Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 26 de Junio de 2015

Humanistas

ENTRE  gallos y medianoche, como reza el refrán chileno rescatado por el escritor Pablo Huneeus junto a otros 1.707 en el divertido libro Perro con corbata nadie lo mata, oí el pasado domingo, 21 de junio, un categórico “somos humanistas” en Noticias Uno.

Yo, que cada noche le rezo al ángel de la guarda para que en Colombia haya más humanistas que oportunistas, consumistas, tecnócratas, ególatras y politiqueros, llegué a pensar en mi duermevela que Dante Alighieri, Petrarca, Boccaccio, Erasmo de Rotterdam, Tomas Moro o el mismísimo Leonardo da Vinci, habían resucitado.

Pero casi colapso al incorporarme y ver que quien esto afirmaba era el tal alias Marcos Calarcá, uno de los veraneantes de las Farc en La Habana, al negar que sus conmilitones remataron con tiros de gracia al coronel Alfredo Ruiz. 

Temo dañarle la ilusión al célebre negociador pero por simple sustracción de materia, las Farc no son humanistas. Puede leer en las noches de mojito y son cubano el Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora, para saber de qué se trata el humanismo. Le adelanto que los humanistas, con independencia de su vertiente, preconizan el respeto por la dignidad humana y buscan la resolución pacífica de los problemas, con base en la razón y la inteligencia humanas.

Poner en el centro de todo al ser humano, por encima del poder, con generosidad y compasión; para ser un verdadero humanista se debe seguir una senda de virtud y sabiduría. Los humanistas laicos se ocupan de la justicia social y de la razón. Los humanistas cristianos del espíritu y de la ética.

De qué se ocupa el humanismo de las Farc, me pregunto, mientras pienso que de pronto lo que quiso decir alias Calarcá es que son humanitarias. Pero ni la semántica ni los hechos de los últimos días me cuadran, porque alguien humanitario se ocupa del bien común.

Y humanitarias no son las cuarenta acciones violentas de los últimos 30 días que han dejado un reguero de muertos civiles, militares y de la policía, casi todos ellos hijos de familias humildes y esforzadas, a quienes las Farc no han tratado con compasión.

Quizás alias Calarcá quiso decir que los guerrilleros eran humanos. La pertenencia a la especie bípeda es indiscutible. Pero para ser Humano, demasiado humano, y parafraseando a Nietzsche, “hay quetener una meta que colme los anhelos y dé sentido a la existencia de la humanidad, como un todo”.