¿Protestas en Irán llevarán a un cambio de régimen? | El Nuevo Siglo
El docente internacionalista, experto en Estados Unidos y Eurasia de la Pontificia Universidad Javeriana, Emersson Forigua.
ENS
Sábado, 22 de Octubre de 2022
Redacción internacional

El asesinato de Mahsa Amini a manos de la policía moral en una zona rural de Irán, el pasado 16 de septiembre, desencadenó una serie de protestas en el país, y en otros Estados del mundo árabe que, desde la muerte de la joven de 23 años, no han cesado.

Una mechita se encendió, como ocurrió en Túnez en el 2010, pero es poco probable, de acuerdo con el docente internacionalista experto en Estados Unidos y Eurasia de la Pontificia Universidad Javeriana, Emersson Forigua, que las manifestaciones desencadenen en una nueva primavera árabe o en el comienzo del fin del régimen de los ayatolás en ese país.

No obstante, este estallido social ha desestabilizado al gobierno del ayatolá Ruhollah Jomeiní, que, por ejemplo, restringió el acceso al internet y bloqueó aplicaciones como Instagram o WhatsApp para disipar las marchas (aun así los jóvenes internautas han conseguido publicar videos de las manifestaciones captados con sus teléfonos celulares).

EL NUEVO SIGLO: Las protestas en Irán, consecuencia del asesinato de Mahsa Amini por la policía de la moral, no han aminorado. ¿Podríamos estar ad portas de una nueva primavera árabe?

EMERSSON FORIGUA: En estos momentos es muy temprano para afirmar que habrá un movimiento revolucionario que podría llegar a sacudir las estructuras del poder en Irán, como lo que vimos en la Primavera Árabe de hace 10 años. Es muy incipiente.

No obstante, sí es un síntoma muy claro del creciente descontento que hay en algunos sectores de la sociedad con el gobierno de los ayatolás, por una parte, pero también con algunos de los órganos más representativos del mismo, como la policía de la moral y la Guardia revolucionaria. Esta última es la piedra angular del poder en dicho país, que responde directamente a Alí Jamenei, el gran ayatolá iraní, y en ellos reposa mucho del poder en el país.

Ha habido voces y consignas en las manifestaciones en su contra por los niveles de represión, entre otros, y esto pone sobre el terreno el descontento. En Irán ha habido oleadas así en el pasado, pero el gobierno siempre se ha movido con bastante velocidad para acallar esas voces, muchas veces por la fuerza, y minimizar el impacto de las mismas sobre su funcionamiento.

ENS: ¿Entonces no estamos viendo el comienzo del fin?

EF: No; no son el comienzo del fin del régimen iraní. Cuando se va a promover un cambio de régimen o de gobierno, como lo quieran llamar, ese no es un proceso que se hace exclusivamente a través de fuerzas internas. En estos escenarios debe haber una correlación de grandes potencias y de potencias regionales para promover, a través de diferentes herramientas, este cambio.

En estos momentos las grandes potencias tienen sus miradas puestas en otros escenarios, y las potencias regionales también están debilitadas por una situación económica muy difícil como para poder impulsar un proceso de ese estilo.

Se necesita del concurso de otros actores para generar la suficiente inestabilidad, para hacer tambalear al gobierno y para que, por consiguiente, se produzca un cambio, como lo que vimos hace algunos años en Siria con Bashar al-Ássad. Pero en este momento la atención de distintos escenarios está concentrada en Ucrania. Así que no se ve la vocación de esos actores para lograr ese objetivo.

ENS: Hace una década Irán sí se sumó a la Primavera Árabe que se desencadenó en Túnez. ¿En este 2022 podría ser el epicentro?

EF: No creo. No es su vocación. Hace 10 años la de Irán fue una de las primaveras más débiles. El grueso fue en Túnez, en Egipto, en Baréin, en Libia, en Siria, algunas en Catar y en Yemen, pero mucho de lo que pasó en Irán fue canalizado a través de Siria. Ahí el impacto fue muy chiquito y no se dieron las condiciones. Dudo, pese a que por la muerte de Mahsa Amini ha habido manifestaciones en varios países del mundo árabe, que desde Irán se impulse un movimiento más grande. Así sea la protesta más grande en una década.



Radicalización del régimen

ENS: No es el comienzo del fin, entendido. ¿Las protestas podrían, entonces, ser una excusa de radicalización del régimen?

EF: Sí. Es probable que el régimen de los ayatolás tienda a la radicalización y una excusa para seguir ejerciendo el poder. Uno no le ve mayores intenciones de moderar su comportamiento y es probable que se radicalicen las respuestas por parte del gobierno para contener las protestas. Ellos se van a mover en esa dirección y ahí jugará un papel muy importante la guardia revolucionaria, paralela a las fuerzas militares y a los servicios de inteligencia.

Ellos cooptan buena parte de la estructura del Estado y mientras ellos no tambaleen, uno de los grandes pilares que sostiene a la teocracia chiita en Irán, el régimen se mantendrá y se radicalizará en respuestas cada vez más opresivas. Puede que haya algo de diálogo y de moderación, pero creo que el grueso de la respuesta será mucho más radical.

En ese sentido, creo que el régimen podría incorporar algunos cambios cosméticos para generar algo de estabilidad interna, pero no creo que pase de ahí. Su radicalismo es extremo. Pero digamos que para aplacar la presión internacional y para mantener la interlocución, por ejemplo, con la Unión Europea (que dicho sea de paso los está sancionando por la guerra en Ucrania), en lo relativo con el acuerdo nuclear, podríamos ver algunas propuestas de diálogo. Pero su esencia será muy difícil cambiarla en este momento.

ENS: ¿Qué tanto de cierto hay en que las protestas están siendo financiadas por Israel y por occidente, acusación de Irán?

EF: Ahí uno puede caer en un ámbito muy especulativo. Sin embargo, en estos tipos de desórdenes sociales que hemos visto en Medio Oriente; que vimos en Ucrania en el 2014 y en el 2004; que vimos en Kirguistán y en Bielorrusia, normalmente ese tipo de escenarios son vistos bajo las ópticas de las guerras híbridas, de tener un Estado que tiene a su disposición una panoplia muy amplia de herramientas para desestabilizar a otro tipo de gobiernos. Sobre todo, herramientas no militares.

Usualmente hay un reclamo, sobre todo del país que lo padece, en el sentido de que algún adversario está instrumentalizando los movimientos sociales, las tensiones internas y las herramientas informáticas de la cuarta revolución industrial para desestabilizar al gobierno. Es netamente especulativo, no es 100% descartable, pero no veo un involucramiento, sobre todo por parte de Israel.

ENS: ¿Cuál es la situación política de Irán bajo el gobierno de Alí Jamenei?

EF: Desde que los ayatolás se tomaron el poder, en 1979, con el derrocamiento del sha Pahlavi, ellos llegaron con una visión chiita del Islam profundamente radical, en respuesta a las políticas de modernización que se estaban impulsando en el Irán de los años setenta.

El gobierno iraní es una teocracia y no sería desatinado catalogarlo de teocracia militar. Lo vimos enfrascarse en una guerra muy dura con los iraquíes durante una década, contra el Irak de Saddam Hussein; lo vimos cometiendo actos tan radicales como la toma de la embajada de Estados Unidos en Teherán en 1979, y en los ochenta y noventa vimos una política doméstica rigurosa en cuanto a la aplicación de la “Sharia”, la ley islámica. Occidente le ha impuesto sanciones petroleras y esto le ha generado coyunturas de presión y de disenso social.