Simbolizan la capacidad de persistir y durar. Pueden alcanzar los 70 metros de altura y los 170 años de vida, pero al igual que la mayoría de especies de flora y fauna en el país, corre riesgos y por ello la palma de cera necesita de un ‘Ángel de la Guarda’ que trabaje por su protección.
Sirve de hábitat de varias especies, “entre ellas el loro orejiamarillo, el tochecito, el oso de anteojos, el venado, 49 especies de mamíferos y 142 de aves, todas endémicas y con algún grado de amenaza”, e infinidad de insectos, por lo que cortarla causa daños irreparables a los ecosistemas.
Hasta hace unos años, la pesadilla para sus cuidadores era que llegara el Domingo de Ramos. Sin embargo, fue prohibida su comercialización y ahora, como parte de su preservación, autoridades ambientales, entre ellas Cortolima, regalan plántulas de esta especie a los feligreses.
“La palma de cera en el país es realmente una especie que está en riesgo por las acciones que atentan contra su supervivencia, entre ellas algunas actividades como las agrícolas y pecuarias que han venido afectando la conservación y preservación”, dice Olga Lucía Alfonso Iannini, directora de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima) y una de las trabajadoras incansables por este árbol, considerado como un símbolo de vida y que es “una especie insignia en nuestro país”.
Recuerda que en su departamento “existe la mayor parte de individuos de palma de cera de Colombia, con un millón 200 mil árboles que están en los bosques de la región del Toche-La Ceja, que comprende los límites entre los municipios de Cajamarca e Ibagué”.
“Nosotros contamos con siete especies de palma de cera y en el Tolima tenemos la gran mayoría”, agrega Olga Lucía.
Protección
Entre las acciones emprendidas para cuidar este imponente árbol está la firma de una alianza con diferentes actores.
“Hemos invitado a todos los actores a firmar una gran alianza. Hemos hecho inversiones para conservarla, procesos sancionatorios. La alianza regional la hicimos en el marco de la Semana de la Biodiversidad, que tiene como objetivo generar acciones para conservar este árbol nacional y su hábitat”, señala la directora de Cortolima.
“Con esta firma, Cortolima, como la autoridad ambiental del departamento, lidera una alianza de voluntades, con visión al año 2050 para la conservación de la especie, sus bosques y su biodiversidad asociada, contando con acciones desarrolladas de planificación, declaración, restauración, educación ambiental, turismo de naturaleza, así como de control y vigilancia”, insiste Olga Lucía.
“Personalidades como los representantes ante la Cámara por el Tolima Delcy Isaza y Gerardo Yepes; Omar Mejía, rector de la Universidad del Tolima; Daniel Rubio, procurador ambiental y agrario del Tolima; Gildardo Monroy, director del Comité de Cafeteros; María Cristina Lara, directora de ANDI Seccional, entre otras personalidades, asumieron el compromiso de trabajar por la conservación del árbol nacional: única planta colombiana que está expresamente protegida a nivel individual por una Ley de la República”, explica la directora de Cortolima.
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Dentro de este compromiso se encuentra incorporar acciones de conservación de la palma de cera en sus respectivos instrumentos de planificación, sus políticas, planes y programas; adelantar las gestiones internas, externas e internacionales para la consecución de recursos públicos, privados o de cooperación para contribuir al logro en la conservación de las poblaciones de palma de cera; articular, desarrollar e implementar campañas educativas en los municipios en torno a la conservación de la palma de cera y establecer viveros para propagación del árbol nacional, y promover acciones de investigación sobre la caracterización del hábitat, biología reproductiva, dinámica poblacional, ecología del paisaje, mortalidad y genoma para su conservación, entre otras.
“Para que una palma de cera llegue a su madurez, cuando inician a producir semilla, se requieren por lo menos 80 años”.
Otras acciones
Además se han venido adelantando otras acciones, como “un proyecto de plantación de $400 millones que busca el desarrollo de un vivero y la siembra de un número importante de plántulas”, dice Olga Lucía.
“Tenemos la estrategia de pago por servicios ambientales, en esta zona de Chilí, incentivos a familias por más de tres años para garantizar que haya procesos de conservación y reconversión. También se firmó un convenio con el Ministerio de Ambiente y en Anaime y Chilí hay 25 familias beneficiadas con dineros de Celsia”, explica la directora de Cortolima.
Indica que “estos acuerdos que se firman e incluyen las acciones de la conservación de la palma de cera y la biodiversidad, más de cuatro mil hectáreas en asocio con Celsia, y otras que hacemos directamente”.
También “estamos avanzando en compañía de Parques Naturales Nacionales y el Instituto Humboldt en la declaratoria del área protegida de Tochecito”, agrega.
Además, “adelantamos diez procesos sancionatorios por afectaciones a la palma de cera y hemos enviado unas actuaciones al Ministerio de Ambiente, que es el competente en algunas zonas para imponer las multas o castigos a que haya lugar”.
“Se emitió el informe técnico de la comisión que adelantó la visita a los predios Agua Bonita, vereda Alto de Toche en Ibagué; Costa Rica y El Placer, vereda Potosí; La Luisa y La Martina, vereda La Despunta del municipio de Cajamarca, producto de las graves denuncias presentadas sobre afectaciones ambientales, especialmente por la expansión del monocultivo de Aguacate Hass en zona de Reserva Forestal Central, que alberga gran cantidad de bosque de palma de cera, hogar del loro orejiamarillo, especie que según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza se encuentra en peligro de extinción”, señala Olga Lucía.
Agrega que “le corresponde al Gobierno nacional reglamentar la utilización de los terrenos de propiedad privada que se encuentran localizados dentro de los límites de las Zonas de Reserva Forestal, con el fin de conservar sus suelos, corrientes de agua y asegurar su adecuada utilización”.
Para la directora de Cortolima, también es fundamental “desarrollar campañas educativas, es muy importante conservar las palmas que ya existen, que tienen bastantes años. Desde hace unos 10 años desarrollamos proyectos de educación ambiental. La comunidad entiende y ayuda en los procesos de recuperación y restauración”.
Recuerda que entre los “enemigos” que tiene la palma de cera están algunos cultivos, como los de aguacate y arracacha, así como las actividades ganaderas, por lo que otra de las misiones que tenemos es lograr la transformación de actividades productivas, trabajar para lograr la declaratoria de reservas, establecer las rutas de declaración donde se puede desarrollar turismo de naturaleza y en cuáles no”.
Concluye que “existe mucho por regular en estas zonas y lo vamos a hacer. Tenemos que proteger la palma de cera y además adelantar sembratones para aumentar su número”.