LOS MANDATARIOS europeos consiguieron superar sus divisiones y designar a la alemana Ursula von der Leyen como próxima presidenta de la Comisión Europea, al término de una intensa cumbre sobre altos cargos de tres días.
Además de la actual conservadora ministra alemana de Defensa, los líderes nombraron al liberal belga Charles Michel como próximo presidente del Consejo Europeo, al español socialdemócrata Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea y a la francesa Christine Lagarde, al frente del Banco Central Europeo (BCE).
"¡Ya está hecho!", tuiteó en primer lugar el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, antes de que el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, confirmara en la misma red social el reparto de altos cargos acordado.
Los dirigentes dan luz verde así al último acuerdo que tenían entre manos, después de haber fracasado la víspera otro reparto de cargos que daba la presidencia de la Comisión, al socialdemócrata Frans Timmermans, y que no logró progresar.
El presidente francés, el liberal Emmanuel Macron, fue quien propuso nombrar a Von der Leyen, de 60 años, a la cima de la Comisión, una jugada que le permitió obtener el BCE para Lagarde, actual directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La Eurocámara debe ahora confirmar la designación de la política alemana, que, sin embargo, no ejerció de cabeza de lista de una de las familias políticas en las elecciones a la Eurocámara, una exigencia que los eurodiputados habían reclamado a los líderes.
"Esta propuesta nos decepciona mucho", advirtió Iratxe García, jefa del grupo socialdemócrata en el Parlamento Europeo, el segundo en importancia tras el Partido Popular Europeo (PPE, derecha), al que pertenece Von der Leyen.
El acuerdo pone fin a a una noche de infructuosas discusiones entre el domingo y el lunes, los 28 prometieron ponerse de acuerdo para evitar ser blanco de las críticas de las formaciones populistas.
Por la mañana, un compromiso respaldado por Alemania, Francia, España y Holanda, que parecía crear consenso durante el fin de semana, parecía totalmente abandonado, según dos fuentes cercanas a las negociaciones.
Los desacuerdos se centraban en torno al conocido como "acuerdo de Osaka", que concedía la presidencia de la Comisión -la joya de la corona- a Timmermans, pese a que su familia política quedó en segundo lugar en las pasadas elecciones europeas.
Aunque el Partido Popular Europeo (PPE, derecha) cedía la Comisión pese a haber ganado los comicios, a cambio obtenía la presidencia de la Eurocámara para su candidato, el alemán Manfred Weber, en virtud del pacto.
Pero reclamaba también dirigir el Consejo Europeo, cenáculo de líderes, uno de los escollos de la negociación, ya que los liberales pugnaban también por este cargo, del que depende el color político del próximo jefe de la diplomacia europea.
Por ello, la cesión en el acuerdo de Osaka del Consejo a los liberales, además de ceder la Comisión, generó frustración en el seno del PPE y críticas a una de los suyos, Angela Merkel, y galvanizó el rechazo de los países del Este por la candidatura "inaceptable" de Timmermans.
Los mandatarios de los cuatro países de Visegrado (Hungría, Eslovaquia, República Checa y Polonia), había expresado en cambio su apoyo a Von der Leyen, a través del portavoz del gobierno húngaro, Zoltan Kovacs, antes del anuncio.
Para lograr una mayoría proeuropea estable en la Eurocámara y en el Consejo, al menos tres familias políticas deben ponerse de acuerdo: PPE (derecha), socialdemócratas y liberales.