La muerte del último dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, suscitó el miércoles emotivos homenajes en Occidente pero la reacción fue más moderada en Rusia, donde muchos le reprochan la caída de la potencia soviética.
Gorbachov falleció el martes por la noche a los 91 años, tras una "larga y grave enfermedad", indicó el Hospital Clínico Central (TSKB) de Moscú donde estaba siendo tratado.
Era el último dirigente todavía con vida de la época de la Guerra Fría, un periodo que parece tener especial resonancia actualmente con la ofensiva del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania, lanzada el 24 de febrero.
Aunque Gorbachov no se pronunció públicamente sobre la acción militar rusa en Ucrania, su fundación pidió "un cese de las hostilidades y el inicio inmediato de negociaciones de paz".
En estas dos últimas décadas, el exdirigente se preocupó por el aumento de las tensiones con Washington, e instó a reducir los arsenales nucleares, como ya hizo en los años 1980 con el presidente estadounidense de aquel momento, Ronald Reagan.
En un mensaje de condolencia, Putin destacó un hombre que tuvo "un gran impacto en la historia del mundo".
"Guió a nuestro país a través de un periodo de cambios complejos y dramáticos, y de grandes desafíos de política exterior, económicos y sociales", destacó. "Comprendió profundamente que las reformas son necesarias".
"Hombre de paz"
Las palabras del mandatario ruso llegan después que los numerosos homenajes de los dirigentes occidentales, mucho más emotivos hacia quien recibió el premio Nobel de la Paz en 1990 por haber contribuido tanto en reducir la confrontación entre Este y Oeste.
El presidente estadounidense, Joe Biden, lo calificó de "líder excepcional" que contribuyó a "un mundo más seguro" y para el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Gorbachov "hizo más que cualquier otro individuo para lograr un final pacífico de la Guerra Fría".
El presidente francés, Emmanuel Macron, destacó que era un "hombre de paz", y su homólogo italiano, Mario Draghi, elogió su oposición a una "visión imperialista de Rusia".
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, agradeció su "contribución decisiva en la unidad alemana". Y para la excanciller Angela Merkel, que creció en la antigua Alemania del Este, Gorbachov le cambió la vida "de manera fundamental".
China, que el Kremlin presenta ahora como su gran socio político y económico, elogió la "contribución positiva" del exdirigente soviético en el acercamiento entre Pekín y Moscú.
En Rusia, el legado del político sigue siendo controvertido, y las reacciones a su muerte eran mucho más moderadas.
Aunque fue quien abrió el camino a la libertad de expresión, para muchos fue el responsable del fin de la superpotencia soviética y de los terribles años de crisis económica que siguieron.
No obstante, el periodista ruso Dmitri Muratov, premio Nobel de la Paz en 2021 y redactor jefe del diario independiente Novaya Gazeta --apoyado desde su creación por Gorbachov-- rindió homenaje a un dirigente que "despreciaba la guerra" y "daba más valor a un cielo tranquilo que al poder personal"
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Colapso de la URSS
Nacido en 1931 en el seno de una familia modesta del suroeste de Rusia, Gorbachov subió rápidamente en la jerarquía del Partido Comunista hasta ponerse al frente de la URSS en 1985.
Hasta su dimisión en 1991, que marcó el fin del bloque, llevó a cabo importantes reformas democráticas, conocidas como la "perestroika" (reestructuración) y "glasnost" (transparencia).
Confrontado a enormes crisis, como la catástrofe de Chernóbil (1986) o los movimientos de independencia en toda la URSS, que reprimió en algunos casos, obtuvo en 1990 el premio Nobel de la Paz por "haber puesto fin pacíficamente a la Guerra Fría".
También ordenó el fin de la desastrosa campaña militar soviética en Afganistán y sus acciones contribuyeron a la caída de la "cortina de hierro", como se conoció a la antigua frontera política e ideológica entre Europa Occidental y Oriental.
Los años que siguieron a la disolución de la URSS siguen siendo un trauma para muchos rusos que se vieron hundidos en la pobreza y confrontados al caos político y a una guerra brutal con Chechenia.
Con la llegada al poder en 2000 de Putin, para quien la desaparición de la URSS es la "mayor catástrofe geopolítica" del siglo XX, el Estado se impone a la sociedad y hace regresar la potencia rusa a la escena internacional.
Para Gorbachov, las relaciones con los nuevos líderes del Kremlin siempre fueron complejas, ya sea con Boris Yeltsin, su enemigo acérrimo, o con Putin, a quien criticaba pero veía como una oportunidad para un desarrollo estable en Rusia.
El exdirigente soviético se mostró favorable a la anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014 por parte de Moscú, lo que le supuso, en 2016, la prohibición de entrar en Ucrania.
Tras un breve intento fallido de volver a la política en la década de 1990, Gorbachov se dedicó por completo a proyectos educativos y humanitarios.
Una fuente cercana a la familia Gorbachov dijo a la agencia de noticias TASS que sería sepultado junto a su esposa Raísa, fallecida en 1999, en el cementerio Novodevichy de Moscú.