Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 26 de Febrero de 2016

EL SEPTIMAZO

Buenitos

NO SÉ si es porque a mí me pasa lo que al protagonista de Una soledad demasiado ruidosa, novela corta del maravilloso escritor checo Bohumil Hrabal: “siempre me siento culpable de todo, de todas las cosas que suceden y de todas las desgracias que leo en los periódicos”, que no puedo repetir esa frase que reza “los buenos somos más”.

Cada mañana cuando leo el periódico ratifico que nos preocupamos más por el índice de precios al consumidor (IPC), el índice Colcap que refleja las variaciones de los precios de las 20 acciones más líquidas de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) y la unidad de valor real (UVR), que muestra dizque el poder adquisitivo, que por cosas fundamentales como la medición de Transparencia Internacional nos pone en el puesto 83 entre 168 países.

Nos perciben como corruptos porque lo somos. Y todos tenemos la culpa, en sentido extramoral; todos aportamos al logro porque como no matamos, ni robamos, ni secuestramos, nos creemos buenos; pero para ser buenos no hay que obedecer a un orden moral, sino más bien, ser éticos, cosa muy distinta. Mockus lo dijo hasta la saciedad y nadie entendió.

El filósofo español Joan Carles Mèlich afirma que “ser ético es responder en una situación única que el otro te plantea y ante la cual la moral hace crisis, porque no hay regulación posible, la decisión es sólo tuya y no puedes apelar a principios, derechos o deberes universales”.

Somos buenitos, que no buenos, solo si nos ven, si hay claqué y foto en primera. Si no, hacemos a medias lo que toca (no es inmoral, sí antiético) y pasamos de agache frente a los niños muertos de hambre, como pasó en La Guajira; o dejamos que nos paguen sin trabajar (no es inmoral, sí antiético), como lo hizo muy orondo un tal Ramón Ramírez que recibió sueldo durante varios meses a pesar de no estar vinculado a ninguna Unidad de Trabajo Legislativo, porque como en el antiguo comercial de Pavco “la culpa la tuvo el tubo”, o sea, los funcionarios administrativos que no se dieron cuenta de que él ya se había ido.

En ética “nunca hay respuestas correctas”. “Ser ético es saber que uno nunca es lo bastante bueno”. No es actuar según tu conciencia, educada moralmente como ha de ser y es necesario que lo sea -recalca Mèlich-, sino que a veces ser ético es ir contra tu propia conciencia moral.