En su constante búsqueda de certezas que confluyan con la verdad, durante medio siglo filósofos, sicólogos y científicos se han preguntado cuáles son las razones que llevan a mentir. Pero sabemos mucho menos acerca de qué motiva a decir la verdad, observa Judi Ketterler en “Scientific American”. Se percibe entonces que los vientos están cambiando y comienza a crecer el interés en la academia por saber más sobre la honestidad, quizás por cansancio del enfoque en los estudios sobre esa otra pandemia llamada corrupción, o en aquellos que ligan la polarización con el populismo, fenómenos estos que en gran medida se producen por mentiras o verdades a medias.
La propia Ketterler publicó a principios de año un libro que va en esta línea: ¿Would I Lie to You? The Amazing Power of Being Honest in a World That Lies. Su tesis desemboca en que, para llevar una vida más honesta, hay que empezar por examinar los propios engaños en vez de lamentar continuamente los ajenos. Toda una declaración de intenciones en un momento en que parecería que solo son mentiras las “fake news”.
Gracias a las investigaciones realizadas en distintas disciplinas, “hemos aprendido mucho sobre cómo y por qué miente la gente”. Mentimos -sostiene Ketterler- cuando vemos mentir a otras personas. Mentimos cuando nos convencemos de que el engaño está justificado (“es solo un poco de dinero extra”). Mentimos para salvaguardar nuestro prestigio en un grupo. Mentimos para ahorrarnos situaciones incómodas. Mentimos para hacernos creer a nosotros mismos que somos más inteligentes de lo que somos, etc…
Ketterler cree que todo este conocimiento acumulado resulta muy útil. “Si entendemos lo que motiva y fomenta el engaño, podemos frenar mejor esas cosas en nosotros mismos”. Pero ¿no sería interesante saber también qué motiva a la gente a ser honesta? A su juicio, esto exige plantear preguntas de investigación en otra dirección y crear un cuerpo de doctrina filosófica y científica nuevo. Es esto lo que se ha propuesto el “Proyecto Honestidad” (https://honestyproject.philosophy.wfu.edu), orientado por un equipo multidisciplinar de investigadores de las universidades Wake Forest y Carnegie Mellon. Por ejemplo, la sicóloga social Taya Cohen estudiará cómo ser honesto en una conversación difícil no tiene por qué conducir a la enemistad e incluso puede unir más. El psicólogo William Fleeson investigará cómo mitiga o aplaca la polarización el dejar de ver a los rivales políticos como deshonestos, etc.
Ahora bien, los responsables del proyecto se han propuesto atraer a investigadores interesados en el estudio de esta virtud. Christian B. Miller, director del proyecto y profesor de filosofía de la Universidad de Wake Forest, lamenta que la reflexión sobre la honestidad haya sido uno de los grandes temas ausentes en su disciplina durante los últimos cincuenta años, pero cree que ahora es un prometedor campo de investigación. De hecho, la iniciativa puede verse como una respuesta a “la atención significativa” -en palabras de la web del proyecto- que varias disciplinas han comenzado a prestar a la honestidad.
*Fuente: Aceprensa