muchos reclusos no han tenido ni la primera oportunidad: Bahamón | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Sábado, 30 de Mayo de 2020
Agencia Anadolu
En este su primer libro, la exactriz Johana Bahamón plasma la realidad de quienes encuentran una segunda oportunidad para vivir, aun estando tras las rejas.

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RESULTA irónico que una persona encuentre la libertad estando adentro de una prisión, pero ese fue el caso de Johana Bahamón, la actriz colombiana que hace ocho años fue invitada a un evento en un centro penitenciario y al salir sintió que tenía que regresar.

Desde ese momento, Bahamón dejó atrás el mundo de la actuación para dedicarse a la población carcelaria, siendo consciente de los estereotipos que rodean a los internos y de la falta de oportunidades que tienen estas personas, antes y después de salir de prisión.

Ocho años después, tras haber creado la Fundación Acción Interna, así como numerosos programas a favor de la población carcelaria, Bahamón decidió plasmar no sólo su trabajo sino la historia de personas que han cambiado su vida y que le reiteran que se vale creer en las segundas oportunidades, incluso para personas que no han tenido ni la primera.

En entrevista con la Agencia Anadolu, la exactriz se refirió a su primer libro: "Historias Privadas de la Libertad", en el que a partir de las experiencias de Emma, Daniel, Cindy, Isabel, Silvia, Ulises, Gilberto y Claribel se invita a generar más empatía con la “olvidada” población carcelaria.

“Son ocho historias de ocho personas muy diferentes, hay internos, pospenados, de la población LGBTI. Quisimos hacerlo lo más diverso posible para poder representar a toda nuestra población carcelaria”, relata Bahamón. “Es un libro que nos habla sobre las segundas oportunidades, que nos invita a conocer historias de las personas que están ahí adentro, conocer lo que piensan”.

Según la autora, el libro tiene como fin último generar más empatía y romper los estigmas sobre la gente que está o ha estado en prisión, y facilitar las segundas oportunidades para aquellos que “en su mayoría, no han tenido ni la primera oportunidad. Son personas que no han tenido acceso al estudio, que no han crecido con las oportunidades con las que hemos crecido otros; entonces realmente esta segunda oportunidad es su primera oportunidad”.

Cuando le propusieron escribir un libro sobre el tema, ella llevaba tres años trabajando en las cárceles. Sin embargo, afirma que no sentía que fuera el momento adecuado. Pero hace un año, cuando se volvió a presentar la oportunidad, estuvo lista: “Tenía más claro lo que quería contar porque yo fui actriz durante 15 años y hace ocho que trabajo en las cárceles. Tengo la necesidad de que yo deje de ser la protagonista y que los internos sean los protagonistas”.

“Entre historia e historia, hablo un poco de en qué momento estaba de mi vida y cuento alguna vivencia personal que no tenga que ver con la cárcel y yo creo que, en cada una de estas ocho personas, hay algo que me identifica. Hay algo que tenemos en común”, afirmó Bahamón. Y agregó que, así como ella se sintió identificada con los protagonistas de su libro de alguna manera, los lectores también podrán verse reflejados en algunas de las situaciones allí descritas.

“Creo que, en la última página, cuando uno cierra el libro, se genera un cambio en el corazón. Uno termina con algo diferente en el corazón”, afirma.

Otro de los motivos que llevó a Bahamón a convertir este proyecto en una realidad es romper con las estigmatizaciones a las que son sujetas las personas al salir de prisión. Señala que además de ser juzgados, son olvidados. “Se nos olvida que ellos hacen parte de nuestra sociedad, que tenemos que recibirlos una vez cumplan su condena, que tenemos que involucrarlos otra vez a la vida laboral y social, y darles esa segunda oportunidad para que puedan volver de una manera digna, como se lo merecen, pero a la gente se le olvida y estamos acostumbrados a señalar y a juzgar, entonces es muy difícil para ellos”.

“Cuando salen, por ejemplo, a buscar un trabajo, lo primero que a uno le piden es el pasado judicial. Ellos quedaron condenados para siempre”.

La exactriz aseguró que desde el primer momento en que visitó la cárcel, se sintió libre. Cuando salió, sintió la necesidad de volver sin saber muy bien por qué. “Pero después lo fui descubriendo con el tiempo y ahora, después de ocho años, tenemos la fundación, hemos trabajado en 30 cárceles; realmente era lo que tocaba hacer: volver a la cárcel. Y me ha liberado”.

Cuando Bahamón decidió dejar de lado la actuación, se enfrentó a comentarios y críticas, pero con determinación siguió con su labor. “Esa liberación se siente bien y eso es lo que siento cuando trabajo con la población carcelaria, que estoy libre haciendo lo que realmente quiero, lo que realmente me gusta sin importar el resto”, afirmó.

Tal es el vínculo que ella ha logrado entablar con esta población que incluso abrió las puertas de su casa y de su corazón a Evelyn, una bebé de un año y siete meses que nació en prisión y de quién es acudiente. “Yo conocí a Evelyn de tres meses, empecé siendo su acudiente, después su mamá pidió traslado de cárcel y quiso que Evelyn se quedara con nosotros mientras ella salía de la cárcel; entonces me dio la custodia temporal. Evelyn es parte de nuestra familia y su mamá también. Lleva viviendo con nosotros más de un año, es la hermanita de mis hijos y la amamos”, explicó Bahamón, quien agregó que espera que la mamá de Evelyn, Claribel, termine su condena en noviembre para poder reunirse con su familia.

Con respecto a la situación de aislamiento por coronavirus, Bahamón destacó que la fundación no ha parado. En primer lugar, se ocuparon de equipar a los internos y a la guardia de las cárceles con elementos básicos de bioseguridad y lograron distribuir en todas las cárceles del país caretas y máscaras médicas, además de otros implementos de aseo.

Los programas que había adelantado la fundación, como el Festival Nacional de Teatro Carcelario, se realizará de manera virtual. Aunque ha sido desafiante, a Bahamón le ha gustado esta experiencia, pues ha servido como motor para crear nuevos espacios, como diplomados para pospenados que no tienen los medios para acudir a Bogotá, donde se encuentra Casa Libertad, un lugar exclusivo que atiende a las personas que han sido privadas de la libertad