No es un secreto las diferencias constantes que mantiene el presidente Gustavo Petro con los medios de comunicación. En varias oportunidades en plaza pública, en Twitter y en reuniones privadas, el mandatario ha manifestado sentirse perseguido por los dueños de los grandes medios y sus intereses -que según él- están en contra del cambio.
Colombia es un país que se informa principalmente a través de los noticieros de las siete de la noche. Históricamente esas emisiones concentran los resúmenes informativos más potentes, pues las costumbres horarias de los ciudadanos hacen que en ese momento las familias se reúnan para enterarse del acontecer nacional. En el argot periodístico se le denomina horario triple A. La presidencia lo sabe, mucho más el primer mandatario que es un excelente comunicador. Razón de peso para concluir que la repetición de dos de sus discursos en las últimas semanas en ese horario tiene como intención controlar la información que reciben la mayoría de los ciudadanos.
La última vez que el mandatario aplicó esa estrategia fue desde La Habana, cuando se firmó el cese bilateral al fuego con el ELN. El discurso entregado por el mandatario en Cuba, de poco más de media hora, fue retrasmitido a las siete de la noche, dejando a las audiencias sin una gran parte de los noticieros de esa hora. Era viernes, por lo general el día de menos rating, más sin embargo era la semana en que el país entero buscaba respuestas sobre el escándalo que enfrentaba la Casa de Nariño y que algunos hemos denominado el “Nanny-gate”. La decisión de retransmitir un discurso que no estaba hecho para televisión y que realmente no tenía un mensaje claro para la ciudadanía, parece entonces un ataque frontal a la pluralidad de la información y, por ende, un golpe blando a la libertad de expresión.
La Presidencia de la República puede interrumpir la programación pública en la televisión para transmitir mensajes que considere de interés nacional. ¡Ni más faltaba que no pudiera hacerlo! Sin embargo, ya van dos oportunidades en donde Gustavo Petro toma esa decisión sin sentido lógico aparente más que evitar que los colombianos pudieran ver los noticieros de las siete de la noche. Con un ingrediente adicional, deja a la ciudadanía condenada a que eso se repita en los próximos días, pues el espacio tiene que cederse también a la oposición. Cosa que en presidencia poco preocupa, pues saben muy bien que los exponentes de ese sector son débiles y poca afectación tienen sus discursos en la imagen del mandatario. ¡Es preferible un mediocre pronunciamiento de los opositores, que un informativo con el resumen de los acontecimientos más álgidos que azotan al gobierno!
Con ese método, desde la Casa Nariño se busca quitar relevancia a los noticieros de los canales abiertos, para implantar así su narrativa y afectar la libertad de expresión. Se que soy poco objetiva, pues trabajo en uno de los noticieros de las siete de la noche en Colombia, pero por eso entiendo la dimensión que tiene la decisión que ha venido tomando el gobierno en ese sentido. Estipular desde la oficina presidencial qué es lo que deben ver los colombianos.