Carolina, la última manatí hembra (Trichechus manatus) del grupo de 10 rescatados en el complejo cenagoso Zarzal-El Tupe-Capote, en el corregimiento de Evitar (Mahates, Bolívar), en abril del 2016, fue liberada en la ciénaga del Zarzal, en un trabajo liderado por Cardique y la Fundación Omacha.
“Estamos muy contentos, acabamos de liberar a la última manatí que teníamos en el batallón de Malagana. Liberamos a Carolina, esperamos que esté en su hábitat muy tranquila, que vuelva a adaptarse a su hábitat natural”, afirmó Ángelo Bacci Hernández, director de Cardique.
El rescate se debió a una larga sequía que inició a finales del 2015 y que se prolongó hasta los primeros meses del siguiente año. Este grupo de animales, entre ellos Carolina, quedó atrapado en un cuerpo de agua poco profundo, en el sector de La Corriente del complejo de ciénagas Zarzal-El Tupe-Capote.
Los manatíes fueron evaluados clínicamente, y con los resultados se determinó que ocho de estos animales fueran ubicados temporalmente en el lago del Batallón de Infantería N°13, de Malagana (Bolívar). Las manatíes Carolina y Esperanza necesitaban atención médica prioritaria, por lo que fueron trasladadas a la Estación Piscícola de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), en Lorica (Córdoba) para llevar a cabo su proceso de rehabilitación.
El equipo de expertos de manatíes (biólogos y veterinarios de fauna silvestre) de la Fundación Omacha determinó que estas dos manatíes eran crías: Carolina tenía un año de edad aproximadamente y Esperanza, alrededor de dos años. Con exámenes adicionales, se determinó que estos animales sufrían de trastornos intestinales severos y deshidratación.
A pesar de encontrarse en plena etapa de lactancia, ambas crías rechazaron el suministro de leche que sus cuidadores les proveían, por lo que fue necesario enseñarles y acostumbrarlas a comer batatilla, planta acuática que consumen estos mamíferos.
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“El proceso de rehabilitación se centró en el sistema digestivo, ya que pasar tanto tiempo en aguas bajas consumieron barro y trozos de madera. Este consumo era evidente en la falta de deposiciones, y después se evidenciaron heces muy duras con evidencias de estos dos materiales, para lo cual fue necesario recurrir a varios medicamentos y seguimiento veterinario durante varios meses”, afirmó Dalila Caicedo, directora ejecutiva de la Fundación Omacha.
Al finalizar esta etapa de rehabilitación, Carolina y Esperanza fueron trasladadas al lago del Batallón de Infantería N°13 de Malagana, el 1° de marzo de 2017, para continuar su proceso de readaptación a su medio natural, junto con los otros manatíes que se encontraban en este lago.
“Durante su estancia en el batallón, Carolina demostró una gran habilidad para no dejarse capturar, aprendió a evadirnos cuando intentamos capturarla en un par de ocasiones”, aseveró Isabel Gómez, bióloga de la Fundación Omacha y coordinadora del proyecto Manatí del Canal del Dique.
Desafortunadamente, en 2017, el manatí conocido como Gleimer, murió por causas desconocidas. El 6 de diciembre de 2019, se realizó la primera liberación grupal de manatíes del Caribe colombiano. En esa ocasión fueron liberados siete manatíes, cuatro machos: Hugo, Sebastián, Tico y Jey-Jey; y tres hembras: Lila, Isabel y Esperanza regresaron a su hábitat natural, en las ciénagas Zarzal-El Tupe-Capote. Posteriormente, la manatí Batata fue liberada en este mismo complejo cenagoso, en junio de 2022, y Carolina, la última manatí de este grupo, regresó ya a su hábitat.
Los protectores
Los manatíes cumplen un papel muy importante en las ciénagas y cuerpos de agua en donde habitan: al consumir plantas acuáticas, entre el 8 y 10% de su peso al día, controlan las poblaciones de estos organismos que en exceso disminuyen el nivel de oxígeno en el agua, el cual es un elemento vital en los ciclos de vida que se desarrollan en los humedales. Además, los nutrientes de sus heces sirven de alimento para otros organismos, como los peces; y con los movimientos de sus aletas remueven los sedimentos, de los cuerpos de agua, contribuyendo así al mantenimiento de la profundidad de las ciénagas y ríos.
Sin embargo, estos mamíferos acuáticos enfrentan varias amenazas como la cacería para consumo de su carne como fuente de proteína, varamientos y limitación de desplazamientos por niveles muy bajos de los humedales ocasionados por sequías, choques y lesiones con embarcaciones de motor fuera de borda. También enfrentan la degradación o destrucción de los cuerpos de agua en donde habitan, lesiones o muerte por interacciones negativas con redes, enmalles y chinchorros y la contaminación del agua por causas humanas, entre otras.
Por esta serie de amenazas los manatíes se encuentran en la categoría En Peligro (EN) del Ministerio de Ambiente y en la categoría de amenaza Vulnerable (VU), de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN.