Adiós
“EN tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. (…) Tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbres, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco (…)”, escribió Antoine de Saint-Exupéry en su hermosísima Carta a un Rehén.
Es lo que he sentido junto a Gustavo Petro en el Movimiento Progresistas, en cuyo nombre me inscribí el lunes pasado como candidata a Edil de la Junta Administradora Local, JAL, de mi Localidad, Chapinero.
Soy y seré siempre fundamentalmente Conservadora. En lo filosófico y lo personal, no me gusta cambiar por cambiar; suelo recorrer una y otra vez los mismos tránsitos, frecuento los mismos amigos de juventud, releo desde la universidad los mismos autores, sigo enamorada de Josef, mi primer amor, y ante los nuevos caminos me presento con esa caja de herramientas intelectual y ética recibida en la infancia.
Creo profundamente en la Constitución de 1991, que nos puso a salvo del deseo de imponer la fe particular. Y descreo del rumbo que está tomando el Partido de mis mayores, con sus cruzadas, más religiosas que políticas, que podrían hacernos retroceder a medioevos ideológicos y pisotear derechos alcanzados por los otros, los que piensan diferente a nosotros, a quienes hemos convertido en contrincantes.
El amor a Uribe nos volvió intolerantes. Depositamos en él nuestra suerte como país y como nación, retrocedimos hasta esa minoría de edad de la que habló Kant en La Crítica de la Razón Pura; no obstante, de la más genuina de los uribistas, de Lina, de quien fui su Secretaria Privada, aprendí una de las más grandes lecciones de mi vida: que el mundo no es ni blanco ni negro, porque más allá de nuestra frontera mental, los matices existen.
Con tristeza le digo hoy adiós a El Septimazo, mi espacio de los miércoles por obra y gracia de la generosidad de don Juan Pablo Uribe, que en el cielo esté, quien creyó hace siete años en mi propuesta de escribir una columna de análisis político desde la Filosofía y el periodismo público, mis dos oficios.
Cuando concluya la campaña electoral que comienza en forma hoy con el cierre de inscripciones para todos los candidatos, espero poder volver, como quien retorna a casa.
¡Por lo pronto, nos vemos en Chapinero!