La presencia de ciertas especies de abejas de las orquídeas en lugares donde la literatura científica no las reportaba, permite actualizar la distribución de ciertas comunidades en el Parque Nacional Natural (PNN) Farallones de Cali.
Entre dichas especies está Euglossa tridentata, de la cual se tenían algunos registros solo en Centroamérica, pero cuya presencia fue una de las más abundantes y frecuentes en la zona estudiada por la ingeniera forestal Andrea del Pilar Fajardo Henao, doctora en Agroecología de la Universidad Nacional (UNAL) Sede Palmira.
El estudio buscaba establecer la vinculación directa que la comunidad de abejas tiene con los diferentes fragmentos de paisaje existentes en un sector del municipio de Dagua -en límites con Buenaventura-, ubicado en el PNN Farallones de Cali, sobre la cuenca alta y media del río Anchicayá.
La ingeniera explica que “el comportamiento de la comunidad de abejas se puede usar para el modelamiento de su distribución en función del grado de conservación de los bosques y la inclusión de prácticas agroecológicas en los agro-ecosistemas”.
Mediante la Resolución n°. 092 del 15 de julio de 1968, expedida por del Incora, el PNN Farallones de Cali fue declarado como una zona de reserva ecológica, protegida porque la flora y la fauna que alberga es importante para la vida silvestre.
Sin embargo, en esta zona alrededor de un 70 % del ecosistema de bosque está fragmentado y además presenta pendientes muy pronunciadas que lo hacen vulnerable a desarrollos de agricultura o de sistemas ganaderos extensivos.
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Naturaleza de alto valor
En su trabajo, la investigadora aplica el concepto de “naturaleza de alto valor”, que se refiere a una metodología implementada en Europa a partir del estudio de ciertos grupos de organismos –especialmente aves– que pueden ayudar a clasificar las áreas como de “alto valor natural” porque les ofrecen habitáculo, alimentación y sitios de reproducción, y además son zonas que han estado inmersas en paisajes agrarios especialmente.
Al respecto, explica que “estos valores proponen que, en ciertos tamaños de bosque y de parches de bosque, se pueden mantener ciertas comunidades de organismos indicadores de su conservación, en este caso las abejas Euglossa”.
La zona de estudio abarcó 10 fincas, en las que se colectaron muestras dos veces al año (2017 y 2018). En los predios seleccionados al azar se diseñaron líneas de muestreos (transectos), caracterizados por la toma de datos en determinados recorridos prefijados. La altura máxima en las zonas de muestreo oscila entre 850 y 900 m.
Los transectos tenían una longitud de 1,5 km. En el recorrido se establecieron parcelas o clusters de trampeo y colecta cada 100 m: en los 10 primeros se dejaban un cluster conformado por 5 trampas con atrayentes para Euglossa, y en los 500 m finales se dejaban 2 cluster de trampeo que incluían atrayentes para meliponas.
Los atrayentes son sustancias por las que las abejas tienen cierto gusto y las buscan en los recursos florales que visitan con frecuencia.
También se realizó muestreo de la vegetación, una caracterización florística para ver el tipo de estructura que tienen los parches de bosque al interior de los transectos.
“El análisis de los resultados permitió establecer que aunque los agro-ecosistemas estudiados ofrecen cierto tipo de recursos para las abejas de las orquídeas observadas en estas zonas, limitan otros, especialmente los relacionados con alimento y recolección de algunas resinas que provienen de ciertas especies del bosque; así, algunas especies, como Euglossa mixta, se ven más en las colectas donde los índices de estructura del bosque mejoran”, señala la ingeniera forestal.
Agrega que “en algunos recorridos había un potrero cada 100 m, mientras en otras fincas se estos encontraban indiscriminadamente con partes de monte, algunos más espesos, incluso lugares de bosque absolutamente espeso donde no entra ni la luz, entonces son condiciones del paisaje diferente”, comenta.
La investigadora menciona que a partir de los datos obtenidos el propósito es generar modelos de distribución de esos hábitats, que además son un excelente bioindicador de zonas de conservación.