El pasado 5 de noviembre, la Policía Nacional de Colombia conmemoró 133 años desde su fundación, un aniversario cargado de historia, sacrificio y vocación al servicio del país.
En esta significativa fecha, la institución celebró la graduación del curso 120 de oficiales, que lleva el nombre del Teniente Coronel Edison Andrés González Huertas. En una ceremonia memorable y por primera vez realizada en horas nocturnas; tanto los asistentes como el personal en servicio y de la reserva activa presenciaron un evento de enorme simbolismo y solemnidad, que quedará registrado en los anales institucionales.
El acto fue más que una graduación: fue un reconocimiento a esa generación de jóvenes oficiales que han decidido, por vocación, formar parte de las huestes policiales, conscientes del desafío y compromiso que adquieren al ingresar en sus filas. Estos nuevos servidores han abrazado la misión policial con total entrega, preparados para defender la libertad y la vida de cada colombiano, aun cuando ello exija supremos sacrificios familiares y personales.
La ceremonia, un reflejo de la dignidad de la institución, reafirma la misionalidad de la Policía Nacional de proteger al ciudadano, aun a costa de trances profesionales, que los sitúan en la primera línea frente a la delincuencia y otros peligros, confiando en el respaldo de su gobierno y la sociedad a la cual sirven.
La formación de estos nuevos oficiales se fundamenta en el humanismo y el respeto irrestricto a los derechos humanos. Cada miembro de la Policía Nacional recibe una instrucción que fomenta el respeto por la vida y los derechos individuales, mientras se cultiva un compromiso inquebrantable con el bienestar y la seguridad de la colectividad. Esta filosofía de servicio, transmitida por generaciones, se basa en una doctrina centenaria que ha forjado el profesionalismo de los policías colombianos, integrando principios de moral, responsabilidad y devoción.
La Policía colombiana enfrenta hoy grandes retos en un mundo cada vez más complejo y turbulento. La violencia y el crimen organizado se acoplan constantemente, desafiando nuestras fuerzas de seguridad en nuevos frentes. En este contexto, la graduación del curso 120 simboliza una esperanza renovada, un impulso de juventud y valor que fortalece a la institución en su misión. Es esta nueva generación la que deberá enfrentar los desafíos del presente, siempre bajo el amparo de la ética y los principios que, desde 1891, han orientado a la Policía Nacional en su misión de servicio.
A nuestros nuevos oficiales, les deseamos suerte y éxito en la noble labor que hoy inician. A la Policía Nacional, nuestro reconocimiento por su perseverancia manteniéndose fiel en los propósitos constitucionales, aún en los momentos más oscuros. Que Dios y la Patria sigan iluminando el camino de estos hombres y mujeres que, con entrega y valentía, nos protegen.