El escrito de nuestra colega María Jimena Duzán es muy claro: ¿Es nuestro presidente adicto o no? Por mi experiencia personal, no lo es. Pero de acuerdo a María Jimena Duzán, sí. Expliquemos un poco más.
“Buscando explicaciones sobre por qué usted anda tan atrincherado, me encontré con una posible causa: hay fuentes que me aseguran que las razones de sus desapariciones, las cuales se han vuelto cada vez más frecuentes y prolongadas, tendrían que ver con que usted ha querido mantener oculto un problema de adicción. Si eso es cierto, debería sincerarse, primero con usted mismo, y luego con el país que lo eligió, y contarnos lo que le sucede”, aseveró Duzán.
Asimismo, la periodista sostuvo, instando al presidente a decir la presunta verdad, que aceptar que tiene un problema no es una muestra de debilidad, sino un gesto de valor que concitaría la solidaridad de muchos colombianos.
“Déjese tratar, presidente, que el país y su proyecto político están de por medio. Si usted quiere cambiar a Colombia, de una vez por todas, debería sincerarse y dejar de decirnos mentiras. Lo más difícil de las adicciones es aceptarlas. Una vez eso sucede, el adicto queda liberado y puede empezar su recuperación. Si usted hiciera eso, le quedaría el camino expedito para gobernar y para que el país que lo eligió siguiera creyendo en usted”, indicó Duzán.
Conocí a nuestro presidente siendo aún subteniente de Caballería, por allá por los años 80's, cuando fue capturado por nuestras tropas en Facatativá. En ese momento no parecía serlo. Unos añitos en la cárcel no le caían nada mal, se los merecía. Pero años más tarde, a finales de la década de los 90´s, mientras él era un comandante, y mientras estuvo al frente de una cuadrilla de ese grupo, tampoco.
La historiografía del sobre nombre que le pusieron, alias “El Cacas”, no es de reírse sino de preocuparse. Así lo bautizaron quienes querían hacerle daño y a fe que lo lograron.
No se ve en la televisión con la frecuencia que sus antecesores mostraron, no aparece en la televisión con la asiduidad de sus precedentes, no lo vemos con el lapso de sus precursores presidentes. Y si aparece con escasa frecuencia en la red de noticias de tv y con su lucidez clara, a la que no hay que quitarle nada. Sus carencias e inasistencias dejando plantado hasta el propio presidente norteamericano Joe Biden no tienen justificación ninguna y sí, llaman a preocuparse por la salud de nuestro Primer Magistrado, de nuestro primer parlamentario y de nuestro comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, inclusive la Policía Nacional.
Siendo nuestro primer magistrado, su salud es de importancia y, por lo tanto, es de interés nacional; no así es de interés nacional algún parlamentario o magistrado o algún mando militar, aunque a los tres ninguno calificaría para un próximo ascenso. Pero con Petro, las cosas no son de ese calibre, sino de otro.
Imaginemos por un momento que nuestro primer representante no asiste a una reunión con el primer mandatario francés monsieur Emmanuel Macron. Y al otro día aparece muy cari chupado en la teve internacional, de la cual hace no mofa sino ridiculez. Corre otro video en la tv nacional, y ojalá no salga de estos límites, en la que se ven abrazando con mucho interés a una guerrillera. Ese es nuestro primer mandatario, ese es nuestro primer magistrado y nuestro comandante supremo de las Fuerzas Armadas.
Pero a eso llegamos con toda la capacidad de nuestros votos. Por eso y más, hay que defenestrar a ese, nuestro primer mandatario.